“Los dos Ángeles”
Todos en nuestras vidas tenemos historias para narrar, pero por muy interesantes que sean las historias si no la sabemos contar y sobre todo si lo que pretendemos transmitir no adquiere un carácter universal, la historia narrada no pasará de ser una experiencia personal sin ninguna transcendencia e influencia para los demás, y es que cuando se escribe y se publica se hace para ser leído, para tratar de aportar ideas, mensajes, valores, posturas, etc. luego entonces, escribir es un compromiso en principio con uno mismo y al mismo tiempo estamos obligados a contribuir con algo para los demás, lo antes apuntado Sergio Galindo lo desarrolló de manera magistral en su novela titulada: “Los dos Ángeles”, publicada en el año 1984 por el Fondo de Cultura Económica.
Es importante puntualizar que cuando me refiero que la obra de Sergio Galindo ha adquirido un carácter universal, no precisamente estoy señalando que es un libro conocido en todo el mundo, sin embargo, lo que sí puedo afirmar es que los temas abordados en la novela describen sentimientos y circunstancias de cualquier ser humano sin importar lengua, cultura, creencias, etc. porque independientemente de adonde se viva, todos pasamos momentos de soledades, incertidumbres, necesidades, momentos de amor, de ilusiones, de triunfos, fracasos, y para ser más concreto, casi todos reflexionamos sobre el único tema absolutamente igualitario en nuestras vidas como lo es la muerte.
Por lo antes mencionado Sergio Galindo en esta novela nos presenta a sus personajes a través del realismo psicológico, existirán en algunos protagonistas conductas y manías que al momento de la lectura quedamos inmediatamente familiarizados con la circunstancia narrada, con los personajes se tiene una relación muy íntima por sus reflexiones y soliloquios, el realismo psicológico hace que independientemente a la historia base de la novela, desde un inicio estemos identificados con los protagonistas.
En la obra Sergio Galindo crea dos figuras centrales, por una parte Ángel Ignacio quien es de origen jalapeño, perteneciente a una familia burguesa que se fue a vivir una temporada a Gijón, España, y por otra parte aparece Ángel Ballesca, un personaje que llegó a vivir a México exiliado por la Guerra Civil española.
En el primer capítulo conocemos la vida desde muy pequeño de Ángel Ignacio, e incluso siendo niño su familia decidió regresar a vivir a Jalapa, Veracruz, nuestro primer encuentro con Ángel Ignacio es en su viaje en barco de regreso a su ciudad natal: “Ángel Ignacio –Iñaqui –, durante la travesía de regreso disfrutó la vida en el mar como ninguno de sus hermanos mayores, o sus padres. Hijo tardío, vino al mundo cuando su hermano inmediato casi llegaba a los diez años y el mayor a los quince, por lo que no halló en ellos compañeros de juegos y aventuras sino jueces que veían en él un estorbo en perpetuo movimiento, una constante fuente de interrupciones y de entusiasmos pueriles.”
Desde el primer momento se percibe que el ambiente familiar de Ángel Ignacio es de incomprensión, los adultos en muchas ocasiones nos olvidamos que tuvimos una infancia y nos volvemos intolerantes, rígidos e insensibles con los niños y adolescentes. Ángel Ignacio en toda la historia ira cambiando su conducta y personalidad, tiene conflictos con su madre, hermanos, el único que comprende al joven es su primo Federico, con los años encuentra refugio en los libros, eso provoca que su conducta parezca anormal, claramente se presiente que el ya joven Ángel Ignacio está necesitado de afecto, cariño, comprensión, la familia como siempre lo ve autosuficiente, fuerte, seguro, nunca logra notar los momentos de soledades, depresiones y vacíos que vivía Ángel Ignacio.
En el segundo capítulo nace como personaje Ángel Ballesca, es importante remarcar que si bien los dos Ángeles son protagonistas centrales, Ángel el español exiliado rebasó a la figura del joven Ángel Ignacio, de hecho este último no llegará ni siquiera a adulto. Ángel llegó a México cuando tenía 37 años de edad, antes estuvo en los campos de concentración, había dejado en España a su madre y hermana, con la promesa que trabajaría muy duro en México para juntar dinero y poder transterrarlas:
“Han tenido que pasar trece miserables años a fin de juntar el dinero suficiente para traerla. Madre en esta carta, que será la última que tenga de mi antes de que emprenda el vuelo hacia estas tierras, quiero decirle no espere encontrar a ese muchacho alegre que hace mucho tiempo fui. De eso ya no hay nada.”
En el capítulo tercero se conocerán los dos Ángeles, entre estos dos personajes la figura de Federico es fundamental, porque los Ángeles se identifican con él y es el único amigo que logran tener de manera completa, a partir de éste capítulo ya todos los personajes estarán relacionados y así recorreremos el universo de la novela entre México y Jalapa, conoceremos la vida íntima de los personajes partiendo de acontecimientos públicos como el exilio español, el movimiento estudiantil del 68, la autoritaria forma de ejercer el poder en México, la vida burguesa de las familias jalapeñas, la falta de fe en el futuro de la humanidad por las guerras:
“¡Ah, qué siglo éste, don Federico! Desde el catorce, con la Gran Guerra, en las campiñas y ciudades de Europa quedaron para siempre sepultados muchos valores humanos. Después, de década en década, hemos aumentados los horrores. No ha quedado país sin sufrimiento; éste es el siglo de los exilios, la tierra del hombre ya no es su tierra.”

Los dos Ángeles es una de las últimas obras escritas por Sergio Galindo, en muchos momentos los personajes representan el pesimismo y la desesperanza a plenitud, estos sentimientos se originaban por las circunstancias personales y sociales que les tocó vivir, la lectura de la novela deja profundas reflexiones y los más preocupante es que la realidad que vivían y discutían los personajes no ha cambiado mucho:
“Me digo: Estamos en 1981, y me estremezco… ¡qué siglo más sangriento!…y lo que nos aguarda…Es seria la cosa. Ahí está la historia de la humanidad para probarlo. ¿Habrá alguien que pueda estar satisfecho de lo que hemos hecho del mundo? porque parece que ya está todo hecho… Piense: ¿Qué esperanza le queda al ser humano?… Si halla alguna, me la comunica, aunque esté en la tumba. Yo no la vislumbro en el presente. Menos aún en el futuro.”
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