¿Terrorismo fiscal?

En mi calidad de contador público, con algo de sentido común, no he salido de mi sorpresa al conocer el mecanismo que pretende establecer el SAT a partir del 1 de diciembre 2017 de manera obligatoria, y a partir del 1 de julio 2017 de manera opcional. Considerando sobre todo, que vivimos en un país con un nivel educativo que no supera el segundo de secundaria, y con un desconocimiento tecnológico brutal a nivel de las mayorías.

Resulta que el SAT pretende llevar el registro de cada tipo de producto o servicio que se comercialice en el país, por cada contribuyente. El equivalente a llevar la contabilidad de cada uno de nosotros en sus propias computadoras, incluido el inventario. Así, decidieron que las facturas electrónicas van a contener una serie de datos que permitan darle seguimiento a cada producto desde que sale de la fábrica, a cada cultivo desde que es semilla, y a cada servicio. Incluidos los importados. Para ello diseñaron el nuevo formato de factura electrónica que tendrá en lugar de conceptos, claves. Así, mediante números podrán llevar toda la estadística (o cuando menos eso piensan ellos).

80 claves para definir la aduana por la cual ha sido importado o exportado el bien. 52,839 descripciones de lo que se comercializa. 2,418 claves para definir la unidad de lo que se comercializa. 95,737 códigos postales, porque ahora no vendrá la ciudad sino el código postal en las facturas. 21 opciones de forma de pago. 3 opciones en el campo referente a catálogo de impuestos. 2 opciones en cuanto a método de pago. 178 opciones para la moneda con la que se paga. 27,305 opciones en el catálogo de agentes aduanales. 250 claves para país de origen o destino. 3,134 opciones en el catálogo de patentes aduanales. 21 opciones para el régimen fiscal. 18 opciones en el catálogo de tasas o cuotas de impuestos. 5 opciones para tipo de comprobante. 3 opciones para el tipo de factor. 7 opciones para el tipo de relación con el CFDI. 22 opciones para el catálogo de uso de comprobantes.

Apuesto a que terminará el próximo sexenio y no habrá congruencia en la información que se expida en comprobantes respecto a la realidad del país. El sistema es tan complicado que a pesar de multar y sancionar los errores que cometan los contribuyentes, jamás va a proporcionar información completa, si acaso ligeramente aproximada a lo que la autoridad pretende controlar. Habrá sectores dónde sea fácil controlar las operaciones y otros dónde será literalmente imposible. Sin embargo, las pérdidas para el país serán de miles de millones de dólares, ya que al hacer cada día más complicada la administración de las actividades productivas, los ciudadanos perderán más tiempo dedicado a cumplir con sus obligaciones fiscales que a producir riqueza para el país.

El objetivo principal es controlar los ingresos de los súbditos, pues al parecer, a los gobernantes ya no les alcanza el dinero que nos quitan. Se les olvida que complicar tanto la vida de los gobernados siempre termina en revoluciones. No recuerdan la historia de los resultados de gravar con impuestos la ventanas y las mascotas. O simplemente estiran la liga hasta que ésta se rompa.

Cualquier mexicano entiende que el gobierno promueve las actividades ilegales e ilícitas al complicar a grados inverosímiles el permanecer dentro de la legalidad. Cualquier comerciante o industrial entiende lo que ya entendieron los campesinos de Puebla, que hay menos riesgo, más ganancia y menos trabajo en lo ilegal. Ellos saben que han robado miles de millones de dólares en combustible y sin embargo, sólo 17 huachicoleros han sido presentados ante las autoridades competentes.

Ante la realidad existente, cada mexicano que hoy tiene un negocio, un cultivo, o que vende un servicio, enfrenta la duda de seguir en la formalidad o mejor irse a la informalidad, dónde sabe que estará seguro, protegido y que si acaso, pagará los impuestos indirectos que todos pagamos, sin pagar un solo impuesto directo. La informalidad se convierte así en un refugio.

¿Terrorismo fiscal? ¡Claro que sí!… ¿Exceso de fiscalización cuando no hay correspondencia en el uso de los recursos públicos? ¡Definitivamente! No cabe otra definición a lo que busca el SAT. Son tan eficientes que ni los recaudadores de impuestos de los señores feudales se les comparan. ¡Felicitaciones por ser excelentes en su trabajo de despedazar a México! Sólo les informo que no va a funcionar. No hay capacidad técnica para cumplir con lo que piden. No van a obtener la información que desean. No van a poder eliminar la evasión fiscal, al contrario, con esto, la estimulan. Nadie querrá ser formal gracias a estas medidas.

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