*Es tiempo de las grandes tonterías. Camelot.

EL TRUMP DE SIEMPRE

Hace unos días, el presidente Donald Trump volvió a abrir otro frente de guerra. Ya no era el Muro de México ni el norcoreano cachetón. Ahora arremetió contra los jugadores de la NFL, por la sencilla razón de que muchos de ellos comenzaron a repudiarlo, por su política racista, y entre esas cosas, el mejor de la NBA, Stephen Curry, campeones del basquetbol, declaró que no irían a la Casa Blanca en repudio a su política. Le siguió el gran Lebron James. Un jugador negro cuando se tocó el Himno de Estados Unidos, no se puso en pie ni con la mano en el corazón, como acostumbran, haciendo un poco a la protesta que nació en México en la Olimpiada del 68, cuando unos negros desde el pódium de triunfadores, alzaron el brazo para exhibir el power black, o sea el poder negro, una forma de protestar. En los campos de futbol americano, en lugar de ponerse de pie, se hincaron, eso era una protesta. Trump montó en cólera y pidió a los dueños de equipos y al poderoso Comisionado de la NFL, que los echaran: “Saquen a ese hijo de p… de la cancha, ahora mismo está despedido”. No le hicieron caso, no solo eso, Lebron James, basquetbolista le dijo: “Visitar la Casa Blanca era un gran honor, hasta que apareciste tú”. Moles. Los domingos, cuando se juega el deporte más famoso de Estados Unidos, junto al béisbol y basquetbol, la protesta creció. Ahora son más los jugadores que lo hacen. No solo eso, el mismo negro que cantó el Himno Americano, al terminar la última frase (!Y desplegará su hermosura estrellada, Sobre tierra de libres, la bandera sagrada!), se hincó y fue ovacionado. Son polvos de los que les toca vivir, con ese hombre que no estaba preparado para ser su presidente, y todos esperan, porque no llegó el impechmeant, que llegue a su primer periodo para enviarlo a casa y nunca más volver, que se vaya a sus negocios y a la Torre Trump neoyorkina, y deje de hacer daño a los de afuera (México entre ellos) y a los mismo suyos allí dentro.

LOS LIOS DE NEYMAR

El jugador mejor pagado del mundo (222 millones de euros al Barcelona), cuyo fichaje espantó a la humanidad futbolera, anda enliado. Sucede que no hace los tantos goles para los que fue contratado. Y como la prima extra que le ofrecieron era de que si salía campeón goleador, le daban otro bono de un millón de euros, pa’ sus chescos. El presidente del PSG /París Saint Germain, Nasser Al-Khelaifi, primo de Hugo Chahín, árabe que controla más dinero que muchos países, dueño de esa cosa llamada Qatar (Qatar es el mayor exportador de gas natural licuado del mundo, tiene activos en compañías como Glencore, Rosneft Oil y propiedades como el Shard de Londres, y está a punto de comprar el Teleférico y el Poliforum de Orizaba), le mandó otro millón de euros a Cavani, que es el uruguayo que tira los penaltis en ese equipo, para que, de esa forma, ahuecara el ala y dejara que Neymar Jr. los tirara, para amarrar esa gran contratación. Edinson Cavani dijo nones, ese millón no lo quiero Los penaltis son míos. Y ahora ahí andan en líos. Al saberlo, el brasileño se enojó. Tomó su jet privado y se fue a Londres, a agarrar por su cuenta las parrandas, como la Paloma negra, y le dijo al entrenador que le dolía un pie y no jugaría. Ufff. Qué de líos, que se dejen de esos rollos y nos lo envíen al Cruz Azul, a ver si así se hace campeón, no en un minutos, sino en cinco, por parafrasear a Peña Nieto, y aquí lo dejamos que sea todo: Entrenador, tirador de penaltis, aguador y que por allí pida la renuncia del inútil Decio de María, presidente de la Federación de Futbol Mexicana, que es como el secretario del socavón: bueno para nada.

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