El libro reseñado esta semana se construye a partir de las 40 preguntas que determinarán la situación legal de los niños que emigran solos hacia Estados Unidos.

Valeria Luiselli

Editorial Sexto Piso

México, 2016

Pp.103

Al final del prólogo, Jon Lee Anderson asegura que “este es un libro profundamente conmovedor, que en sus pocas más de cien páginas, con su título simple, provocador, se presenta como una historia sencilla, guiada por cuarenta preguntas. Sin embargo, nos encontramos ante una historia de gran fuerza, hermosamente narrada por Valeria Luiselli. Estoy seguro que todo aquel que lo lea no se arrepentirá, ni lo olvidara fácilmente”. Hago mías estas palabras.

Luiselli construye el texto a partir de las 40 preguntas que sirve de base para determinar la situación legal de los niños que emigran solos hacia los Estados Unidos. Del tipo de las respuestas los abogados de las organizaciones de la sociedad civil que apoyan a estos niños construyen los casos, para tratar de que se queden y no sean deportados a sus países de origen.

La primera pregunta es “¿Por qué viniste a los Estados Unidos?”. La autora trabajó como traductora voluntaria, junto con una sobrina, para ayudar a armar los casos en defensa de estos niños, sobre todo de Honduras, El Salvador y Guatemala. A partir de esta experiencia pudo conocer de primera mano el complicado proceso legal del que dependen miles de estos niños que arriesgan su vida en la travesía de sus países, cruzando por México, para llegar a Estados Unidos.

El libro de Luiselli, un ensayo a medio camino entre la crónica y el reportaje, es un ir y venir entre la trágica vida privada de estos niños que huyen de la violencia y la inseguridad en sus países de origen, y la vida pública que deja ver, que disecciona, como opera el sistema migratorio de los Estados Unidos. Ella nos muestra el desamparo brutal en el que viven estos niños a su llegada a Estados Unidos. Que se queden o no depende, al final, de las respuestas a las 40 preguntas.

La autora nos trasmite su experiencia en el trabajo como voluntaria. Están presentes su esperanza y su impotencia. Ella ayuda a los niños para que respondan a las preguntas. A muchos de ellos se les dificultan las respuestas. En su ingenuidad no saben qué contestar. Tienen miedo y desconfianza. Han vivido situaciones terribles. Ella sabe que entre más trágicas sean las respuestas más posibilidades tienen los niños de quedarse en Estados Unidos.

Luiselli nos dice, a partir de su experiencia, “que no hay modo de estar al tanto de lo que ocurre en nuestra época, en nuestros países, y no hacer absolutamente nada al respecto. Porque no podemos permitir que se sigan normalizando el horror y la violencia”. Y agrega que las historias de terror que le tocó escuchar son parte “de una compleja constelación en la que las estadísticas no son suficientes. No solo hablan de una historia particular sino de un relato colectivo de grandes desplazamientos del sur a los nortes globales, la historia de la violencia del capital y de la desigualdad rampante en América Latina”.

El libro está escrito en una prosa clara, elegante y directa. Al describir el dolor, la tragedia de cada una de las vidas infantiles a las que nos da acceso, nunca recurre al melodrama. Mantiene una actitud respetuosa, no distante, que nos hace comprender de mejor manera, con más fuerza, la situación terrible en la que viven estos niños que no termina con su llegada a la frontera cuando se hacen apresar por las autoridades de migración estadounidense, para iniciar su proceso legal. La política de migración del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hace del libro un texto de absoluta actualidad.

@RubenAguilar