Es común que durante la efervescencia de las campañas políticas se hagan promesas y compromisos con la ciudadanía con el único propósito de ganar su aprobación y confianza, pero que una vez estando en el poder por incompetencia o indolencia no logran materializarse.
La demagogia constituye una amenaza contra la democracia, la debilita, además de disminuir la confianza de los ciudadanos en la política y en los políticos, siendo la principal causa de insatisfacción y descontento social respecto de los resultados del gobierno.
Una buena parte de la ciudadanía ya no confía en las promesas de campaña, debido a que la palabra empeñada se ha abaratado, perdiéndose la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Esta situación dista mucho del valor de la palabra que nos enseñaron nuestros abuelos, la obligación de facto que adquieres cuando te comprometes, recordando aquel proverbio chino que dice que en la vida hay tres cosas que no vuelven atrás, la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida.
Al empeñar la palabra se debe tomar conciencia del verdadero significado que conlleva esta acción, porque se trata de nuestro prestigio, ese que heredamos a nuestros hijos y que es como la confianza, una vez que se pierde ya no se recupera.
Las promesas incumplidas, la corrupción desmedida y los escándalos políticos han puesto en jaque la credibilidad en las instituciones, sobre todo en los partidos, pero como dice el refrán, no deben pagar justos por pecadores, no todos los políticos son corruptos.
Este caminar en la política me ha permitido conocer muchas mujeres y hombres honestos, que honran su palabra y tienen vocación de servicio, personas de una sola pieza que han visto en la política un medio para servir y no una oportunidad para servirse.
Política no debe ser sinónimo de corrupción, no todo está perdido, al contrario aún hay mucho por hacer y como ciudadanos tenemos la obligación de involucrarnos en los asuntos públicos, levantando la mano y la voz para contribuir al bienestar de nuestro entorno, haciendo política con sensibilidad y humanidad y cumpliendo con la obligación de heredar un país mejor a nuestros hijos.