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La “oniomanía”, o adicción a las compras, se caracteriza por la falta de autocontrol, depresión y baja autoestima. Qué hay detrás de uno de los grandes males del siglo XXI fomentado de manera constante por la sociedad de consumo.

Es cierto que en la actualidad la sociedad consume cada vez más, a veces, sin necesitarlo. La gente compra regalos y diferentes objetos para determinadas fechas – Navidad, cumpleaños, día del amigo-. Sin embargo, esa situación debe ser un hecho aislado y no permanente.

Tener la necesidad de comprar, por el simple hecho de hacerlo, no es algo que se encuentre dentro de los parámetros de la normalidad. Ofertas de fin de temporada, liquidaciones, promociones en la televisión o redes sociales, todo se convierte en la excusa perfecta para caer en la tentación.

Dentro del mundo del consumo, podemos hablar de un tipo particular de adicción que científicamente ha sido denominado como «oniomanía», más conocido por adicción a las compras. Por eso, para la Organización Mundial de la Salud cualquier tipo de adicción es considerada una enfermedad física y psicoemocional si crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación, y ésta es una de ellas.

«La adicción al alcohol, al tabaco o al juego están muy penalizadas o destacadas como negativas por gran parte de la sociedad. Sin embargo hay algunas que no se ven, y la compra compulsiva es una de ellas. No sólo es invisible, sino que no es tratada como adicción, además de ser estimulada por la sociedad de consumo», explicó la psicoanalista Adriana Guraieb.

¿Cómo es el perfil de un adicto a las compras?

Un factor terriblemente poderoso o negativo para este trastorno son las tarjetas de crédito
El comprador compulsivo tiene rasgos muy parecidos a los de cualquier otro adicto, y algunas de las características y tipo de conductas que forman parte de su comportamiento son las siguientes: sensación de vacío, autoestima muy baja, necesidad imperiosa de agradar o de calmar una situación que cree y considera que la va a satisfacer por medio de las compras, entre otras.

Por lo general, adquiere cosas inútiles o que no necesita. El proceso de compra tiene un circuito compuesto por 3 etapas muy bien definidas. Quienes forman parte de él cumplen religiosamente los siguientes pasos:

1 – La persona se siente triste, desdichada y vacía, y qué mejor que ir de compras para calmar sus penas. En ese momento predomina la irrealidad, porque no tiene en cuenta si está sustrayendo dinero de sus familiares, el sueldo que gana o cómo va a pagar las cuentas.

2- Después de comprar la vuelta a casa se convierte en un momento de reflexión, ahí es cuando empieza a darse cuenta de que es un problema ya que comienza a pensar si lo que compró lo va a usar, si tiene algo parecido, cómo hará con el pago de la tarjeta. Cuando llega, su familia o la persona con la que vive empieza a mirarlo y a notar lo que pasa, allí es cuando necesita esconder lo que compró.

3- La situación anterior pone mal a la persona y vuelve a desencadenarse una crisis de ansiedad que lo lleva a tratar de comprar, para volver a sentirse bien y así sucesivamente.

¿Cuándo estar alerta?

La “oniomanía” es estimulada por la sociedad de consumo
Una de las primeras señales es «gastar más de lo que se puede»: todo comienza con un desfasaje al utilizar la tarjeta tarjeta de crédito. Pero esto no termina allí, ya que hay casos extremos en los que terminan en la quiebra .

«Son maestros en las tarjetas de crédito, por eso hay que reducir la cantidad, aunque lo ideal es que no haya ninguna. También se recomienda escribir qué hay que comprar y en los días que está particularmente angustiado, abstenerse de salir de compras o no salir solo y con dinero en efectivo. Si no lo puede resolver de ese modo es conveniente que pida ayuda psicológica», contó la especialista.

Con un tratamiento asistido podrá darse cuenta de que ese vacío no lo llena con ropa, zapatos u objetos. Lo importante es encontrar la verdadera causa del sufrimiento. Por eso, si no se acompaña a la persona que padece este trastorno, es muy difícil que renuncie o que pida ayuda.