Los nervios están a flote. Los equipos de campaña de ambos candidatos, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, están trabajando a marchas forzadas y bajo presión extrema. No hay nada para nadie aun, solo existen supuestos estadísticos que se pueden caer para cualquiera de los dos candidatos, el martes 8 de noviembre. Pero lo que sí no tiene duda, es que serán las elecciones más reñidas y comentadas en la historia contemporánea de los Estados Unidos.
La última elección que se presentó muy pareja fue la elección presidencial del año 2000 donde George Bush candidato republicano ganó la elección a Al Gore, candidato del Partido demócrata, con 271 votos electorales– que correspondieron a 50, 456,002 votos populares–. Gore se tuvo que conformar con 266 votos electorales, aun habiendo tenido casi 544 mil votos ciudadanos más que Bush.
Hay que recordar cómo es el sistema electoral de Estados Unidos. Es la suma de 51 elecciones separadas y simultáneas (50 estados más el Distrito de Columbia), en lugar de una sola elección nacional. Es decir el voto popular es indirecto. Y ¿porque es indirecto? porque los ciudadanos estadounidenses votan primero a favor de los candidatos presidenciales y vicepresidenciales de cada partido en su estado, para sacar a los “electores”.
Por lo tanto, los ciudadanos votan, en cada entidad, por el partido de su preferencia y aquellos que tengan la mayoría del voto ciudadano son los que se convierten en “electores” o representantes y constituirán el Colegio Electoral que se integra por 538 “electores”, mismos que comprometen su voto hacia aquel candidato o candidata que hayan decidido apoyar.
Para mayor claridad, la figura del “elector”, es una figura que surge a propuesta de cada partido político en cada estado. Cada estado tiene asignado un número determinado de electores –igual al número de representantes-. Hay estados que alcanzan un alto número de “electores”, por ejemplo: California 55, Texas 38, Nueva York 29, Florida 29, Illinois 21, Washington 21, etc.; y otros muy pocos, como: Montana, Dakota del norte y sur, Oregon, Wyoming que tienen sólo 3 cada uno.
Aunque de hecho en la mayoría de los casos se anuncia al ganador en la noche de las elecciones, cuando hay una proyección sólida, no es hasta el mes de diciembre ya instalado el Colegio Electoral, donde los “electores” ratifican con su voto y eligen al Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos de Norteamérica y quien gane es quien haya obtenido los 270 votos electorales exigibles como mínimo.
Pero en la presente elección ¿cómo van las cosas? ¿Cómo están las preferencias por estado? Pues muy reñidas e inciertas.
Hillary Clinton tiene tendencia favorable en los siguientes estados: California (que si lo gana le daría 55 electores), Nueva York 29, Florida 29, Illinois 20, Pennsylvania 20, Michigan 16, Washington 13, Virginia 13, Massachusetts 11, Minessota 10, Wisconsin 10, Colorado 9, Oregon 7, Nuevo México 5, Hawaii 4, principalmente. Y si estos estados no le fallan vendría sumando 251 supuestos electores, es decir, aún le faltarían a Clinton 15 electores, para cumplir con los 270 obligados. De ahí su preocupación, tratando de afianzar lo que ya tiene, pero buscando el voto de los indecisos en estados donde predominan los republicanos, para quitarle adeptos a Trump.
En el caso de Donald Trump, tiene a: Texas 38, Ohio 18, Georgia 16, Carolina del norte 15, Arizona 11, Indianna 11, Missouri 10, Carolina del sur 9 , West Virginia 8 Lousiana 8, Kentucky 8, Oklahoma 7, Kansas 6, Iowa 6, Arkansas 6, Nevada 6, Mississippi 6, Utha 6, Alabama 5, Tennessee 5, Nebraska 5, Idaho 4, Montana 4, New Hapshire 4, Wyoming 3 , Dakota norte 3, Dakota sur 3 entre otros, lo que suma 231 electores aproximadamente. Si esta medición fuera segura, nos demostraría que aún no completa el mínimo obligatorio, por eso también la preocupación del republicano, por buscar desesperadamente y al costo que sea nuevos electores a su favor.
Y ¿qué pasaría si no alcanza ninguno de los dos el voto de electores necesario? Si ningún candidato presidencial alcanza los 270 votos electorales, la elección es entonces decidida por la Cámara de Representantes, en la que cada estado tiene un voto. Lo que sería una preocupación para Clinton porque hoy el Partido demócrata está en desventaja en esa instancia. Por otra parte el Senado elegiría al vicepresidente, en un proceso en el que cada senador tiene un voto. Eso plantea la posibilidad de que un Presidente y un Vicepresidente, sean de diferentes partidos.
Por eso se ha apretado la maquinaria en la recta final. Clinton le apuesta a que sus electores saldrán a votar y la movilización será clave, cosa de la que se está asegurando. Y Trump, le apuesta al voto seguro republicano, al que desde el inicio de su campaña impresionó con sus discursos rebeldes y aquel que viene alimentando con grandes cantidades de dinero—propio y el de los hombres más pudientes de ese país– para que no le fallen e incluso pueda sumar los indecisos o los electores anti-régimen, siendo decisivos para poder ganar la elección.
Y los México-americanos también harán valer su voto. Estados Unidos tiene un número muy importante de ellos que radican de manera legal y que se suman a la comunidad Latina que apoya a Clinton, pero también hay que reconocer que existe un gran número de paisanos que están con Trump—y se vale–, especialmente aquellos que ya tienen una situación estable en esa Nación y a los que éste les ha prometido más oportunidades aparentemente. Y ello puede hacer que las perspectivas cambien este 8 de noviembre a favor del republicano y entonces…los Estados Unidos, entrará en una nueva etapa en donde el futuro será incierto y a México sin duda, se le cargarán las malas.
Luego entonces, las cosas están muy complicadas para ambos, con una ligera diferencia de Clinton de apenas el 1.5 % en algunos estados, lo que lleva a pensar que habrá aún muchas sorpresas el próximo martes. Aunque siempre se tiene la esperanza de que gane el candidato, con el que mejor le vaya a nuestro país.
Por eso la esperanza este 8 de noviembre, es que gane Hillary Clinton y, si así fuere, la historia se escribirá al ser la primera mujer Presidenta de esa Nación al tomar protesta en la fachada de El Capitolio el próximo 20 de enero de 2017, como marca el protocolo; hecho paradigmático como lo fue hace 8 años la llegada de Barak Obama como el primer Presidente de color.
Esperemos que la vibra sea buena.
Gracias y hasta la próxima.