La historia mundial registra periodos en que se han proyectado como dominantes ciertas ideologías, sustentadas en doctrinas librescas, programas partidarios, planes de gobierno e, incluso, en libros de texto. Dos grandes bloques han sido prominentes y condicionado etapas más o menos prolongadas del desarrollo de la humanidad en los últimos siglos: la izquierda y la derecha. Al principio como utopía, para pasar a ejercicio de gobierno sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. Siempre tuvieron matices y expresaron realidades regionales, desde luchas de liberación nacional, regímenes de partido único y gobiernos electos. En el mundo la derecha se presentaba como tal, en México no; había cierto temor de confrontar al imaginario revolucionario y se optaba por el eufemismo. La izquierda local, las izquierdas es mejor dicho, eran abiertas y corrían todos los riesgos, en legalidad o no.

Hablando de México, había un partido de Estado ( PRI ) que hasta el sexenio de López Portillo, se auto definía como heredero de la revolución mexicana y ejercía monopolicamente la política y el poder, para dar paso gradualmente a una apertura hacia el pluralismo. Ubicado en el centro, con cada vez menos retórica revolucionaria, se sentía muy cómodo el partido tricolor teniendo a su derecha al PAN y a su izquierda a varias agrupaciones de izquierda, siendo la más importante el PRD a partir del año 89. El PAN no aparecía como la derecha excepto por algunos de sus grupos con agenda confesional, en lo demás tenía planteamientos democráticos en lo político y muy razonables en lo económico. La izquierda mayoritaria, la surgida del movimiento electoral del 88, abrazaba tesis nacionalistas y democráticas, no exponía rupturas mayores con lo establecido. Salvo dos sexenios, la Presidencia de la República siempre ha estado en manos del PRI y sus antecesores, mientras que en las cámaras legislativas ha sostenido una mayoría estable junto a sus aliados. En varias entidades y municipios tanto el PAN como el PRD han gobernado en alternancias breves o prolongadas, por ejemplo en el D.F. (CDMEX) el partido amarillo lleva 20 años al frente. Tal repartición del poder político implica que esas fuerzas políticas ya han tenido experiencias de gobierno y han tenido que asumir responsabilidades.

En la actualidad en México se puede hablar de tres grandes fuerzas políticas: el PRI y aliados, el Frente Democrático con el PAN, el PRD y el MC y MORENA. Todos saben lo que es gobernar y llevar a la realidad sus ideas, excepto MORENA por su juventud, apenas al frente de algunas Delegaciones y municipios. En general sus planteamientos son similares, con matices variados en algunos temas; ya han mostrado sus formas de decisión interna y se han alejado de la reflexión profunda y el posicionamiento puntual sobre los grandes asuntos nacionales. Decir que sostienen determinada ideología es un elogio inmerecido o una creación forzada; abundan los monólogos, el autoconsumo y las elaboraciones de gabinete. No se apela a la sociedad como tampoco a sus debilitadas militancias para pensar colectivamente y darle centralidad a las ideas fundamentales por las que haya que luchar y convencer.

Más que ideologías, ni aquí ni en el mundo, lo que exponen los partidos son algunas ideas, más de diferenciación con otros que de creación singular. Los grandes sistemas ideológicos quedaron en el pasado, hay mucho de retórica o candidez en quienes quieren colgarle una etiqueta ideológica a cualquier dicho o a cualquier acto. Conscientemente o no se está simulando, por limitación intelectual, por demagogia o por ilusión sin sustento. Impera el pragmatismo, el rechazo a lo intelectual y abundan discursos huecos. No basta auto definirse como lo verdadero, sobre todo cuando no muestran nada nuevo que no sea color y retórica. Ahora es insuficiente llamarse de izquierda o derecha, dice poco aunque ayude en cierta orientación; lo que viene es la transversalidad, las líneas que atraviesen ambos campos por tenues que sean. Urgirá un esfuerzo mayúsculo de elaboración teórica, de convocatorias amplias y constantes al debate y al diálogo, buscando encontrar el matiz que justifique y de sentido a la propuesta que se ponga al frente de la ciudadanía.

Recadito: bienvenidos nuestros muertos, que viven en la memoria de sus seres queridos.

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