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Crónica del Poder

El tercer domingo de adviento es llamado en la liturgia católica, el DOMINGO DE LA ALEGRÍA. La corona de adviento lo representa con el cirio de color rosa. Al encender este tercer cirio nos llenamos de alegría porque nos recuerda que ya está muy próxima la Navidad, es decir, la celebración del nacimiento de Jesús. La luz ahora se ha hecho más intensa y evoca la llegada de quien se presentó a sí mismo como la LUZ DEL MUNDO cuya presencia nos ha llenado de alegría.

El profeta Isaías mediante un lenguaje poético, se lo anuncia a su pueblo de esta
manera: “Que se alegre el desierto y se cubra de flores… que se alegre y dé gritos de
júbilo… he aquí que su Dios viene ya para salvarlos” (Is 35, 1-6). El motivo que es la
fuente de la alegría del ser humano desde la visión bíblica, es la llegada del salvador.
Para los que profesamos la fe católica, Jesús es nuestro salvador y en este tiempo de
Adviento nos estamos preparando para recibirlo. Esta es la razón de nuestra alegría
como lo dice también el apóstol Pablo: “Estén siempre alegres en el Señor… El Señor
está cerca” (Flp 4, 4-5).
El nacimiento de Jesús y la experiencia de encuentro con él es la razón de la alegría
para todos los que creemos en él. La forma de apropiarnos esta experiencia es
haciendo un examen de conciencia serio sobre nuestras vidas, convertirnos de
nuestros pecados, entrando en un proceso de acercamiento a Dios mediante la
oración y la práctica de las buenas obras. Debemos no sólo parecer, sino ser personas
buenas.
Esta alegría a la que estamos llamados, contrasta lamentablemente con las
condiciones externas que estamos viviendo en la actualidad, entre otras cosas como
fruto de LA CORRUPCIÓN. La corrupción destruye las condiciones humanas para que
las personas podamos estar y vivir alegres. La corrupción se ha robado la salud y
atención de los enfermos, la escuela de los niños y jóvenes, el salario de los
trabajadores y la pensión de los jubilados. El corrupto, como insiste muchas veces el
Papa Francisco, “ha llevado pan sucio a su casa”. Desgraciadamente este flagelo se
volvió casi una cosa natural para muchos, al grado de constituirse en una práctica
habitual en las transacciones comerciales y financieras, en las contrataciones públicas,
y en las negociaciones de algunos servidores públicos. Para devolver la alegría a nuestro Estado tenemos que desechar
las prácticas corruptas de la vida.
Sobre este tema, el Papa Francisco en un Discurso a los Participantes de la Unión
internacional de Empresarios Católicos (17/11/2016), decía lo siguiente: “La corrupción
es la peor plaga social. Es la mentira de buscar el provecho personal o del propio
grupo bajo las apariencias de un servicio a la sociedad. Es la destrucción del tejido
social bajo las apariencias del cumplimiento de la ley… Es el engaño y la explotación
de los más débiles o menos informados. Es el más craso egoísmo, oculto detrás de
una aparente generosidad. La corrupción es un fraude a la democracia, y abre las
puertas a otros males terribles”. La corrupción ciertamente no es un vicio exclusivo de
la política; la corrupción tiene muchos cómplices y empieza muchas veces con cosas
simples y pequeñas. Necesitamos educarnos en la honestidad
Ahora que estamos estrenando un nuevo gobierno en Veracruz necesitamos apostarle
a la cultura de la honestidad, del trabajo bien hecho, del orden y de la planeación. Esta
es una oportunidad de oro, cada uno debe hacer lo mejor de sí para alcanzar una
mejor sociedad, un Estado con oportunidades y condiciones favorables para todos.
Todo esto es una condición necesaria para que haya progreso, justicia y paz social.
En este contexto de adviento, el lunes 12 de diciembre estaremos celebrando el 485
aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. Millones de
peregrinos en todo el mundo se estarán moviendo para visitar los santuarios, ermitas o
capillas donde se venera la imagen de la morenita del Tepeyac. Al menos 8 millones
de Peregrinos asisten a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. En Xalapa,
en la Basílica Menor, se calcula alrededor de un millón de visitantes, más de 2 mil
peregrinaciones. Esto sin considerar a los feligreses que asisten también a las
parroquias de nuestra diócesis.
María de Guadalupe ha realizado muchos milagros y creemos que lo seguirá
haciendo. Ella se presentó en nuestras tierras como la “Madre del verdadero Dios por
quien se vive”. Su aparición es algo singular, ella se retrató a sí misma y se quiso
quedar entre nosotros. Su imagen es una muestra singular de inculturación.
La gente peregrina y busca a María de Guadalupe para expresarle su amor, cariño y
devoción, para honrarla como madre, pero también para suplicarle que interceda por
sus hijos para que haya paz, empleos dignos, respeto por la vida, justicia, honradez y
transparencia de parte de quienes administran los bienes públicos; en las
celebraciones guadalupanas oraremos por la conversión de quienes “han olvidado que
somos hermanos y han provocado sufrimiento y muerte”. Una súplica recurrente de los
peregrinos es la de pedir a Dios para que nuestros pueblos tengan vida digna.
Santa María de Guadalupe, reina de México, intercede por nuestra patria y ayúdanos a
buscar el progreso por caminos de justicia y de paz. Que todos experimentemos la
alegría y vivamos con honestidad para llevar a casa el alimento que sea fruto de
nuestro trabajo o servicio a los demás.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa