*El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza. William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico. Camelot.

EL OCASO DE DUARTE

Chesterton decía que de las adversidades toma la menor. El sábado se enjuiciaba a Javier Duarte de Ochoa. En el Reclusorio Norte llegaban los panzers de la PGR, ahora más aplicados, porque la primera sesión el abogado defensor les metió una tunda, como la de los chilenos a los mexicanos, de 7-0. Tanta que hizo que al gobernador Miguel Ángel Yunes se le pararon los pelos choleños y pegara el grito en el cielo y saliera a escena, diciendo que él tenía las confesiones de los socios, a quienes un día, cuando ya era gobernador electo, les buscó como el Ampudia que todos llevamos dentro y les encontró, a uno en Canadá, le hizo cantar las mañanitas que cantaba el Rey David en cinco idiomas, o sea, en el argot policiaco: soltó la sopa. Yunes acababa de pasar un trago amargo, cuando un Juez ordenó salir en libertad a los presuntos maleantes que habían liquidado a un ejemplar policía, en Cardel, y prendió las farolas. Si Duarte se le iba, adiós Nicanor. Allí comenzó la debacle del cordobés adoptivo, cuando Yunes le aireó una propiedad por aquí, unos milloncitos por allá, una lancha tlacotalpeña, una casita de campo y en rancho perrón, además de los billetes en bancos y cuentas. Allí comenzó su ocaso, aunque el verdadero ocaso de JDO llegó, me lo comentó una gente de sus cercanías, cuando en plena campaña electoral de gobernador, no supo apoyar a su correligionario, Héctor Yunes, y jugó a que perdieran todos los Yunes, y se fue con las alforjas a apoyar al de Morena. Allí cavó su tumba, no pudo hacer que el priísta ganara y ayudó a quien lo iba a perseguir, hasta tenerlo donde está. Porque el mérito es del choleño, sin duda, si no hubiera metido la presión a la PGR y a las autoridades federales y a la opinión pública, en Los Pinos jamás hubieran volteado a ver a Veracruz.

EL JUICIO

El juicio empezaba en día sábado. Hay vacaciones, los niños salen de las escuelas y las autopistas mugres de Capufe, saturadas, el secretario inútil, Gerardo Ruiz Esparza, gozando de impunidad, como se lo obsequió la revista Proceso del maestro Julio Scherer, que tituló en portada: ‘Ruiz Esparza, El Intocable’. Entraban a sesión mañanera. Era como el juicio a O.J. Simpson, ahora libre de su segundo pecado por robo, el juicio más visto en la historia americana y mundial, porque fue televisado y se esperaba pena de muerte a la gloria del fútbol americano, pero, teniendo unos abogados de primera, lo liberaron. Aquí había ese temor, entre los que odian a JDO, que son muchísimos. Por el Nuevo Sistema Penal Acusatorio, todo podía suceder. Los representantes de periódicos, radios y televisoras, estaban adentro, pero solo con lápiz y papel que allí les otorgaban. Imposible filmar algo, y quien lo hiciera violentaba todos los preceptos legales y a la cárcel. Por 12 horas se dieron un cara a cara. Ahora la PGR hizo la tarea, llevó más gente preparada para no hacer el ridículo de la primera vez, cuando JDO los zarandeó. Las apuestas en los Bingos y en Las Vegas estaban 9 a 1 a que no salía, a que lo vinculaban a Proceso. Al presidente le ha llovido en su milpa, trae socavones por todos lados y él los paga ante la opinión pública, por no descabezar a su inútil. Uno más lo liquidaría. La numeralia está en los diarios, la PGR le asestó 85 acusaciones y fue vinculado a proceso por los delitos de delincuencia organizada y uso de recursos de procedencia ilícita. Por lo pronto, seis meses allí, en el mismo reclusorio norte. Atrás quedaron los días de esplendor y gloria. Era un caso como el de O.J. Simpson, porque era la primera vez que se enjuiciaba a un exgobernador en este nuevo sistema penal. Porque Duarte, desde que les dijo, ahí se ven, captó todas las señales de medios, era más buscado que Jack el Destripador, a quien nunca encontraron en Londres. Los acusadores fiscales le exhibieron temas de infidelidad, que si una ‘amante mujer’, a quien le compró auto y casa, pero esos son chismes como para el Hola y TV y Novelas. Nada serios. La PGR ofrecía, además, cuando huía, 15 millones a quien diera un pitazo para detenerlo. No lo lograban. Se habló que él mismo se entregó pactado en Guatemala, donde murió la niña de amor, poniendo a salvo a su esposa y sus hijos. Así comenzó su calvario. El esplendor de su gloria se convirtió en su ocaso. No es una sentencia condenatoria, el Juez, lo deja dentro para que los delitos se puedan comprobar. O sea, ahora viene la chamba buena de los abogados defensores y de los acusadores, entre los que se formó MAYL, como un combatiente del Islam, para ir contra los infieles. Algunos creen que será sentenciado a unos 6 u 8 años. Otros piden cadena perpetua. Si la libra con pocos años, podrá ver a sus hijos ya crecidos, es joven, tiene 44 años y vive en el infortunio del desprestigio y las adversidades. Quizá en su celda, por las noches, en la soledad y tristeza de esa calma del encierro, piense en ello, en todo lo que la autoridad le reclama y piense que solo se vive una vida, y es muy duro estar tras las rejas. Que la historia ya lo hizo talco, lo ha juzgado mal aún sin ser sentenciado. Truman Capote lo definió en su gran novela, A sangre fría: “¿Qué es la vida? Es el brillo de una luciérnaga en la noche. Es el hálito de un búfalo en invierno. Es la breve sombra que atraviesa la hierba y se pierde en el ocaso”.

Visítenos: www.gilbertohaazdiez.