Existe entre la población un gran dilema sobre la actual economía, desarrollo, reformas y violencia en México, temas que como ciudadanía debemos revalorar y re significar en la problemática de la corrupción y la impunidad, el país no cuenta con genes destructivos como muchos han querido suponer, si bien es cierto que somos producto una historia de conquista, también es verdad que el diseño de las instituciones mexicanas sean estas; políticas, económicas y /o socioculturales están basadas en un inexistente equilibrio, lo cual hace ineficiente su desarrollo, por ello el exacerbado abuso de poder y despilfarro, pero sobre todo, la negligencia ante la corrupción del poder en sí mismo, genera graves problemas sociales e institucionales.
Durante el año 2008 el país se encontró entre los menos competitivos a nivel internacional, en una lista de 44 países, México se localizó en el lugar número 36, lo que es verdaderamente alarmante, los estudios entre los cuales se basan para estas cifras median la alta corrupción generada al interior de las instituciones, lo grave del caso era la notoria impunidad ante los escándalos financieros en especial el manejo legal para la transparencia de los procedimientos en los tribunales, es decir en México la corrupción no es el problema, el problema es la impunidad ante los hechos que reglamentan a esta.
La falta de normas que generen una reducción ante la corrupción e impunidad, que promueva la integridad de la administración pública en todos los niveles, suele desembocar en una administración de las instituciones de manera inadecuada, es más que claro que en nuestro país donde se padece de un neoliberalismo cuyo objetivo es el desenfreno del poder, el resultado es un vacío de buen gobierno, la existencia de una política partidista o partidocracia, cuya única intención es la continuidad de la permanencia de la impunidad, ha debilitado a quienes gobiernan y a los órganos que deben vigilar y controlar el uso del poder. Por otra parte el crecimiento de la crisis económica bajo la cual se establece un incremento en las acciones violentas que sacuden a la mayoría de los estados, han desarrollado un sobre estrés en nuestro sistema político, el cual se ha visto evidenciado en escándalos de corrupción que generan la indignación colectiva, lo cual genera una apatía democrática y una repolitización, señalando a los políticos como uno de los problemas más serios para el país y su desarrollo, aunado a esto el alto costo de los hechos violentos, los innumerables feminicidios, las miles de mujeres, jóvenes, niñas y niños desaparecidos a lo largo y ancho de la república, la percepción inequitativa a demandas ciudadanas sobre la justicia social, la igualdad, los derechos humanos, las reformas institucionales no concretadas por los gobernantes y la infeliz realidad de sus gobernados.
México atraviesa por un abismo en su sistema legal y judicial, lo cual no permite que la policía y su modelo de justicia ejecuten de forma eficaz, justa y sin corrupción su trabajo, la inexistencia de un proyecto de justicia transparente, debilita la institución que debe dar seguridad a la sociedad, donde el tráfico de influencias debe ser motivo para sanciones graves, mientras las instituciones no recuperen la confianza de la ciudadanía, la corrupción y la impunidad seguirán motivando a una inequidad.
La corrupción en el país puede intentar medirse a través de encuestas de percepción nacionales y extranjeras con base en expertos o a la ciudadanía en general; El abuso y despilfarro de los privilegios públicos son una práctica de corrupción que desde la conveniencia empresarial, el silencio funcionarial y sindical, han sido moneda de cambio en la vida de la administración, se requiere en este momento partir de un principio de igualdad política y equidad en la toma de decisiones, en conclusión la gran mayoría de la ciudadanía, tiene como percepción que la causa de la crisis en sus condiciones de vida, es un factor principal de la corrupción y sus múltiples variantes, para las mujeres y los hombres de este país, parte del descontrol financiero y político desencadena en sus entrañas una inequitativa justicia, la inexistente democracia y la desconfianza de las instituciones representativas, han generado un desencanto en los tres niveles de gobierno.
La ciudadanía pide la gobernanza desde la igualdad y equidad, desde la justicia, en México se perdieron los valores y la ética del servicio, volver a los principios reglamentadores de la sociedad pareciera una utopía, sin embargo sociedad y gobierno son uno mismo, es la ciudadanía quien da el voto de confianza en quienes gobiernan, de igual manera quienes gobiernan son ciudadanas y ciudadanos, por ello, el país requiere que en sus estados gobernantes y gobernados sumen voluntades, convenidos en lo mejor para ambos, las muestras de impunidad de los últimos años y meses solo ahondan en la desesperación de la población entorpeciendo el avance que el país requiere.