El álbum debut más vendido en toda la historia del rock, con más de 32 millones de copias alrededor del orbe, se editó hace 30 años, el 21 de julio de 1987, por la compañía discográfica Geffen Records, cuando Appetite for Destruction a punta de riffs de Slash y los altibajos vocales de Axl Rose sacó del anonimato Guns N’Roses, la alineación de Hollywood, Los Ángeles, siendo catapultada a la fama.
Según ha difundido la propia página oficial de GNR, hoy, jueves 20 de julio, la banda ofrecerá un concierto especial en Nueva York para conmemorar el trigésimo aniversario del lanzamiento de su primer disco.
Trascendió que la céntrica Times Square sería cubierta con carteles, así como las inmediaciones del Apollo Theater, donde tendrá lugar el concierto, en los que se podrán ver por doquier el crucifijo con los cráneos de los miembros originales y debajo un hashtag con el texto #APPETITE3OTH.
Apetito por la destrucción
El primer disco del grupo —entonces conformado por el bajista Duff McKagan, así como los otrora integrantes, el guitarrista Izzy Stradlin y el baterista Steven Adler— salió originalmente con una polémica portada que terminó siendo censurada por la disquera para usar el diseño del tatuaje que el líder y cantante porta en su antebrazo derecho.
La carátula inicial era un diseño del artista californiano Robert Williams, que acabaría dando nombre al mítico LP y en donde se muestra a un robot que, supuestamente, acaba de violar a una vendedora de Mr. Mini-Mites (los robotitos rosas que se ven desperdigados por el suelo) y que está a punto de matarla.
Este diseño aparecía en una postal que Axl compró en Tower Records, en Sunset Strip, y automáticamente quiso utilizar tanto el título como la obra en sí para la ópera prima de su naciente GNR, nombre que fusionaba su pasado con L.A. Guns con el sobrenombre que usaba en lugar de con el que creció William Bruce Bailey.
Appetite for Destruction abría con un tema que sería uno de sus himnos Welcome to the Jungle y más adelante incluía otros dos cortes que en breve se volverían clásicos de su repertorio hasta la fecha Paradise City y Sweet Child O’Mine, todos ellos impulsados con videoclips que la cadena MTV no paraba de rotar en toda su programación diaria, con Axl y sus serpenteantes coreografías y Slash oculto detrás de su sombrero de copa con un cigarro pendiendo de la boca.
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