En estos últimos días han habido noticias alarmantes diariamente. En nuestro país se vive una fuerte incertidumbre por el tema de la reforma energética; la gasolina ha tenido una posición histórica, misma que ha lastimado fuertemente la economía de las familias mexicanas, pues esta situación ha puesto en riesgo la forma en la que algunos mexicanos se conducían antes de llamado “gasolinazo”, por lo que en temas políticos, la agenda se encuentra desgastada y los personajes también.
Veracruz lamentablemente se convierte nuevamente en escenario de sucesos que cuesta al ciudadano creer, y que sin duda hiere y afecta la calidad moral de cada uno de nosotros. Se sabe que durante la administración estatal pasada, la Secretaria de Salud previó de medicamentos falsos a enfermos, incluidas las quimioterapias a niños con cáncer, las cuales se hacían, según investigaciones oficiales, solamente con agua destilada.
Desde un punto de vista personal, no existe calidad moral ni justificación, para solapar políticamente o profesionalmente a quien o quienes hayan sido responsables de ordenar estas acciones, no habría forma de concebir una sociedad en la que el sistema de salud esté así de quebrado, que más que un daño social, se convierte en una desgracia humana imposible de borrar y mucho menos olvidar.
Esta situación atrae cada vez los ojos de los demás estados de la república, así como de otros países del mundo, pues bien podría ser equiparable, según los principios y fundamentos de la Corte Penal Internacional como un crimen de lesa humanidad. Se convierte, conforme se hacen indagaciones, en un tema que lacera los Derechos Humanos de esos veracruzanos.
Hay al menos en este suceso una decena de delitos suficientes para enfrentar años de cárcel a los que tuvieron el gran descaro de autorizar estás prácticas, lo importante aquí es que el sistema de justicia sea lo suficientemente eficiente para enfrentar esto y proponer acciones inmediatas.Este gran teatro de fármacos, no debe en ningún momento tratarse como una venganza o revancha política, debe ser reparado el daño tanto a los pacientes como a las familias, estas son las principales víctimas de un fraude como este.
No se trata de entrar en el juego de los nombres, los señalamientos ni mucho menos de la culpabilidad. Para ello, existen instancias de impartición de justicia encargadas de castigar a quienes resulten responsables. Debemos esperar que en poco tiempo las instituciones hagan su tarea, que sea rápido y contundente, sin fabricar también culpables al vapor.
Este hecho es indignante para todos los ciudadanos, sin importar el partido político al que pertenezcan, los servidores públicos responsables de este gran crimen, tienen que enfrentar a la justicia y rendir cuentas ante los afectados. No se trata de una mala imagen, se trata de una pésima calidad moral y de un entendimiento totalmente contrario al que debería ser cuando hablamos de servicio público.
Esto no es cuestión de política, sino de dignificación humana. El Gobernador ya señaló a los presuntos responsables de esta abominable acción, es momento de que el discurso se vuelva acción y la gran oportunidad de poner tras las rejas a los culpables de este cochinero. Hay que insistir no es un tema de política sino de justicia para los afectados. Nuestra entidad merece ser rescatada de la terrible crisis en la que aún se encuentra. Del discurso local desafortunadamente no se ha pasado a la acción, mientras que del epicentro del poder, desafortunadamente parece que Veracruz no interesa.
Sin importar quienes hayan sido, debe ser esclarecido este crimen, solo así el servicio público podrá recuperar la tan lastimada credibilidad.