*De Shakespeare: “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”. Camelot.

LA FOTO DE VICENTE (BENITEZ)

Circuló en las redes sociales una foto de diputados veracruzanos con el gobernador Yunes Linares. Se habían convocado con valor en Palacio, para que el Preciso les dijera, cómo maestro a alumnos, como anda de apretado, sufriendo y pujando por ese asunto de los dineros. Entre puros panistas apareció esa foto, arriba a mi izquierda, casi como decía el Doctor IQ, el diputado Vicente Benítez González. Del Distrito XXV de los Tuxtla. Se invitó a todos y, como los llamados a misa, fueron los que quisieron, los de Morena ya se sabe que le hacen fuchi al góber, mas desde que zarandeó a su patriarca y Mesías, el Amoroso AMLO. Ignoro que les pasó a los del PRI. Me cuenta un amigo diputado, que Vicente, congresista de Nueva Alianza, cuando iba a ser la foto oficial, quiso hacerse a un lado para que saliera esa foto toda azul, pero Miguel Angel le invitó y le dijo: ‘vente, acompáñanos’, porque puede suceder, como cantaba Enrique Guzmán. Vicente quiso ser institucional, lo cortés no quita lo valiente y sabe que el esfuerzo es de todos, se hablaría de la reestructuración de la deuda, y eso ayuda a todo Veracruz. En asuntos económicos, donde se requiere el apoyo de los congresistas para hacerle frente a la deuda y reestructurar, se necesita estar unidos, dejar los colores de los partidos, las envidias y los sinsabores, dejar atrás las campañas y sus resultados, vamos, como dijera un exalcalde de mi pueblo: “Hay que estar unidos como un racimo de coyol”. Esa fue la historia de esa foto, que causó resquemor.

EL MES DE JAVIER VALDEZ

Parecería que el proditorio crimen del periodista y fundador del prestigiado semanario Riodoce, Javier Valdez, sirvió como detonante para que periodistas de todo el país se unan pidiendo justicia. La misma Embajada Americana puso en su portal de Facebook, una fotografía de Javier enmarcada por la bandera de las Barras y las Estrellas, en homenaje luctuoso. La OEA pidió que “En México no puede perderse más una vida de periodista”. Hubo marchas para recordar a Valdez, y una de ellas, arrastrando su edad avanzada, la gran escritora Elena Poniatowska, mujer excelsa en el periodismo, ganadora del Premio Cervantes y uno de nuestros orgullos. Como los fotoreporteros y reporteros de a pie, se sumó a esa caminata y pedía Justicia, que es lo mismo que le pidieron al presidente Peña Nieto, cuando otro periodista de prestigio, Álvaro Delgado, del semanario Proceso, le interrumpió un evento en Los Pinos donde premiaban a Rogerio Azcárraga, y el Estado Mayor Presidencial a las vivas, iban por él para quitarle su pequeña manta, que seguro metió entre el bolsillo de su saco, para pedirle al presidente cesen los crímenes y se detengan a los culpables. Álvaro, con sus dos manos alzadas, extendió su pequeña mensaje, donde pedía: “Basta ya de sangre. Rectifique, presidente. Ni uno más”. Desde aquel crimen al periodista del diario Excélsior, Manuel Buendía Téllezgirón, primer crimen de la narcopolítica, creador de la columna Red Privada, que de cuatro balazos lo acribillaron, desde ese día, de hace 33 años, ha corrido mucha sangre en los pavimentos de las calles, o en sus domicilios, muchas de periodistas en un país donde los malos ya son más y tienen de rodillas al Estado, aunque ellos lo nieguen. En la página de Internet de Riodoce, lanzan una encuesta:

El 68% cree que el crimen de Javier Valdez quedará impune.

Un 30% que el gobierno presentará chivos expiatorios.

Un 2% que las autoridades llevarán a juicio a los autores materiales e intelectuales.

En un cintillo de ese semanario, con la fecha de su nacimiento y muerte (14 abril-1967-15 de mayo 2017), marcan los días de la impunidad. Hasta ahora, en ese reloj de la muerte, van 33 días. Oh la muerte, como escribiera Shakespeare en Macbeth: “Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes”. Javier no descansará en paz, sin duda, mientras los criminales no estén tras las rejas, purgando condena.

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