Más de uno se pregunta cómo diablos es que Mauricio Ortega, el ladrón que se llevó el jersey de Tom Brady, no terminó en la cárcel. La explicación es que el propio jugador de los Patriotas aceptó llegar a un acuerdo con tal de que le devolvieran el valioso uniforme con el que ganó el Super Bowl. En el arreglo la PGR fungió prácticamente como mediadora; el asunto nunca se convirtió en una tema penal. Lo comentan en «Templo Mayor» de Reforma.