La última semana ha sido clave en el desgrane de conflictos internos de las principales fuerzas políticas del país; las decisiones que tomen buscando sortear dichos conflictos serán determinantes hacia el 2018.
La fractura panista, ha puesto en vilo la decisión perredista de deshacerse de morenistas y avanzar hacia el frente, sin importar que Morena siga acumulando fuerzas de todas partes; esto, mientras el PRI espera a ver el desenlace de las luchas internas de sus adversarios para alinear sus propias fuerzas. Parece un trabalenguas político y lo es en toda la extensión de la palabra. Las cosas se han complicado tanto, que nadie puede hablar, a estas alturas, de reales definiciones, aún falta mucho por ver en las próximas semanas.
Si hemos de creerle al joven maravilla Ricardo Anaya, éste apostará todo para ser candidato presidencial y sacar adelante el Frente con el PRD y otras fuerzas progresistas como Movimiento Ciudadano. Pero, ojo, el conflicto al interior del PAN, no se limita al problema de los cinco senadores encabezados por Cordero, a favor de la elección del fiscal Peñista del Ferrari. No, el conflicto al interior del PAN, lo ha generado la cerrazón de Anaya, al negarse a abrir el más mínimo espacio a sus adversarios internos. Esta cerrazón es lo que ha generado una crisis en el panismo cuyas dimensiones no se terminan aún de vislumbrar.
Se trata de personajes con presencia y peso como Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, además de Gustavo Madero y otros con los que Anaya ya había roto en el pasado. Es una crisis que viene incubándose desde que el PAN decidió sus candidaturas para los comicios del 2016, y se desencadenó cuando ganó siete gubernaturas en ese año, esto hizo que Ricardo Anaya sintiera que la candidatura presidencial era suya, y por ello decidió excluir a los demás jugadores.
Desde esa perspectiva la crisis panista requiere de muchos movimientos y acuerdos para empezar a resolverse. Tampoco perdamos de vista a Rafael Moreno Valle, un aspirante con plataforma, empuje y los recursos para lanzarse con todo, apenas se abra un resquicio en el blanquiazul..
Volviendo al Frente, su fuerza dependerá en gran medida de lo que suceda en los próximos días en el PAN y de si el PRD sigue advirtiendo viable mantener la apuesta por Anaya. El PRD tiene muchos problemas, pero tiene un solo candidato en Miguel Ángel Mancera. Esa es una ventaja que Mancera hará valer.
El frente no es una mala opción, pero podría llegar a serlo si se procesa mal, si no se tiene claridad sobre cómo elegir candidatos ni cómo compensar las fuerzas de los distintos partidos. Porque el Frente significará menos opciones para los mismos aspirantes previos a su integración, y pensar que la distribución de candidaturas no dejará resabios es en realidad candorosa. Hasta ahora, todos los ejercicios frentistas que han hecho PAN y PRD partieron de tener un candidato fuerte y claro en torno al cual construir esa alianza que, siempre ha sido meramente electoral, sin programa de gobierno o agenda legislativa común. Esa ha sido la historia.
Lo que suceda en el PAN determinará por mucho el futuro no sólo de ese partido, sino también del equilibrio de fuerzas nacionales. El tricolor mientras tanto, está a la espera del descenlace blanquiazul que podría significarle un fortalecimiento a la candidatura de Jose Antonio Meade, más bien visto en el PAN, que en el propio tricolor que se apresta a postularlo.

rayarenas@nullgmail.com