‘Las mujeres’ son los seres históricos reales, que a pesar de no poder ser definidos al margen de las formaciones discursivas, poseen, no obstante, una existencia material evidente. Pilar López Díez
A escasos dos días de la conmemoración, como hace aproximadamente 42 años del Día Internacional de las Mujeres, nada que celebrar, mucho que analizar y evidenciar ante un alto índice de desigualdad donde las mujeres como tiempo atrás son condicionadas por la repetición de estereotipos arraigados.
Este año el tema central para la conmemoración del esperado 8 de marzo para la UNESCO es: “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”, una interesante propuesta ante los cambios globales y la economía mundial, donde sin lugar a dudas, el quehacer de las mujeres lleva una parte sustancial y digna de observar, el empoderamiento de las mujeres en el ámbito laboral, mantiene la economía del mundo girando, precisamente esa economía que no vemos, la economía informal que se ve de manera abrumadora constituida por las niñas, jóvenes, mujeres de todas las edades, aquellos trabajos donde la cotidianidad no permite visibilizar la presencia de la mujer, el trabajo doméstico sin remuneración y sin derecho a la seguridad social, un mundo laboral de las mujeres con escasa retribución económica, sin disfrute de prestaciones y con extremas responsabilidades, el cuidado de las y los hijos, el cultivo y la agricultura, las mujeres siguen desarrollando labores con horarios dobles con pago de una faena, lo que es más grave socialmente seguimos reproduciendo la desigualdad y la inequidad en los temas labores de las mujeres.
Entonces, esta conmemoración más bien propone un análisis de los logros en materia de derechos y de igualdad para las mujeres, sugiere valorar donde se encuentran las brechas de desigualdad y construir nuevas alternativas, la conmemoración nada tiene que ver con una celebración, mucho menos con felicitaciones, flores, chocolates o regalos, las mujeres urgen ser escuchadas, sumadas, pero sobre todo visibilizadas.
Ante los graves sucesos de violencia así como desapariciones en casi todo el mundo de mujeres jóvenes y maduras, ante la oleada de odio por el simple hecho de ser… mujeres, ante la mira despectiva de muchos hombres y ante el poder y enriquecimiento desmedido de unos cuantos, ¿dónde quedamos las mujeres?
Para Marcela Lagarde existe una forma muy clara de describir donde estamos las mujeres y dice: “las mujeres actuales sufrimos un “sincretismo de género”, estamos en esa frontera de mujeres domésticas y públicas, madresposas-semiciudadanas. Y ese sincretismo de género se concreta en poseer atributos modernos y sin embargo, ser objeto de valoraciones premodernas, ya conocemos la historia, ya sabemos de dónde venimos y cuánto nos ha costado cada centímetro de libertad, cada reconocimiento. Ya no tenemos ingenuidad política para pensar que los derechos, una vez conseguidos ya no se pierden y tampoco, como pensaban las sufragistas, que una vez conseguido el derecho fundamental, el derecho al voto, todo lo demás vendría rodado. Históricamente ha ocurrido todo lo contrario. Cada avance de las mujeres ha traído como consecuencia una potente reacción patriarcal”.
Hace 42 años que esta conmemoración se realiza, sin embargo a 102 años que se reconoció el día de la mujer, parece que nada ha cambiado, sigue habiendo un clima hostil contra las mujeres, una cultura dominante y violenta que prevalece, un mundo donde existen países para los cuales la violencia en contra de las mujeres no es un delito, donde la explotación sexual contra las niñas y las mujeres es bien observada y permitida por sus gobiernos.
Desde mi particular punto de vista, nada que celebrar este 8 de marzo, mucho que re valorar en la búsqueda por que en México y en el Estado de Veracruz, las acciones por una igualdad sustantiva no sean tinta en hojas blancas, si no acciones reales.