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Existe una vieja frase que destaca lo que supone la “profesión más antigua del mundo”, aludiendo a la prestación de un servicio de primera necesidad, pero el entusiasmo hace que se olvide que antes que la “prestación” estuvo la “negociación”, lo que ubica obligadamente a ésta última como la profesión más antigua de todas.
No hay idea de cuál pudo haber sido la forma de pago por el servicio contratado y tampoco si se extendió algún recibo que sirviera de comprobante, pero casi podría adivinarse que desde ese momento el fisco ya ideaba la forma de asegurar el pago de los impuestos correspondientes.
La historia fiscal desde la época prehispánica se refiere en forma de “tributo” el cual era pagado en su mayor parte por las clases inferiores o macehuales (artesanos, labradores y comerciantes), para sostener a las clases gobernantes, sacerdotes y guerreros (exactamente igual que hoy).
El tributo (impuesto) consistía en el pago en especie, dependiendo de la actividad a la que se dedicara el contribuyente, destacando productos como maíz, frijol, cacao, algodón, además de animales, pero la cantidad a tributar era aplicada a criterio del recaudador (según el sapo es la pedrada).
Ya en tiempos de la época Colonial el tema siguió, pero bajo la figura de la Hacienda de la Nueva España y con el nombre de “renta real” que se cobraba sobre el valor de todas las cosas: muebles, inmuebles y semovientes, pero también sobre todas las ventas o trueques sin importar que se tratara de primera venta o segunda, etc., cada operación pagaba su impuesto.
Al observar la participación de la hacienda pública en la vida de las sociedades a través de los tiempos, tenemos que reconocerlas como parte de la cultura y aunque no nos agrade, ha venido a ser como un mal necesario.
Por eso en los tiempos más recientes la única estrategia gubernamental para que el país crezca ha sido a través del pago de impuestos; pero sin que los servidores públicos dediquen media neurona en diseñar un plan para mejorar la productividad, la innovación, el desarrollo económico, la mejor redistribución de la riqueza, la seguridad, la salud, la educación, etc., sólo se esfuerzan en buscar cómo cobrar más impuestos a más gentes y para ello se han ido construyendo enormes muros para evitar que los contribuyentes puedan escapar.
Con la aparición de la Facturación Electrónica CFDI, obligatoria para todos los contribuyentes a partir de 2014, el SAT inició una etapa de control de la información fiscal, teniendo de manera instantánea a detalle los montos de todas las operaciones comerciales de cada contribuyente, el importe e impuestos retenidos.
Tenía el control del contribuyente emisor, pero no sabía quién era el contribuyente receptor y por ello se buscaron otros mecanismos, siendo la Contabilidad Electrónica el más cercano a lo que se buscaba.
A partir del 1 de diciembre 2017 con la entrada en vigor de la FACTURACIÓN CFDI 3.3 el SAT conseguirá el sueño anhelado: La FISCALIZACIÓN TOTAL de TODOS los contribuyentes de este sufrido país. Ahora tendrá el SAT toda la información a detalle de cada operación comercial o de servicios que se realice entre los contribuyentes; conocerá quién le vende a quién; qué le vende, en cuanto se lo vende y si éste último lo vende a otra persona también sabrá en cuanto se lo da y cuál es su utilidad; sabrá la forma de pago y también el origen del dinero.
Ningún contribuyente de México podrá comprar y vender sin que el SAT sepa exactamente los detalles de la operación completa desde la fabricación del producto y casi hasta que lo tiren a la basura.
Las viejas estrategias de fiscalización ya quedaron atrás: El Boletazo, el Buen Fin, etc., que llevaron a la bancarización de la economía para tener mayor oportunidad de control del circulante, el cobro de impuestos y de combate a la evasión o la elusión fiscal. Ahora con el CFDI 3.3 ya no serán necesarias.
Miles de personas que han vivido endeudándose con las tarjetas de crédito y cuyas deudas superan sus ingresos formales, tendrán que rendir cuentas al SAT sobre el origen del dinero con el que están cubriendo el pago de sus deudas “a meses sin intereses”.
Y las empresas que acostumbraron una forma “práctica” de cumplir con sus obligaciones fiscales, dejando en manos de terceros (el contador) las decisiones más importantes de sus negocios, hoy deberán de estar más preocupados y ocupados en atender y comprender el tema de la Facturación CFDI 3.3.
La Fiscalización que ejercerá el SAT a partir del 1 de diciembre 2017 será total y el pago de impuestos también lo será. Es el nuevo tiempo de la tecnología que ya no nos sorprende porque nos ha bien acostumbrado, pero que también nos va a pasar la Factura CFDI 3.3 y si no estamos preparados tendremos que pagar las consecuencias. Pregúntenme si quieren resolver el problema antes de que aparezca. Lamentarlo después no es una buena opción. Es mi pienso.