Es cierto que cuando se pierde la confianza cuesta trabajo recuperarla… cuando menos en poco tiempo; pero en política y particularmente sus organizaciones, hay algo que debe quedar claro: los partidos son instituciones, es decir son el “objeto” (o medio) para hacer política, y los actores, son el “sujeto”, que poseen cualidades pero también defectos y limitaciones. Por eso hay que separar en una evaluación sumaria, lo que es el objeto (institución) del sujeto (las personas), porque no son lo mismo ni se pueden evaluar igual.
Y puedo llevar el ejemplo a otro plano: una Universidad es una institución educativa que prepara y da la oportunidad a los individuos de formarse en una disciplina—es el objeto o medio–; pero la Universidad una vez egresado el alumno, no se hace responsable de los actos– buenos o malos–de los profesionistas en su ejercicio, sólo de su formación. Pero si esa institución es de excelencia pues tiene muy alta la probabilidad de que el producto sea muy bueno.
En el caso de los partidos políticos sucede algo similar, son instituciones que forman y dan oportunidades a sus militantes dentro de los espacios de su estructura, como dirigentes o en su función de representantes populares y pueden éstos actuar con profesionalismo, consciencia, valores y responsabilidad o por el contrario, aprovechar esos espacios para actuar de manera incompetente, poco ética o ilegal. Pero si la institución se preocupa por preparar a su gente en la excelencia, la probabilidad de tener políticos de alto nivel es mucha.
Esto quiere decir que el éxito o fracaso de las instituciones depende en mucho de la actuación de las personas y en el caso de los partidos—que son espacios donde confluyen intereses–, de su preocupación por preparar a sus integrantes para minimizar los riesgos de que se presenten fallas humanas y eso afecte la misión y objetivo para el que fueran creados. Riesgo mayor en los partidos que no tienen ideario ni principios o que operan de acuerdo a la visión de quien los encabeza, que es quien define las reglas y acciones.
Luego entonces, sí, es responsabilidad de los partidos políticos el de esmerarse en tres aspectos: 1) asumir el compromiso de formar y capacitar a su militancia en los más altos valores de la política y en el conocimiento de sus elementos ideológicos básicos y estatutarios para que con vocación, mística, convicción y disciplina, tanto dirigentes como integrantes, desarrollen una actuación positiva y eficiente, aprendan a trabajar en equipo y sin perder el objetivo se esmeren en actuar profesionalmente y sean sus actos los que hablen por sí mismos frente a la sociedad. 2) esmerarse por perfeccionar sus procedimientos de selección de aspirantes a diferentes cargos para que lleguen los mejores, aquellos y aquellas con perfiles idóneos en capacidad y liderazgo, cuya historia de vida corresponda a una actuación ética y profesional impecable, para que ello se proyecte en el servicio. 3) asumir la responsabilidad como partido de llevar el seguimiento de la actuación de sus representantes para prever desviaciones en su función y de esta manera anticiparse a cualquier aspecto que llegue a manchar su prestigio.
Y, si hay un partido que está empeñado en rescatar la confianza de la ciudadanía y sus bases ideológicas, es sin duda el Partido Revolucionario Institucional, que hoy más que nunca requiere de la reflexión pero también de la formación cognitiva y emotiva para recuperar su esencia. Y para ello es necesario retomar dos aspectos: a) los elementos ideológicos y, b) la adecuación a las nuevas necesidades de partido y del país, plasmándolo en sus documentos básicos:
a) Los elementos ideológicos, le permitirá al PRI rescatar esa particular mística que concedieron los pensamientos de grandes filósofos, intelectuales, líderes sociales y políticos del siglo XX, que hicieron lo correcto en su momento para impulsar el avance económico, cultural, social y político del México, en el pasado y el presente siglo. Hombres y mujeres de bien, que en este partido han sido modelo de capacidad y sensibilidad, que escribieron su historia y que se esmeraron en diseñar un ideario, normas y políticas dando forma a un programa de acción como institución política y como gobierno cuando así lo han sido y que gracias a ello consolidaron un país de avanzada.
Gracias a esos elementos ideológicos el PRI cuando no ha sido poder, ha podido mantenerse unido actuando como una oposición responsable al anteponer el interés superior a un solo proyecto que se llama, México. De ahí que haya recuperado espacios perdidos en entidades y municipios, a partir de recobrar la confianza, rescatar la identidad y hacer resurgir el orgullo.
b) Por otra parte, el priismo en cada momento de la historia ha buscado perfeccionarse y ello ha implicado revisar sus lineamientos internos –documentos básicos–readecuándolos a las nuevas exigencias para ser mejores. Su declaración de principios, estatutos y programa de acción, son preceptos que posee desde que nació y que se modifican y enriquecen con el auxilio de su militancia en cada Asamblea Nacional, definiendo en ese ejercicio inclusivo de opiniones, la forma en que percibe el servicio a la sociedad a partir de los temas más importantes de la agenda nacional, delineando su programa de acción y redefiniendo todo aquello que pueda hacerlo mejor en sus formas de organización interna, privilegiando hoy como nunca, la exigencia de que sus militantes actúen con ética y perfeccionando sus procesos selectivos para hacerlos más confiables y justos.
Luego entonces, poniendo atención a estos dos elementos, el PRI tiene forma de respirar aire puro y fortalecerse y, con ello, emprender su recuperación rápidamente y así lo ha demostrado en el pasado. Hoy como nunca, este partido está obligado a buscar mejores causes para desterrar dentro de su seno prácticas dañinas e injustas que en el pasado solo le dejaron desaliento y desprestigio, de ahí que se aboque a endurecer las normas contra los que fallen a los principios de honestidad y lealtad y sean sancionados de manera ejemplar. De ahí que su próxima Asamblea Nacional a celebrarse en el mes de Agosto, intentará ser un parteaguas que sentará las bases para una reforma integral que mucho le hace falta para fortalecerse y pueda así enfrentar los retos del presente y futuro. La expectativa de los priistas es que dicha Asamblea Nacional sea tan progresista y efectiva como lo fue la XIV que se celebrara en el mes de septiembre de 1990 siendo Luis Donaldo Colosio Presidente del PRI nacional, que sentó las bases estructurales e ideológicas que hasta hoy prevalecen en la mente de los verdaderos priistas y que si algunos las olvidaron es la gran oportunidad de retomarlas.
Para los priistas el éxodo de algunos, debieran verlo como una ventaja, eso es mejor que seguir aceptando la traición interna, el chantaje o la actuación condicionada de algunos que se les hizo vicio vender su voto al mejor postor. Luego entonces siempre será mejor hablar con la verdad frente a la ciudadanía y rechazar todo aquello que mancha la imagen institucional. El que el propio PRI hoy denuncie a los militantes que le fallan, los sancione con las reglas internas y los sitúe frente a la acción de la justicia, es la mejor demostración de que las cosas van en serio y la única forma de decirle a la sociedad que la entiende y la respeta.
En el caso del priismo de Veracruz hay mucha gente que está regresando s mirada a su partido –a su institución política, la de siempre, la que quieren y han apoyado en las buenas y en las malas y que en el pasado reciente le dieron la espalda–, pero que hoy desean verlo triunfante en la competencia electoral. Hombres y mujeres—jóvenes y adultos–, que son leales a toda prueba y han aprendido la lección de no caer en el exceso de confianza y de ser los primeros en denunciar todo aquello que les hace daño como partido y en el ejercicio del poder. Hoy hay en el priismo de Veracruz una gran madurez porque ha sabido enfrentar la crítica, pero también le ha quedado claro y está convencido de que no todos son iguales y que por unos, no se puede manchar a sus hombres y mujeres y menos a una institución que le ha dado mucho a Veracruz y a México.
El PRI, sin los malos priistas, es otro. Luego entonces le conviene que terminen de irse éstos para que resurja por sí mismo. El viejo PRI y sus alimañas, está ya en los otros partidos. Ahí buscaron su refugio, demostrando con ello sus deseos fehacientes de continuar apostándole a satisfacer sus objetivos y ambiciones en donde les hagan un hueco. Estos han llegado a otro lado a hacer lo mismo que hacían en el PRI, a militar por conveniencia y no por convicción.
Finalmente puedo afirmar que si el PRI no pierde el tiempo en lamentaciones y divisiones, si recupera la fe en sí mismos centrando la atención en el trabajo y en la estrategia, y si se vuelve vigilante del comportamiento de sus actores políticos, habrá de rescatar la confianza y resurgirá de manera natural. Con todos sus defectos y limitaciones esta institución política sin duda sacará la casta, porque tiene en su ideario los mejores sentimientos para enorgullecerse y… en su gente, –personas extraordinariamente valiosas-, la mayor riqueza en qué basar su resurgimiento, respondiendo así con eficiencia y nobleza aun al escenario más adverso.
Gracias hasta la próxima.