“Me agarraron como el tigre de Santa Julia” fue una frase muy popular durante el siglo pasado, las nuevas generaciones poco o en nada saben de ella y cada vez está más en desuso, para los que alguna vez la oyeron o usaron por alguna circunstancia es bueno recordar su origen.

A lo largo de nuestra historia se han suscitado hechos anecdóticos que marcaron el momento con frases o refranes singulares, este es uno de ellos. “El tigre de Santa Julia” tuvo nombre y apellido se llamó José de Jesús Negrete Medina, nacido en el estado de Guanajuato en 1873, con una vida difícil durante su infancia, al nacer fallece su madre y su padre no se hace cargo del pequeño el cual tuvo que ir abriéndose paso entre adversidades durante su niñez. En la adolescencia trabajó como jornalero en el campo, pasando muchas carencias, decide viajar a la ciudad de México en donde busca a una tía hermana de su madre con quien vive una temporada antes de enrolarse en el ejercito en 1895, con el paso del tiempo obtiene el grado de sargento segundo.

A principios del siglo XX es cuando un hecho real pasó a convertirse en leyenda urbana y la frase toma sentido. José de Jesús Negrete decide darse de baja del ejercito para unirse a una gavilla de facinerosos, entre ellos un conocido delincuente con el mote de “tranquilino” llamado Tomás Peña y otros malhechores que asaltaban por el rumbo de la Villa en la ciudad de México, con el tiempo se hicieron famosos debido en parte al prensa amarillista que exaltaba sus hazañas delincuenciales entre las que destacó un ataque a una gendarmería de donde obtuvieron como botín armas, municiones y una emblemática pistola que sería el arma amuleto del Tigre de Santa Julia como fue llamado debido a su habilidad para huir de una emboscada aniquilando a dos gendarmes.

En diciembre de 1905 fue aprendido y llevado a la cárcel de Belem de donde junto a otros cuatro secuaces se fugó, juntos huyeron menos “El tigre” quien decide tomar otro rumbo una vez en libertad – los otros cuatro fueron aprendidos horas después- el se dirige a la casa de su amante Guadalupe Guerrero que vive por el rumbo de Tacubaya a quien visitaba al caer la tarde y para no se aprendido salía a otros refugios en donde no pasaba más de dos días en cada uno de ellos por lo que era muy difícil su aprehensión.

El coronel Félix Díaz, sobrino del General Porfirio Díaz -presidente del país en ese entonces- formula una estrategia para atraparlo, esta consistió en hacer correr el rumor de ser también el amante de Guadalupe Guerrero provocando la ira del “Tigre de Santa Julia” quien herido en su orgullo llegó a la casa de Guadalupe sin las precauciones que lo caracterizaban, la casa se encontraba bajo la vigilancia de un cercano colaborador de Félix Díaz de nombre Francisco Chávez quien dio aviso de su llegada, 12 gendarmes fuertemente armados llegaron al domicilio ubicado en el llamado “callejón el nopalito” por el rumbo de Tacubaya, al entrar revisaron toda la casa, debajo de la cama, dentro de los roperos, en la cocina pero no encontraron nada, “el tigre” se había esfumado, uno de los gendarmes lo descubre en la parte de atrás a cierta distancia, se encontraba acuclillado entre la nopalera haciendo sus necesidades fisiológicas, sin darle tiempo de sacar su pistola colt 44 de cachas nacaradas, así fue detenido.

El abogado defensor Justo San Pedro utilizó la popularidad de José de Jesús para sensibilizar al jurado, el juicio se convirtió en un una acto popular, nadie quería perder detalle del juicio, finalmente fue sentenciado y fusilado el 22 de diciembre de 1910. A partir de ese momento la historia de su vida se fue aderezando con la imaginación de la gente hasta convertirlo en una leyenda de la que se han escrito libros, aparece en antologías, artículos como la de Carlos Islas, en los “Clásicos Juveniles” de Melina S. Bautista, otros lo refieren para ejemplificar el sistema de justicia penal de la época. Se hicieron canciones y corridos sobre él, su historia llegó al cine en 1973 protagonizada por Juan Gallardo y Norma Lazareno.

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