Un conflicto puede provocar una creación, recuerdo que dijo un personaje en la película Leonie, del director Hisako Matsui. El contexto de tal expresión es, desde luego, referido al acto creativo, pero en el fondo nos hace pensar, nos obliga a estar alertas en momentos difíciles para crear, en su sentido más amplio. En México las oportunidades de avanzar se nos han presentado muchas veces, y ya llevamos tiempo que nomás no logramos mejorar (claro, unos cuantos sí).
Que nuestro país es enormemente rico, lo sabemos; pero hartos estamos que nuestra riqueza no esté distribuida de manera equitativa. Con el sismo que sufrimos hace unos días, la respuesta fue buena, todos ayudamos y parecía que despertamos para reconstruir no sólo lo destruido, sino al país entero con la actitud de echarle ganas, no dejarnos engañar y levantar un México nuevo. Pero resulta que otra gran oportunidad se nos escapa, la estamos desperdiciando. Se trataría ahora de crear –a partir de un conflicto, una catástrofe-, de reconstruir, sí, pero también crear otra sociedad consciente, estableciendo las condiciones necesarias para crecer, sobre todo para los de escasos recursos, los sectores marginados e indígenas –siempre olvidados. Como se dice, no dar peces, sino enseñar y implementar la infraestructura económica y social idónea para pescar, con políticas públicas acordes a la nueva realidad.
Pero parece que todo seguirá igual. Seguirán los “apoyos”, las raquíticas despensas, las migajas, las sobras, las limosnas, pronto envueltos en corrupción y vandalismo para lucrar de la desgracia ajena, telarañas de oportunismo, “unos a chingar y otros a no dejarse” o “de que lloren en mi casa…” Además, la pobreza da votos. Leo: “El presidente Enrique Peña Nieto dio el banderazo de entrega de las primeras tarjetas electrónicas por las que se distribuirán apoyos gubernamentales de hasta 120,000 pesos para los damnificados de las entidades federativas del país que perdieron sus casas a consecuencia de los sismos de septiembre pasado. En total, los pobladores afectados recibirán cuatro ministraciones mensuales de dinero en efectivo, a partir del mes que corre mediante sus tarjetas de Bansefi”. (eleconomista.com.mx, 02/10/17).
También leo: “Los terremotos de septiembre trajeron además de la devastación, muerte y personas damnificadas sin vivienda y sin patrimonio, el riesgo de que los fondos gubernamentales y privados para la reconstrucción de las zonas afectadas se utilicen de manera incorrecta, alertan organizaciones civiles que buscan fiscalizar y seguirle la huella a ese dinero”. (sinembargo.mx, 03/10/17). Ahí nomás. Algo me recuerda.
Y así seguiremos. Una vez más se nos irá otra oportunidad de avanzar, de crear y ser un país mucho, mucho mejor, con mayores beneficios para todos y desterrar la pobreza, el hambre, la ignorancia, el atraso, el conformismo, la apatía, la vendimia de los poderosos. Por ahí dicen que los mexicanos no somos pobres: somos pendejos… ¿O acaso muy chingones?
¿Habrá otra oportunidad para reaccionar?
Los días y los temas
Y la inseguridad aumenta, ¿quién lo duda? Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE)2017 del INEGI, se estima en 24.2 millones el número de víctimas de 18 años y más en el país durante 2016, y la percepción de inseguridad de la población de 18 años y más en las entidades federativas, se ubicó en 74.3 por ciento.
Bueno, no hay que alarmarse, “son actos de pura maldad”, parafraseando a Donald Trump.
De cinismo y anexas
Un amigo me comentó que la sociedad mexicana se está enfrentando a enemigos innombrables. Tons recordé a Jorge Volpi: “»Nos encontramos en un momento en que la civilización se halla amenazada: amenazada por distintas fuerzas que marcan nuestra época, del autoritarismo al populismo, de la demagogia a la discriminación, de los nacionalismos excluyentes a la migración”. (milenio.com, 04/10/17).
Me cae un poco –¿un poco?- de malestar que sólo pongamos nuestra bandera de México por todas partes en el mes de septiembre; de ahí, se guarda y la vemos sólo en actos cívicos. Bueno, también en tiempos de desgracia. ¿Y luego? ¿Se nos olvida? ¿Por qué no la sostenemos todos los días, a todas horas, en todos los rincones? ¿Por qué no la ondeamos aquí en China?