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Las enormes figuras de piedra contemplando el infinito inmortalizó no solo su legado, sino, además, el misterio en torno a ellos. Fueron decenas las teorías tejidas alrededor de los moái, las estatuas monolíticas levantadas por los rapa nui que interrumpen la naturaleza en la Isla de Pascua.

Esos monumentos fueron la herencia que los ancestros rapa nui dejaron a las generaciones futuras en la remota isla en el medio del Océano Pacífico. Entre las especulaciones sobre esta población misteriosa se creía que sus orígenes podrían estar en tierra firme, en América Latina. Que habían surcado la masa oceánica en alguna precaria embarcación y recorrido los 3 mil 700 kilómetros que lo separa del continente.

Pero la nueva explicación —hecha pública por la revista Current Biology— explica que estos habitantes estuvieron más aislados de lo que se creía originariamente. Sin embargo, el mayor misterio radicaba en conocer su origen genético. ¿Sus ancestros estaban vinculados con los aborígenes sudamericanos o con aquellos habitantes de las islas del oeste del Pacífico?

La información publicada este jueves en el Current Biology demostró que sólo existen rastros de ADN pertenecientes a los polinesios. “Son 100 por ciento puros polinesios, por lo que podemos ver. Encontramos que esta gente vino del oeste y eso nos habla sobre el extraordinario viaje que emprendieron a través de las olas del Pacífico”, indicó Pontus Skoglund, coautor del estudio.

Las dudas y los debates antropológicos sobre el origen de los rapa nui comenzó hace siglos. En rigor, la primera duda sobre sus ancestros se registró por el hallazgo inesperado de restos de plantaciones de papa, un producto típico americano.

Esos monumentos fueron la herencia que los ancestros rapa nui dejaron a las generaciones futuras en la remota isla en el medio del Océano Pacífico. Foto: Ian Salas, EFE

Según estudios recientes, la Isla de Pascua pudo haber sostenido en su mayor apogeo a unas 17 mil 500 personas, teniendo en cuenta la productividad agrícola en su máximo esplendor, pese a las primeras estimaciones que se hicieran cuando los primeros viajeros europeos llegaron al lugar, hacia el siglo XVIII.

El estudio que arrojó luz sobre la vida temprana de los rapa nui fue desarrollada por científicos de la Universidad de California. El equipo liderado por Lars Fehren-Schmitz analizó fragmentos óseos de restos de esqueletos de cinco individuos hallados en 1980.

“No encontramos evidencia de flujo de genes entre los habitantes de la Isla de Pascua y América del Sur. Estamos muy sorprendidos de que no hayamos encontrado nada, hay mucha evidencia que parece plausible, así que estábamos convencidos de que encontraríamos evidencia directa de un contacto preeuropeo con Sudamérica, pero no estaba allí”, indicó Fehren-Schmitz.

Muestras anteriores de ADN habían indicado que entre los genes de los habitantes de Pascua había rastros latinoamericanos. Pero según el nuevo estudio, este se produjo después de la presencia de europeos. Otra teoría indica que en épocas remotas eran “comunes” los viajes entre las islas de la Polinesia y América del Sur, lo que podría haber provocado un contacto más temprano entre ambas poblaciones. Sin embargo, esto no ha podido ser comprobado. Y mantiene sobre la isla uno de los máximos misterios de la Humanidad.

La Isla de Pascua pudo haber sostenido en su mayor apogeo a unas 17 mil 500 personas. Foto: Ian Salas, EFE