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La Jornada

Crece la disparidad de salarios de los trabajadores mexicanos respecto de los estadunidenses y asiáticos en el sector automotriz, pues por igual labor y productividad, un obrero nacional de este sector gana 3.3 veces menos que un coreano; 4.5 veces por debajo que un japonés y 7.6 veces menos que un alemán.

Esta situación genera una fuente de ganancia extraordinaria para las trasnacionales y explica que el factor laboral sea estratégico en el auge del sector, señala un análisis del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El documento puntualiza que el sector automotriz internacional genera empleo con las «facilidades brindadas por el Estado mexicano, como garantizar bajos salarios, supuesta paz laboral y con un perverso modelo sindical y contractual de absoluta simulación y de control de los trabajadores al servicio de las trasnacionales», que además se llevan sus ganancias a sus países de origen.

Los sueldos en el sector se han depreciado de manera considerable en prácticamente todas las armadoras, que en sus países pagan a los obreros varias veces más y les otorgan mejores prestaciones, mientras «contienen» salarios y reducen beneficios a los mexicanos.

El estudio La industria automotriz en México para el desarrollo de posibles estrategias de fortalecimiento del sindicalismo auténtico en el sector indica que mientras en otras naciones se ha elevado el salario, en el nuestro se ha dado «flexibilización y precarización de los contratos colectivos».

Flexibilización laboral y contención de salarios

La estrategia de la mayoría de las trasnacionales automotrices en nuestro país en años recientes ha sido firmar contratos colectivos con sindicatos blancos o de protección, principalmente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), incluso antes de que inicie la construcción o instalación de la fábrica y haya trabajadores. Esas organizaciones han aceptado la flexibilización laboral y contenido los incrementos salariales, apunta la investigación, encabezada por Héctor de la Cueva, del Cilas, y el doctor Arnulfo Arteaga García, de la UAM.

Añade que en el país, de 32 plantas automotrices, 19 tienen sindicatos «subordinados a las empresas, corporativos o charros de la CTM»; 10 tienen organizaciones de protección patronal y sólo tres son independientes, entre ellas la de Volkswagen en Puebla y Nissan en Cuernavaca.

Esta industria tiene en nuestro país la doble condición de falta de libertad sindical y, por ende, los más bajos salarios y prestaciones a escala internacional. De esta forma, México cuenta con una importante y modernizada planta automotriz de nivel global, «a la par que el costo de mano de obra más bajo en todo el mundo».

Detalla que las armadoras en Estados Unidos tienen un costo laboral 4.8 veces más alto que en México y en Canadá es 4.7 veces mayor; incluso en Brasil es 2.4 veces más elevado. Son marcadas diferencias, ya que en nuestro país las empresas cometen “dumping social, por la compresión salarial y contractual”, concluye el análisis.