*Del gran Jorge Luis Borges: “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. Camelot.
BEBO VALDES
Hace algún tiempo, en un lugar de la Mancha entre Madrid y Sevilla a bordo del veloz tren AVE (acrónimo de Alta Velocidad Española), entre la campiña madrileña y sevillana y con un calor tipo terrablanquense del demonio, compré los dos diarios que suelo leer, cuando por España merodeo: El País y El Mundo. Cuando lo hago en Barcelona voy a Vanguardia, su otro diario señero. Las buenas lecturas avivan el pensamiento y te hacen menos burro. Entré a la sección de espectáculos y le encontré. Conocí la historia. Debo decir que, con toda mi experiencia musical de años, no sabía de él. Era la primavera de 2003, una primavera española donde hay que comer mucha fabada y darle vuelo a la hilacha. En cuanto bajé en Sevilla busqué el disco. Ha llovido desde esa época, 14 años es algo de tiempo. El productor cinematográfico Fernando Trueba reunió a un cantaor de flamenco, Diego “El Cigala” y al mejor pianista cubano, Bebo Valdés. 50 años de diferencia, uno en el piano, otro en el canto sublime, el cante jondo. Nacía Lágrimas Negras y la historia musical nunca volvería a contarse igual, los boleros cubanos jamás sonarían de la misma forma. Bebo, al tocar añoraba esa Cuba a la cual nunca regresó. Alguna vez El Cigala fue a esa Isla añorada y le llevó tierra fértil, en un frasquito solo para que volviera a oler ese aire de libertad, que se perdió cuando el barbón llegó y la tiene con su hermano como isla en decadencia, lidiando ahora con Donald Trump, que les puso el embargo a mil por hora, como rápido y furioso. Músico y arreglista del Tropicana y admirador del jazzista Duke Ellington y pianista del gran Beny Moré. Al abandonar Cuba en 1960 por discrepancias con el régimen castrista, Bebo también abandonó a su familia, a su esposa Pilar Valdés y a sus cinco hijos (entre ellos a Chucho). En Suecia formó una nueva familia al casarse en 1963. Allí vivió tocando el piano en un bar de un hotel sueco y así se ganaba la vida. Llegaron los éxitos. En 2004 consiguió un Premio Grammy, tres Premios de la Música, un Premio Ondas, cinco Premios Amigo, tres Discos de Platino en España y uno en Argentina, México y Venezuela. El periódico The New York Times consideró Lágrimas Negras como ‘Mejor disco del año’ y Bebo & Cigala llenaron los mejores teatros del mundo:
SU MUERTE A LOS 94
A los 94 años, Bebo murió en Suecia en un funesto mes de marzo, enfermo de Alzheimer, triste por no haber regresado jamás a Cuba, lleno de gloria y aplausos alrededor del mundo al ser considerado el embajador del ritmo cubano de la música.
Copio al escritor Fernando Trueba, quien descubrió y unió a esta pareja y escribió un responso en el diario El País:
“A Bebo no le gustaba hablar de política. Pero rara era la entrevista que no le preguntaban por Cuba, Castro… “Yo solo quiero hablar de música. No soy político”. Alguien le dijo una vez: “Entonces usted no piensa volver a Cuba mientras Castro esté vivo”. Bebo, sorprendido, lo miró: “¿Por qué usted dice eso? Sí, yo podría volver a Cuba con Castro vivo, perfectamente. Incluso con Castro de presidente. Eso sí, siempre que sea porque los cubanos lo han elegido”. ¿Es posible una mayor limpieza moral?
Creo que en ese disco están contenidas el alma de Bebo y también el alma de Cuba. Desnudas, sin adornos. Fue lo último que oyó Cabrera Infante, ya enfermo, antes de morir en el hospital, en Londres. Y salieron lágrimas de sus ojos. Pensé: ha muerto en Cuba. Se lo conté a Bebo y le dedicamos el disco. Guillermo murió en Londres. Bebo en Estocolmo. ¿Qué Gobierno puede ser el que hace que su mejor escritor, que su mejor músico, mueran tan lejos de su patria?”.
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