«El presidente Peña Nieto, cuando haga pública su decisión, a través de las elípticas y barrocas formas de la ortodoxia priista, como «el respaldo de las fuerzas vivas», debe haber la posibilidad de construir una narrativa en la que parezca obvio que, desde tiempo atrás, hubo señales que apuntaban a quien finalmente quedó. En este momento no descarte a nadie. Es más, aunque no sean modificados los estatutos durante la Asamblea Nacional, no descarte a José Antono Meade (si el PRI hace alianza con otro partido, no se requiere la militancia). Y si se modifican, no piense que ya es Meade». Lo escribe Enrique Quintana en «El Financiero».