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Crónica del Poder

Cada 25 de marzo, la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de la Anunciación o Encarnación del Señor. La Anunciación viene narrada en las primeras páginas del Evangelio de San Lucas (1, 26-38) donde se dice que el arcángel Gabriel fue enviado a Nazaret para anunciar a la Virgen María que sería la Madre del Hijo de Dios. La joven María respondió con un sí admirable “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra” (Lc 1, 38).
El momento de la Anunciación es la plenitud de los tiempos. Es decir, es el momento en
que Dios cumple las promesas que había hecho en el pasado, como lo dice San Pablo
(cfr. Gal 4, 4). Con la Anunciación se manifiesta el amor misericordioso de Dios pues Él
no abandona al hombre sino que envía a su propio Hijo para salvarnos; con la
Encarnación Dios asume nuestra naturaleza humana. Es su amor por nosotros lo que
se revela en ese acontecimiento.
Dios escogió a María de Nazaret para ser la madre de su Hijo. Ella fue preservada del
pecado desde el momento de su concepción, por ello la celebramos como la
Inmaculada Concepción. Santa tenía que ser la que llevara en su vientre al que nos
traería la salvación. En el momento de la Anunciación, el Ángel Gabriel la saluda con
estas palabras: “Alégrate María, llena de gracia” (Lc 1, 28). Esto significa que María
goza de la presencia de Dios de una manera especial, no solo por llevar una vida
conforme a la voluntad de Dios, sino porque el pecado no manchó su alma. Ella es la
llena de gracia.
Con ocasión de la solemnidad de la Anunciación, Mons. Francisco Javier Chavolla
Ramos, obispo de Toluca, responsable de la Dimensión Episcopal para la Vida dio a
conocer un breve COMUNICADO SOBRE LA VIDA HUMANA. Las diócesis de México
celebran el día 25 de marzo como el DÍA DE LA VIDA. Y a nivel internacional se celebra
EL DIA DEL NIÑO POR NACER.
Señala Mons. Chavolla que “la Anunciación nos revive la conciencia de que la vida
humana no nos la hemos dado a nosotros mismos, sino que la hemos recibido” y
citando al Papa Francisco agrega “El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha
sido dado” (Amoris Laetitia n. 88).
Desde el momento mismo en que se concibe un ser humano se inicia una nueva vida.
Esa vida humana no es simplemente un conjunto de células, o una parte del cuerpo del
que la mujer se puede deshacer, como falazmente quiere hacer creer la mentalidad de
la cultura de la muerte, sino un ser humano que se está gestando en forma
independiente como lo muestran los estudios de genética. Por ello estamos llamados a
proteger, cuidar y preservar la vida humana desde el momento en que se concibe.
“Nadie puede violar la integridad de otro ser humano: ni por fines de investigación, ni
porque sea un anciano o nonato, minusválido o enfermo, demente o migrante”, agrega.
Lamentablemente existen hoy en México un sinnúmero de presupuestos que
menoscaban la vida humana. Los obispos de América Latina en Aparecida, señalaron
que “estos presupuestos están impulsando modificaciones legales que hieren
gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de
la familia” (Documentos de Aparecida 40).
Es contradictorio que hoy se impulse el cuidado de los animales como una
responsabilidad y que por otra parte existan algunas voces que quieran legitimar el
poder de asesinar a los no nacidos, presentándolo como un nuevo derecho o una
conquista de la postmodernidad. Esa mentalidad antihumana y criminal va
contaminando diferentes ambientes, negocia y hace planes perversos para atacar al ser
humano, convirtiéndose en un destructor insensible sobre todo de los que no se pueden
defender o no tienen voz.
Ahora que se pretende reformar el Código Civil de Veracruz esperamos que se
confirme el respeto por la vida humana, la familia natural y el matrimonio entre un
hombre y una mujer. Así lo han expresado miles de veracruzanos. Deseamos además
que se respeten las instituciones familiares y que se proteja el derecho que los padres
tienen de educar a sus hijos y el derecho de los hijos a tener un papá y una mamá.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa