Si Sara Ladrón de Guevara pensó que brindando su respaldo al entonces gobernador electo se iba a ganar la gloria presupuestal, se equivocó. Cierto que en ese momento Yunes, teniendo encima el gobierno de Javier Duarte y ante la posibilidad de que el gobierno de la República se encaprichase y no lo dejara llegar a Palacio de Gobierno, tuvo que apoyarse en la Universidad Veracruzana; una institución que todavía mantiene parte del prestigio que con Arredondo, Lovillo y Sara se ha ido desgastando.
La Universidad Veracruzana desde hace sexenios no rinde frutos de acuerdo al riego presupuestal que recibe de parte del gobierno federal y del gobierno estatal. Otras universidades, y si me lo preguntan les digo cuáles, tienen un mayor rendimiento y con menor presupuesto. A la rectoría de la UV le cayó como anillo al dedo que en el sexenio de Javier Duarte se le retuvieran los dineros del presupuesto federal, pues en esa circunstancia se acomoda y escuda para justificar sus bajos rendimientos.
La UV, muy a su pesar, sigue siendo una gran fábrica de desempleados. Hace rato que eso no cambia. No hay verdaderos programas, como en otras instituciones, digamos los Institutos Tecnológicos, que vinculen a los alumnos con las empresas que podrían emplearlos. No hay un seguimiento real de egresados, si acaso unas reunioncitas de café y galletas; de experiencias fatuas y anécdotas falsas.
El dispendio es brutal. Los funcionarios de cierto nivel de la UV cargan todo al presupuesto. Es común ver a funcionarios de quinta desayunando o comiendo en el restaurante La pérgola, cargando sus alimentos diarios a la Universidad Veracruzana. Bueno, su plan médico en un tiempo cubría hasta cirugías plásticas.
Para colmo, la Universidad Veracruzana, una institución que podría crear sus propios departamentos de evaluación sigue contratando al CENEVAL para la aplicación del examen de admisión y para otro tipo de evaluaciones. El gasto que la UV le hace a CENEVAL, la empresa de la que es socio mayoritario Víctor Arredondo, es verdaderamente oneroso.
La Universidad Veracruzana nunca pudo erradicar a esos investigadores que se incrustaron y que cobran cantidades enormes, sin cumplir con ninguna carga académica. Sara nunca tuvo el valor de poner orden en esa clase de “aviadores” académicos; para colmo contrata a ebrios irredentos en empresas culturales como la Feria del Libro, que es parte del rostro que mostramos al exterior.
La UV, teniendo una facultad de Administración no sabe optimizar recursos; teniendo una facultad de Economía no sabe economizar; teniendo una facultad de Derecho anda por los caminos torcidos de la burocracia. La UV no merece el dinero que se le aporta, porque no está rindiendo los frutos adecuados. Hace bien el Congreso en exigirle a Sara una política de austeridad. Si le dan más dinero, ella sólo lo derrochará.
Viene ya el proceso para cambiar rector y los resultados de Sara no son buenos. Ella querrá reelegirse con el apoyo del gobernador Yunes Linares, pero ese sería un grave error. Si el gobernador le quisiera hacer un favor, que la regrese a ese recinto- Museo- del que nunca debió haber salido.
Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com