El olor a chocolate me alteró los sentidos… pasamos y vimos sobre una mesa larga, platos con tamal ranchero, piezas de pan, gelatina acompañados de algo que ya no sé si era arroz con leche, además de chocolate y agua fresca sabor naranja… como sé que la Mujer lo sabe todo y lo que no, lo inventa, le pregunté el porqué estaban esos platillos ahí: “del Voluntariado del IMSS”…

Por azares del destino, llegamos al Seguro Social… han sido semanas difíciles, o creo que va para un mes o más, que creo que de no ser por varias personas que de un modo u otro se cruzan en nuestro camino, el trance sería más difícil…

II

La Mujer tuvo que ir a otro edificio de la Clínica 11 para solicitar un expediente mientras me dejó platicando con el fotógrafo José Luis Cano, quien satisfizo mi curiosidad culinaria: todos los días, un grupo de mujeres con delantales naranjas y un corazón color verde, invita un desayuno o una cena (auspiciados por departamentos del mismo Seguro Social) a los familiares de pacientes que convalecen en las entrañas de este hospital… van llegando y forman una hilera de diez, quince, 20 o más personas… jóvenes, ancianos, niños, embarazadas, una gama interesante de gente se reúne y entonces, aparece la doctora Evelia Landa Mora. El fotógrafo me la presenta. Es la presidenta del Promotorado Voluntario del IMSS delegación Norte, quien de inmediato se dirige hacia quienes esperan el desayuno.

¡El Gel Antibacterial entra en acción! Una Promotora explica a los asistentes cómo emplearlo, frotarlo en sus manos y culminan con un “¡¡¡Manos limpias!!!”, que a pesar del ayuno, se oye fuerte.

III

Pasan los primeros de la fila a la larga mesa y ocurre algo maravilloso… el señor no se atreve a tomar el plato hasta que una dama del Promotorado se lo ofrece en las manos a la vez que le invitan chocolate o agua fresca. Digo que es “Maravilloso” porque si bien, los alimentos son de manera gratuita, muchas personas esperan a que les ofrezcan antes que tomarlos.

Dos mujeres a mi lado saborean sus platillos. No puedo evitar escuchar la culminación de sus alimentos: “Todavía hay gente buena… Gracias a Dios…” y mi postre espiritual: “así deberíamos ser todos con el prójimo… Gracias a Dios”.

Me ofrecen pasar por un platillo… tengo un chingo de hambre pero me niego… no me siento merecedor de él…

Veo a un matrimonio tomados del brazo dubitativos antes de bajar cuatro o cinco escalones. Me hacen recordar mis años mozos de barman o garrotero. Mientras cedo mi brazo a esa dama, con la otra confirmo que aún tengo el “marambo” para sostener un plato y un vaso en perfecto equilibrio.

IV

Tras cuatro o cinco hileras, los tamales volaron, los panes se terminaron y algunos alcanzaron sólo chocolate. No me pude negar a la invitación esta vez, porque una doctora me puso en las manos un vaso con agua fresca de naranja y un tamal. Cuando algunas personas apenas iban pegando media vuelta, el grito de la doctora Evelia Landa los puso en alto: “¡Esperen! ¡esperen!”; se regresan ¡y aparece la multiplicación de los pambazos!

Alrededor del edificio de la Clínica 11, hombres y mujeres descansan y lo juro, no sólo se alimentan de pan y chocolate, sino también de esperanza, porque me dicen que una vez que el Promotorado Voluntario del IMSS recoge las mesas del desayunador, se preparan para ir a los pasillos del Hospital, con varios objetivos pero sustentados en una premisa simple: Invitar…

Invitar a la Ludoteca donde exhiben películas para niños, talleres educativos o juegos de mesa donde pueden participar padres e hijos…

Invitar a participar en esos cursos de manualidades “fast track” para familiares o pacientes, donde les entregan material, se entretienen y hasta se llevan su manualidad…

Invitar a escuchar, a platicar, para después orientar al familiar de quien está allá, adentro…

Son más de 200 mujeres del Promotorado Voluntario del IMSS las que participan en Xalapa, Cardel, en el Puerto jarocho, Poza Rica, Martínez de la Torre y Tuxpan.

V

Alguien me cuenta que la doctora Evelia Landa está llevando a cabo un Proyecto de Sillas de Acompañamiento. De inmediato, recordé aquella ocasión que acompañé a mi amigo de la infancia Adrián Espinosa, cuando tuvo algo como una apendicitis y estuvo internado en el IMSS. Éramos adolescentes y me quedé a acompañarlo una ocasión. La camaradería hizo que pretendiera cederme espacio en su cama y una enfermera nos llamó la atención… ¡a dormir a la silla! Bueno, esas sillas de acompañamiento que ofrece el Promotorado Voluntario del IMSS delegación Norte, se desplazan y se convierten en unas “camas”, lo que es seguro que permita que se haga menos pesada la noche…

También hablan de otros proyectos para mujeres con cáncer de mama y muchos más que tienen en mente…

No recuerdo si le decía al fotógrafo José Luis Cano, que a veces vinimos tan ensimismados en nuestros problemas que luego pasamos al lado de pequeños milagros y no nos damos cuenta de ellos… ¡a menos que huelan a chocolate!

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