«La mujer, tal como es, es un individuo completo: la transformación no debe producirse en ella, sino en cómo ella se ve dentro del universo y en cómo la ven los otros». (Carla Lonzi)
Con el pasar de los días, ante la desgracia por los sismo ocurridos el pasado 7 de septiembre y el más reciente del 19, pareciera que las voces que exigían justicia para las mujeres, después del lamentable suceso por el feminicidio de Mara en el Edo. De Puebla, se acallarán, ha sido una pequeña pausa ante la desolada tragedia donde perdieran la vida, niñas, niños, hombres y mujeres como las trabajadoras de la fábrica textilera de la calle Chimalpopoca y Bolivia de la colonia Obrera, en la Cd de Mexico, en el cual fue de gran importancia la presencia en las labores de rescate de mujeres del frente feminista, quienes en todo momento exigieron fueran recuperados los cuerpos de más de 40 mujeres que de los niveles dos y tres no pudieron salir.
Si, el evento de la naturaleza nos movió a todas y todos, a ocho días del gran sismo que abatiría los estados de Morelos, Guerrero, Puebla y la ciudad de México, (antes el de Oaxaca y Chiapas ) dejando a su paso tragedia y perdidas lamentables humanas, nos olvidamos por un instante de la crueldad y violencia que durante estos nueve meses del 2017 las mujeres de todas las edades en el país, hemos vivido, con muy contados actos de justicia donde se le diera nombre y apellido a quienes cometieran tan terribles hechos femicidas, no están borrados, no se olvidan y las feministas de la gran diversidad que existen en México mantienen alerta su atención, sobre los casos más recientes, los miedos siguen presentes, la rabia, el coraje, la indignación de la población y en especial de las mujeres, si, el terremoto nos unió como país para demostrarnos la solidaridad, para apoyarnos y sostenernos, para reconocernos y darnos cuenta que tan importante es la vida humana, así con esa misma sensibilidad, las y los mexicanos tenemos que hacer frente común ante la indiscriminada violencia, la intolerancia, el odio desenfrenado al cuerpo de mujer y su cosificación.
Reconstruir a México en sus zonas devastadas ante los desastres naturales, conlleva más que una tarea física, geográfica, económica, la reconstrucción viene desde la estructura social, desde el tejido familiar, nuestro país no puede más con la corrupción la cual aun en la tragedia dio muestra de querer seguir presente, la impunidad, la marcada discriminación racial y sectorial que existe en el país. La violencia no es cuestión solo de los varones, en nuestro país también debemos parar la violencia de las mujeres, ese hembrismo manipulador libertario, cargado de clasismo. Este es un momento oportuno para reconstruir desde la ciudadanía un mejor país, una mejor nación, tenemos todo para hacerlo.
Hace unas semanas atrás, México fue testigo de una gran marcha que ya llamaba a la unidad, un alto, un cese a la violencia indiscriminada donde madres, padres, hermanas, hermanos, amigas, parejas, estudiantes, trabajadores, indígenas, todas y todos lloraban por su perdida, exigiendo a un estado no permitiera más los actos violentos contra las mujeres. La gran tarea de nuestro país, sus ciudadanas y ciudadanos no puede recaer en la figura de un hombre o una mujer, la tarea es de todas y todos, desde el hogar, desde la formación, los valores, romper con los mecanismos de control donde el más poderoso ejerce supremacía.
Requerimos un país donde cada vez más los hombres se involucren y decodifiquen la idea absurda de un mundo donde solo el-ellos puedan ejercer poder-control, un mundo donde la misoginia sea erradicada de oficinas, hogares, escuelas, trabajos o en las calles, donde los juicios dejen de ser imperativos, donde no existamos las mujeres de tercera, de segunda o de primera, TODOS LOS SERES HUMANOS SOMOS IGUALES, donde dejemos de vernos como objetos de valor, para ser personas de valores.
La Vida en nuestro México, requiere un cambio sustantivo, no solo de apariencia, no podemos continuar con prácticas violentas donde el sometimiento de las mujeres sea una condición social-familiar, las mujeres hemos dado muestra clara desde hace un siglo de la inequidad que existe entre ambos, la reconstrucción del país requiere la suma de mujeres y hombres, donde la prioridad sea combatir la desigualdad, la violencia, la impunidad, el odio, la sinrazón, la ira, el cinismo, la discriminación.
La violencia no tiene partido, ni color, ni credo, la violencia es un acto de poder, ¿Que hemos hecho como sociedad para combatir la excesiva violencia masculina? ¿Quién le ha dado el poder al misógino de excluir y otorgar el derecho a ser incluida? Con la violencia prevaleciendo en nuestra sociedad, con nuestra pasividad y permisibilidad ante su existencia y avance, no podremos reconstruir lo verdaderamente importante, la sociedad requiere asumir el gran reto de un cambio mayúsculo, que nos permita volver a respirar profundo, creer, soñar, el derecho que todas tenemos, por una vida libre de violencia.