zairosas.22@nullgmail.com
Una niña se suicida, los padres desconsolados no entienden por qué, en su escuela todo mundo le pone flores en el casillero a manera de altar e incluso se hace una campaña desde la institución buscando prevenir el suicidio, haciéndole ver a los estudiantes que no están solos. ¿Por qué decidió quitarse la vida? Fue culpa de todos, fue víctima de tantas agresiones físicas y emocionales que no pudo soportarlas, sus padres estaban inmersos en crisis económicas, sus compañeros creían que todo lo que pasaba no era la gran cosa, los maestros nunca quisieron ahondar en lo que ocurría a su alrededor, y al final todos y cada uno estuvieron presentes en los momentos más difíciles de su vida. Incluso en los momentos más obscuros de la vida de otros, presenciaron una violación, ataques constantes a otros compañeros pero por miedo o precaución eligieron voltear y seguir su camino, pretendiendo que no estaban al tanto de nada.
Hannah, ese era su nombre, intentó pedir apoyo, hablar con alguien de todo lo que le pasaba pero sus señales no fueron lo suficientemente claras para los demás, quizás esperaban oír de ella ¡Auxilio, me voy a matar!, pero en lugar de eso, Hannah les daba metáforas a los profesores, comenzó a volverse dispersa en las clases, cada vez hablaba menos con sus padres y dejó de tener amigos y pese a que todos fueron partícipes de ello, nadie dijo o notó nada.
Lo anterior sólo es parte de una serie “13 reasons why” de la cual no quiero decir más por si después de leer mi artículo deciden verla (realmente vale la pena), mientras avanzaba capítulo a capítulo no sólo entendía el caso de Daphne, el por qué tardó tanto en decirle a sus padres de lo ocurrido, entendía por qué ahora el bullying es tan comentado en todas las escuelas y cómo hemos sido partícipes de su propagación, pero sobre todo comprendí que cada vez volvemos más cotidianos los problemas, haciendo responsables a todos pero siempre ignorando que también estamos involucrados nosotros, dejamos que sean los demás quienes resuelvan la situación o fingimos nunca saber nada por la falsa creencia de que no es nuestro problema o que no somos a quiénes les corresponde actuar.
Sabemos perfectamente que algo está pasando, ya sea en México con los desaparecidos o los ataques constantes al otro lado del mundo en Siria, pero seguimos sin hacer nada. ¿Qué podemos hacer desde aquí? Podrán decirme algunos, pero la respuesta es ¡mucho!, desde informarnos para entender lo que está pasando y poder presionar como humanidad para evitar estos atentados, hasta donar a las organizaciones que se encargan de llevar ayuda o intentar salvar vidas.
Mientras tanto en México podemos comenzar por no callarnos, a veces el miedo pesa, pesa demasiado porque los muertos y desaparecidos hablan de más, pesa en medio de la inseguridad en muchos estados, pesa la corrupción y tememos obrar adecuadamente porque de cualquier forma nunca sirve de nada, y entonces volvemos algo común un asalto, los feminicidios, normalizamos el que la educación sea mala en el país y culpamos a los maestros por ser los están frente al grupo pero no exigimos reformas reales en el sistema. Siempre es más sencillo buscar que recaiga la culpa de manera inmediata.
¿Y si empezamos asumiendo las consecuencias de nuestras decisiones? es momento de dejar de culparlos sólo a los gobiernoss, nosotros los pusimos ahí, podré tener muchas dudas respecto al manejo de nuestro Presidente, pero tengo la certeza de que ganó, sus campañas y momentos de telenovela lo llevaron a la silla presidencial, al igual que en su momento a los Duarte, Montiel, Padrés y Granier. En caso de que alguno haya ganado legalmente, fue porque lo permitimos.
Los gritos de auxilio son evidentes en cada parte, más ahora que la información cabe en la palma de la mano, sabemos claramente lo que ocurre incluso al otro lado del mundo, pero nos hacemos los sordos y seguimos en la indiferencia, ese es nuestro mayor problema, como sociedad tenemos las prioridades desfasadas. Nos repetimos una y otra vez que es el sistema, son los demás pero no somos nosotros, “Nosotros no sabíamos que algo estaba pasando” dijeron todos los involucrados con la muerte de Hannah, lo mismo escucho cada día en cuanto se atenta contra alguien. Yo no sabía… Pero y si realmente supiéramos qué hicimos mal, ¿Cambiaríamos algo?
Si sí, comencemos a hacer un examen de consciencia, desde las veces que permitiste que el más fuerte atacara al débil, incluso quizás en casa; las veces que olvidaste inculcar el respeto a hombres y mujeres por igual, esa vez que viste a una persona realmente necesitada de tu ayuda y preferiste voltear la cabeza hacia otro lado o cuando alguien decía auxilio y fingiste no escuchar, no dejemos de lado el montón de ocasiones en los que culpabilizamos a la víctima o permitimos que se manchara su reputación porque era más sencillo decir que se murió por puta, ¡Sí eso decimos! Dejémonos de eufemismos y no finjan escandalizarse mientras leen la palabra porque la han usado o escuchado todos los días. Y la culpa no es de las putas, ni de los que seguro andaban metidos en algo chueco, la culpa es nuestra. LOS CULPABLES SOMOS NOSOTROS, sí en primera persona del plural, no ellos, NOSOTROS.