El 6 de diciembre del 2016, los 6,500 guerrilleros de las FARC en Colombia se quedaron sin moverse del campamento en el que estaban concentrados como parte de los acuerdos de paz firmados con el gobierno.
Al inicio de febrero del 2017, ya están ubicados en las 26 zonas de transición, repartidas en 14 departamentos, donde vivirán hasta el 1 de junio de este año. La movilización, la última marcha de las FARC, se dio con la supervisión y apoyo de la ONU y la colaboración del gobierno y la propia guerrilla.
La movilización ha sido una enorme odisea. Un ejemplo, que se repite en las diversas regiones del país, es la concentración de los 365 guerrilleros del Bloque Sur. Se necesitaron días de camino que implicó 225 kilómetros de río en 24 lanchas y otros 220 kilómetros por tierra en 13 autobuses, cuatro camiones y una camioneta especial con los enfermos y embarazadas.
Las FARC están obligadas a entregar la lista de todas las y los combatientes de menos de 18 años, que serán ubicados en 10 puntos, para después ser entregados a sus familias e iniciar su proceso de reintegración a la vida civil. Al momento no se ha hecho público el número de estos combatientes.
Los guerrilleros llegan a estas zonas con sus mochilas de no más de 20 kilos, sus uniformes y armas. Ahí se encuentran con los anillos de seguridad de la Fuerza Pública que es ahora la encargada de garantizar sus vidas.
En esas zonas los guerrilleros, los próximos cinco meses, tienen alojamiento, comida, baños, agua potable, luz eléctrica y celulares. Para los enfermos y mujeres embarazadas se ha dispuesto habitaciones temporales. Estos beneficios son parte de los acuerdos de paz.
Las armas en estos lugares, todavía en poder de los guerrilleros, serán identificadas con un código de barras que incluye información sobre su dueño y tipología. Las FARC harán entrega de las mismas a la ONU. Ya se ha entregado el armamento pesado y por razones de seguridad no se ha informado del monto del mismo.
Los guerrilleros en estas zonas de transición van a obtener un documento de identidad. Ellos van a decidir si recuperan su nombre de nacimiento o siguen utilizando el seudónimo que utilizaron durante los años de militancia en las FARC.
El censo de los guerrilleros que se hace con la colaboración de la Universidad Nacional de Colombia sirve para que el Ministerio de Salud garantice la cobertura sanitaria en el régimen de subsidio hasta que empiecen a trabajar y recibir un ingreso.
Si las cosas marchan como se acordó entre el gobierno y las FARC, el 1 de junio habrá terminado la fase de desmantelamiento de las estructuras guerrilleras y sus integrantes se habrán incorporado a la vida civil dando fin a una guerra que se prolongó por más de 50 años.
El éxito de la integración de los guerrilleros a la vida civil y el fin de la guerra depende de todos los colombianos. Son todavía muchos los obstáculos a vencer. Entre ellos, la intransigencia de un sector de la sociedad colombiana que se niega, aunque parezca increíble, a aceptar las bondades de la paz.
Twitter: @RubenAguilar