Al inicio de la conversación, el director del área para América Latina y México de una trasnacional de Estados Unidos con más de 120,000 empleados en el mundo, le dice al gobernador de un estado de la República: es penoso que Donald Trump sea el presidente y lamento las declaraciones que ha hecho sobre su país.
Estoy presente en la conversación y tengo autorización de los participantes de contar el desarrollo de la reunión bajo la condición de no mencionar nombre y lugares.
El gobernador le responde que la relación entre nuestros países es estrecha, que en México se entiende que el nuevo presidente no representa a todos los estadounidenses y que la frontera seguirá ahí y el intercambio intenso entre los países.
El empresario le anuncia al gobernador que en el 2017 harán una inversión de 100 millones de dólares, para ampliar áreas de producción en sus plantas en el estado y abrir una nueva. Le presenta también el plan de nuevas inversiones hasta el 2024 independiente de lo que diga Trump.
Le dice que ellos tienen ahora contratos y pedidos en México de General Motors y Ford hasta el 2024. Le reitera al gobernador que ellos seguirán su plan de expansión en éste y otros dos estados de la República. Le dice que están muy contentos con el trato que reciben en el país y con la calidad de la mano de obra mexicana.
El gobernador y el empresario acuerdan no hacer anuncio público de la inversión y tampoco del número de empleos directos que se van a generar con la misma, para evitar posibles reacciones en contra. El gobernador dice que, en todo caso, eso se verá reflejado en el monto total de inversión y empleo del estado sin que haya necesidad de ventilar de manera particular el caso.
La polarización en mi país, dice el empresario, es más alta que nunca. Eso no nos hace bien como nación. Espera que en independencia de los discursos de Trump las cosas se aclaren y mejoren al momento que los profesionales de la política y los expertos económicos del nuevo gobierno empiecen a operar. En su visión eso ya se empieza a notar.
El empresario sostiene que la idea que tiene su empresa, que también otras muchas en Estados Unidos, es que su país, México y Canadá forman una asociación sólida, no compiten entre sí, para enfrentar la competencia de China y otros países de Asia. Los tres son complementarios y se necesitan.
Esta conversación se da franca y directa y expresa otra realidad a la que está presente en los medios y los discursos. Las empresas van a seguir actuando en la lógica de sus intereses y la posibilidad de hacer negocio. Para el caso de México implica mayor discreción y cambios en su estrategia de comunicación.
No son claros, más allá de los discursos incendiarios de Trump, cuáles van a ser los términos reales de la negociación del TLCAN por parte del gobieno estadounidense y tampoco los del mexicano, pero seguramente que la posición de esta empresa y de otras muchas como ésta va a influir de manera decisiva en la posición estadounidense. Ya veremos.
Twitter: @RubenAguilar