Lo ocurrido recientemente en nuestro país ya no es un síntoma sino una enfermedad, una enfermedad social que aqueja no solo a una nación sino a la humanidad en su conjunto.
Nuestra sociedad está enferma porque sus quejumbres y dolores se escuchan por donde quiera de múltiples formas y maneras.
Cuando una sociedad se enferma solo le quedan dos salidas: sanar o morir.
¿Cómo se puede sanar una sociedad enferma? Una sociedad enferma solo puede sanar cuando todos o la mayoría de sus componentes toman conciencia de la enfermedad y hacen todo lo posible por recuperar la salud.
Las enfermedades físicas son un primer síntoma de una sociedad enferma. Cuando a una sociedad le surgen múltiples enfermedades terminales como la diabetes, el cáncer y estas se convierten en una epidemia el asunto es realmente grave, sobre todo cuando esa sociedad carece de los elementos necesarios para su sanación como es el caso de nuestro país.
Las enfermedades físicas van de la mano con las enfermedades emocionales y estas tienden a ser cada vez más funestas entre la población.
Las enfermedades físicas son más fáciles de percibir porque se manifiestan en nuestro cuerpo pero las emocionales ya no tanto y mucho menos las mentales.
Sin embargo existen otras enfermedades sociales fáciles de diagnosticar pero no fáciles de reconocer o aceptar.
La corrupción es la más severa de todas.
La corrupción permea todas las capas sociales, con sus excepcionales casos, pero difícilmente una persona se percibe como corrupta, al contrario, aun cuando sus acciones sean o hayan sido evidentes jamás aceptan el calificativos de corruptas, hay algunas que con gran cinismo aceptan que han robado pero poquito, lo cual no las hace corruptas, ya que ser corrupto es robar mucho.
En nuestro país siempre escuchamos a la población quejarse de los políticos porque son corruptos, pero yo siempre me pregunto ¿de dónde vienen los políticos? No vienen de marte o de la luna, vienen de esta misma sociedad enferma.
Todos los partidos políticos se llaman honestos, sin embargo constantemente se denostan entre ellos acusándose mutuamente de múltiples anomalías.
Pero la sociedad en su conjunto padece de las misma problemática.
He sabido de personas, aparentemente honestas, que cuando han tenido oportunidad se roban un portafolio, una computadora o un celular siempre y cuando lo tengan a mano.
Si en un comercio el cambio es menor al que deben de recibir protestan de inmediato pero si el cambio es mayor hacen mutis y tranquilamente se embolsan el dinero sea hombre o mujer.
Estas reflexiones vienen a mi después de los sucesos recientemente acontecidos, cuando cientos de personas, con el supuesto pretexto del aumento a la gasolina se dedicaron a saquear comercios establecidos, tomar carreteras o apoderarse de gasolineras.
Lo más curioso del caso es que la mayoría de los saqueadores eran personas sin una propiedad vehicular y muchas de ellas eran mujeres.
Sin embargo acudieron al llamado anarquizante que les hicieron, fundamentalmente, en las redes sociales.
Quienes hicieron ese llamado son personas que saben muy bien utilizar este reciente medio de comunicación.
Los mismos partidos se culparon unos a otros del desaguisado y hubo quienes señalaron al mismo gobierno de haber causado tal desastre.
Lo cierto es que los dirigentes de la mayoría de los partidos políticos aprobaron el presupuesto a ejercer por el gobierno federal para este año y ahí, tengo entendido, se aprobó, también, el aumento al impuesto de la gasolina, pero al parecer ahora dicen que no, dándose golpes de pecho a raíz de lo ocurrido.
Pero volviendo a poner el dedo en la llaga tenemos que aceptar que vivimos en una civilización enferma. Que se nota en México y en el mundo, porque no se puede tapar el sol con un dedo.
Lo grave del asunto es que todos hablan de la corrupción, no solo económica, sino de la corrupción de todos los valores éticos y morales, pero no se hace nada para detenerla aun cuando se aprueben leyes que no tienen positividad porque nadie las acata.
Veracruz acaba de ser saqueado por una pandilla que se llevaron todo lo que pudieron y no hay una sola persona en la carcel, al contrario algunos gozan de fuero y de sus multimillonarias fortunas.
El ex gobernador está prófugo y nadie sabe dónde se encuentra y por lo que parece así seguirá.
Por mi parte pienso que estos son tiempos apocalípticos donde, de acuerdo a los acontecimientos, no hay remedio, no hay solución, y lo que sigue solo es la catástrofe y no porque sea pesimista, sino porque desde los años setenta, del siglo pasado, he venido observando que las cosas van de mal a peor.
Y conste que no estoy hablando solo México sino de un mal global que se da en todos los países del mundo.
Cuando se descubrió todo el escándalo de los papeles de Panamá el primer ministro de Islandia tuvo que renunciar porque se supo que se encontraba involucrado en el bochornoso caso, igualmente surgieron nombres como el de Putin y otros reconocidos políticos y empresarios que usan dicho sistema para lavar dinero mal habido, sin embargo, más allá del escándalo mediático, prácticamente nada pasó.