Muchos destacaron el saludo de Enrique Peña Nieto a la delegada de Sedesol, Anilú Ingram Vallines, y hubo quienes interpretaron el gesto como la “luz verde” para que la jarocha sea la candidata a Senadora, cuando en otros tiempos, la misma señal hubiera sido interpretada como “el destape” para la Gubernatura… se insiste: en otros tiempos… ¿o por cuestión de género quizás no se ve así? No es que “destape” a Anilú, pero es como a veces nos gusta jugar con eso de “las señales”… Pues bien, reitero, si muchos destacaron la salutación del Presidente a Anilú, hay que destacar también lo que no se ve… o más bien, los que no se vieron.
Baste recordar que en la pasada administración estatal, en cada visita que el presidente hacía a Veracruz, dos personajes trataban de estar presentes para que, de una forma u otra, se diera el saludo, se provocara el abrazo, o el intercambio de una o más palabras para que, ya fuera Héctor o ya fuera Pepe, el termómetro político subiera… pero ahora ni uno ni otro estuvieron presentes.
Tengo entendido que de acuerdo a los protocolos que se siguen en Los Pinos, es Presidencia de la República quien puede o no convocar a dichas reuniones a los Senadores o a cualquier otra autoridad o representante popular. El hecho de que no los convoque puede tener las miles de lecturas que el imaginario político quiera echar a volar… nomás por ejemplo: una gracia concedida al Gobernador Yunes Linares de que ningún Yunes del PRI esté presente cuando el Presidente se encuentre en reunión o evento en Veracruz; para que ningún Yunes del PRI, ante un gesto de camaradería del Presidente, pueda interpretarlo como una señal errónea; para tener que evitar “tratar” de darle el mismo trato a uno o al otro; o porque simplemente no son indispensables en ese momento los dos senadores.
Lo cierto es que, al menos en las dos últimas visitas, la presencia de Anilú Ingram en los eventos presidenciales, si nos atenemos a los protocolos arriba citados, no es casualidad, como tampoco lo son sendos saludos expresados a Anilú que ya los quisiera cualquier Yunes priísta… y panista.
Por cierto, no sé si sea mi imaginario político, pero a veces tengo la percepción que tras las últimas dos elecciones (2016 y 2017), lejos de esa unidad que pregonaron en Pánuco recientemente los senadores, hay más división en el PRI, o si no se quiere ver como “división”, entonces pongámoslo así: hay varios PRI’s.
Tenemos el PRI de los diputados federales, que de pronto se olvidaron de ser oposición y hoy navegan a como las aguas los llevan. Tenemos al PRI de los Senadores que traen la cantaleta de la unidad, pero cuando pueden, se lanzan pullas, y nomás por poner dos ejemplos: Pepe Yunes dice que es el senador que más recursos ha bajado para el campo veracruzano; mientras que Héctor Yunes asegura conocer los problemas de Veracruz y saber cómo resolverlos. Es decir, ambos tratan de llevar agua a su molino. O qué decir de los diputados locales, otros con Alzheimer político, que no saben o entienden lo que es ser oposición pero sí proteger sus canonjías legislativas… estos tres grupos, totalmente ajenos a una coordinación con la dirigencia del PRI estatal, que si bien, intenta hacer su papel, a veces tiene poco gas para generar una reacción en cadena que repercutiera en el Senado, San Lázaro y el Palacio de Encanto a través de sus militantes con fuero…
El optimismo del priísmo en función de las próximas elecciones es tan similar al optimismo de un aficionado al Cruz Azul, que cada año dice: “ahora sí, ahora sí”. La demás historia ya se la saben. Por eso mantengo mi posición respecto al PRI en este proceso que vive tras la derrota del 2016: es necesario que toque fondo, que el proceso electoral que viene, se sacuda esos duartistas, esos fidelistas, esos caciques, incluso, por qué no, al yunismo que se ha encajado en la Cámara Alta y Baja y en el Congreso local, para entonces entender mejor su proceso de renovación… caras nuevas, verdaderos liderazgos.
El caso era que así como se vio el apapacho presidencial para Anilú, igual se viera a los que no se vieron: A los Yunes del PRI, y de paso, cómo es que veo al partido… ¡partido!
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