La dinámica de la nueva relación entre el gobierno de México y Estados Unidos ha estado determinada, en una buena parte, por las filtraciones hacia la prensa. De inmediato la reacción de Los Pinos y la Casa Blanca ha sido negar las versiones de la prensa y después, por falta de claridad, dejar un espacio abierto a todo tipo de dimes y diretes. La duda queda sembrada.

En el caso de la llamada entre los presidentes Trump y Peña, la filtración salió de gente de la Casa Blanca, que en versión del propio presidente de Estados Unidos fue personal. Dijo que se investigaba sobre cómo se había dado y quién había sido.

La filtración en este caso fue hacia la agencia estadounidense Associated Press (AP). Ésta dijo que tenía notas de la conversación con el registro de lo que había dicho Trump, pero no Peña Nieto. El contenido problemático de la nota es que Trump habría afirmado que ante la incapacidad de los cuerpos armados de México, podría enviar tropas de Estados Unidos a nuestro país, para derrotar a los “hombres malos”.

Los Pinos y la Casa Blanca desmintieron a la agencia y a la periodista mexicana Dolia Estévez, que en el noticiero de Carmen Aristegui sostuvo lo mismo que decía AP. Días después, también en una filtración de la Casa Blanca, se dijo que Trump sí había dicho eso, pero en tono de broma y no de amenaza.

Al no darse a conocer la grabación de la llamada, el gobierno de México por principio nunca graba, queda a la sociedad elegir a quién creer, se convierte en un tema de confianza en la fuente, ¿a los gobiernos o a la agencia? En lo personal me inclino a aceptar la versión de AP y la veracidad de su fuente.

La segunda filtración vino de fuentes mexicanas, según The Washington Post, que publica la nota, que también da a conocer la cadena de televisión CBS. El tema álgido, la supuesta intervención el canciller mexicano en la redacción del texto de Trump en su decreto, para ordenar la construcción del muro. De inmediato la negación de parte del secretario Videgaray vía Twitter, imitando la práctica de Trump.

Una vez más ante el desmentido lo que queda a la sociedad es decidirse por una de las fuentes en razón de la confianza que les tenga. El canciller mexicano, ante la versión de que la filtración venía de autoridades mexicanas, no tenía más opción que negar lo dicho por el periódico. Esto, con todo, no elimina la posibilidad de que sí haya ocurrido tal como lo sostiene la nota. Me inclino por la versión del diario.

Todo indica que el futuro de la relación entre México y Estados Unidos va a estar sujeta al mecanismo de la filtración. La Casa Blanca ahora es una verdadera coladera. Uno tiene derecho a pensar si se trata realmente de un descuido o hay una clara intención de que la información “filtrada” se conozca. Los medios serán siempre el instrumento.

Twitter: @RubenAguilar