*De Raúl del Pozo: “Ayer llegó la primavera cuando la tierra estaba floreciendo. Nadie anunció su llegada mejor que Virgilio, el mayor poeta de la Antigüedad: “Han huido las nieves, retorna la yerba a los campos y a los árboles su cabellera”. Camelot.

CUIDATE DE LOS IDUS DE MARZO

Los idus de marzo eran unas fechas de festividades en el calendario romano, quizá algo así como el carnaval veracruzano. Voy a Wikipedia: El nombre de ‘los idus de marzo’ viene dado por el hecho de que, el día 15 de marzo del año 44 a C., Julio César es asesinado a pesar de haber sido informado de la conjura para asesinarle. En la antigüedad, estos días (Idus) eran considerados de buena suerte, pero a partir de ese Idus de marzo, son considerados como negativos. Según el escritor griego Plutarco, César había sido advertido del peligro, pero había desestimado la advertencia: Lo que es más extraordinario aun es que un invidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado llamó al invidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado y sigo vivo”; a lo que el invidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado”.

AQUEL LIBRO DE THORNTON

El mejor libro de esa historia, junto con el de Shakespeare, lo escribió el gran Thornton Wilder. Se llama Los idus de marzo. Es una novela de género histórico publicada en el año 1948. La estructura del relato es de carácter epistolar. Cronológicamente se enfoca en los meses previos al asesinato de Julio César. La novela, aunque tiene elementos históricos ambientados en la antigua Roma, es ficción. Se han encontrado dentro de sus principales fuentes algunos poemas de Cátulo y referencias de la Vida de los doce Césares de Suetonio. La novela recrea el contexto histórico de los últimos estertores del periodo conocido como República Romana, así como los hechos que preceden y desencadenan en el magnicidio del célebre caudillo y dictador romano. La estructura narrativa está inspirada en las cartas de Julio César y otros documentos de tipo oficial, como los reportes de las lecturas de vísceras de animales que hacían para César los arúspices, como se puede leer al comienzo del libro. Figuran también entre los personajes relevantes Cleopatra, Cicerón y Cátulo. Aunque es una novela histórica, cada personaje consigue expresarse en su estilo con gran verosimilitud por medio de sus cartas. Entre los más reputados admiradores de esta obra se encontraba el escritor argentino Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez, y yo también, jeje. La crítica ha alabado el gran realismo y la fuerza narrativa de la novela, sin descuidar otros aspectos formales que le dan valor.

LA BUSQUEDA EN MADRID

Alguna vez, un viejo periodista ya fallecido en cama, como morían los viejos periodistas antes que la maldad llegara a nuestras tierras, José Antonio Berlín, cordobés culto a quien le gustaba saber y leer en los grandes libros, me pidió le buscara y comprara el libro de Thornton, Los idus de marzo. Pues una mañana invernal en Madrid, pedazo de la España en que no nací, me fui a recorrer, primero, sus viejas librerías, luego llegué a una llamada El Aleph, en homenaje al gran Borges, en la calle Ferraz y Luisa Fernanda. Me atendió un viejo librero y, para mi sorpresa, no solo encontré una copia, me vendió dos que tenía de un libro muy difícil de encontrar, pero que es una joya maestra de la literatura, de los tiempos de las traiciones, de los tiempos de los desencuentros. Aunque Schiffin decía: “Siempre he dicho que la librería ideal no es la que tiene el libro que andas buscando, sino la que te vende el libro que no sabía que querías”. Así me ocurrió otra vez en una librería de Buenos Aires, un viejo librero me vendió uno del gran Groucho Marx, que no buscaba. El gran García Márquez dictó frases de ese mismo libro. Y tomó una del gran Julio César: “Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es”. Julio César en Los Idus de marzo. “La culpa, Bruto, no está en las estrellas”, es, según Shakespeare, la famosa frase con la que Casio le convence para participar en el magnicidio. Los griegos antiguos eran unos grandes patriotas y asociaban la patria a los dioses. Escribió Indro Montanelli que cuando los dioses fueron destruidos por la filosofía, los griegos, no sabiendo ya por quién morir, cesaron de combatir y se dejaron subyugar por los romanos, que todavía creían en los dioses.

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