Voy a comenzar esta columna diciendo que me cuesta trabajo creer que alguien haya sido capaz de cometer la locura, la insensatez cometida en contra de un grupo de ciudadanos que presenciaban pacíficamente un concierto de música country. Hasta ayer iban 59 muertes y más 500 heridos, algunos de ellos de gravedad, por lo que la cifra de fallecidos es muy posible que aumente. Y la pregunta que surge nuevamente es cómo fue posible que el tipo éste, con un desequilibrio mental evidente, haya podido adquirir tal cantidad (19) de armas de alto poder, de los llamados fusiles de asalto, es decir, para la guerra. Inexplicable.
Y pasando a lo que quiero compartir con los lectores, espero no meterme en camisa de once varas, voy a tratar de hacer un comentario lo más objetivo posible sobre un tema tan alambicado como lo es la cuestión catalana. De entrada diría que es un tema que genera pasiones, divide opiniones y hay quienes están a favor de lo que ellos califican como el “derecho” de los catalanes a la independencia y a su autodeterminación y, por el otro, existen otros que les niegan esa posibilidad porque la actual Constitución española de 1978, la del regreso a la democracia, habla de una Nación (española) indisoluble e indivisible. Es difícil encontrar un punto medio entre esta división de posiciones, polarizadas.
Una Nación, subrayo porque así viene escrito tal cual en la C. E., que habla de un bloque unido a través de una sola nacionalidad, independientemente de catalanes, vascos, gallegos, asturianos, valencianos, andaluces, cántabros, etc., de acuerdo con el Marco Constitucional actual. El derecho de un territorio a separarse del todo nacional no está contemplado, inclusive no solo en España sino en cualquier país del mundo. Una modificación de ese principio requiere necesariamente de una reforma constitucional con aprobación por mayoría de dos tercios en el Congreso y el Senado y que la reforma sea aprobada mediante referéndum por todos los españoles.
En la península ibérica existe la posibilidad de consultar directamente vía referéndum a los ciudadanos sobre “decisiones de especial trascendencia”, pero debe ser convocado por el Gobierno central, y tiene solo un carácter consultivo y no vinculante y deben tener derecho a votar en él todos los españoles. Es importante mencionar que se exceptúan de la posibilidad de someter a referéndum todas las cuestiones que contravengan la unidad nacional e integridad territorial. Y además, por otra parte, el afán independentista de algunos catalanes, quitando la regla constitucional, para que sea válido entre comillas, debería de ser la expresión mayoritariamente unánime de los catalanes, cosa que no ocurre así, hay catalanes que también se sienten españoles a pesar de su fuerte apego al catalanismo.
Ahora bien, esto por supuesto nada le resta a la deplorable actuación del gobierno que encabeza Mariano Rajoy el 1 de octubre. Probablemente, aunque injustificadamente, actúo de acuerdo a su mandato constitucional y a lo que le ordenó además el Tribunal Constitucional, que es el máximo órgano judicial de España, pero de que se excedieron las fuerzas del orden tratando de impedir la consulta, pues eso que ni qué. En mi opinión hubiera dejado que los catalanes se expresaran libremente, total el referendo no tenía un valor legal y mucho menos vinculante. Por otro lado, los catalanes no pueden declarar su independencia de manera unilateral.
Veo a una España quebrada gracias a los afanes ultranacionalistas, populistas y hasta fascistas de un grupo de políticos que se empeñan en envolverse la bandera de Catalunya para cobrarse viejos y dudosos agravios. Entre otras cosas, estoy seguro, que impulsan estos afanes el hecho de que la justicia española hubiera desenmascarado la corrupción de Jordi Pujol, el dizque muy honorable personaje que encabezó la Generalitat durante 20 años y que, al cabo, resultó todo un pillazo, él, su mujer y los hijos. De su hechura es el anterior presidente de la Generalitat, Artur Mas, otro político de dudosa reputación.
Admiro a los catalanes, me gustan muchas de sus expresiones que los distinguen como un pueblo de artistas, literatos y de gente de la talla de Dalí, Miró, (Remedios) Varo, Gaudí, Bigas Luna, Mollá y Carles Puyol. Ojalá haya el talento de todas las partes en conflicto para salir de esta penosa encrucijada.
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