No es nada del otro mundo, desde luego, que el principio y el fin, el nacimiento y la muerte, se sucedan simultáneamente, cerca o lejos, aquí y allá, incluso que se unan y copulen. Hay cosas inexplicables, extrañas si así lo quieren, y de eso a menudo hablamos, puesto que estamos vivos. Muertos ya no sé.
Discurro y loqueo al mismo tiempo. El martes 7 de noviembre pasado me encontré con mi estimado Tony Palacios, a quien se le acaba de morir su amada esposa. Y al abrazo de condolencias y solidaridad, me hizo el comentario de que luego me buscaba por mi libro y me felicitó. Entonces, le regalé un ejemplar de Nada, yo soy Adán, (lo siento, mi querido Quirino, pronto nacerá otro libro), y en la dedicatoria le escribí: “Así es la vida, abuelo, qué le vamos hacer, unos días en duelo, otros, claro, al revés”. Y agregué: “A seguir remando”.
Ese mismo día, poco antes, había felicitado a mi estimada Dalia, que había cumplido otro año más de vida. Recordé la canción: «Qué cosas tiene la vida, Mariana, qué cosas tiene la vida. Cuánto más alto volamos, nos duele más la caída. Qué cosas tiene la vida, Mariana, qué cosas tiene la vida. Aquella simple aventura, sin vocación de semilla, echó en el tiempo raíces, abriendo viejas heridas…”
También me acordé de “Unos que nacen otros morirán. Unos que ríen otros llorarán. Aguas sin cauces, ríos sin mar, penas y glorias, guerras y paz. Siempre hay por quien vivir y a quien amar. Siempre hay por qué vivir, por qué luchar. Al final las obras quedan, la gente se va, otros que vienen las continuarán. La vida sigue igual…” [La puntuación es mía].
A estas alturas parece todo al revés. Y me puse romanticón, nostalgicón, melancolicón –que no alcoholicón-, y empecé a escribir esta entrega. (Alguien me bromeó: “No seas maricón”. Nada que ver).
Pero al mismo tiempo me acordé que Peña Nieto anunció el “descubrimiento” de un nuevo yacimiento de petróleo y gas en Cosamaloapan, Veracruz, que según es el hallazgo más importante en campos terrestres en los últimos 15 años. Me puse colérico porque ¿a dónde irá a dar tanta riqueza?
Encontré unos encabezados en sinembargo.mx: “Pemex dio más de 950 mdp en pagos irregulares a Odebrecht: ASF; se atenderán observaciones, dice”; “Lozoya y Romero Deschamps utilizaron helicóptero de Pemex sin justificar los traslados”; “Pemex pierde 100 mil mdp por robo de combustible y fugas en el sexenio de Peña”, y así por el estilo. Ustedes sabrán más que un servidor.
En la peña y en la madre. Por eso luego dicen que no se nos quita ni se nos quitará lo pendejo. Más ricos: los ricos; más jodidos: los pobres… Y tú y yo, “jugando, mamá, jugando, al gallo y la gallina…” o “soñando, mamá, soñando…”
Los días y los temas
El próximo 12 de noviembre es Día Nacional del Libro. Ya para qué hablar del asunto, los libros están por las nubes y dicen que ya nadie ni lee. Pero aún creo que si hay gente que lee, aunque sea en las redes, pendejada y media, pero lee. Vana esperanza y alivio. Hacia a dónde vamos con tanta mediocridad y, de pilón, sin libros, o buena lectura cibernética.
Me alegró leer a mi amigo Víctor Hugo Vásquez Rentería, que en su facebook escribió hace unos días “Elogio del libro usado”, in memoriam de Eugenio Palomo (1954-2017):
“Un libro usado sabe de lectores.
Un libro usado confiesa que ha vivido.
Un libro usado admite el lugar común: cuesta poco, vale mucho.
Mi primer libro usado fue también mi primer libro: Antología poética de Antonio Machado. Me lo regalaron.
Un libro usado no sólo es economía, sino una razón para el asombro.
Un libro usado es –creo que ya lo dije, aunque no con estas palabras- canchero.
Un libro usado nos recuerda algo que no hemos vivido.
Un libro usado tiene familia en cualquier librero del mundo.
Un libro usado guarda polvo pero no silencio.
Un libro usado sabe de segundas oportunidades.
En un libro usado la carencia de envoltura es parte de la discreción de su encanto.
Volteó hacia mis libreros y los libros usados lucen más jóvenes que algunos que compré nuevos.
Un libro usado sabe de caricias e insinuaciones. Abrámoslo, dejémoslo oficiar.
Un libro usado huele a tiempo.
Un libro usado es una botella arrojada al mar, una carta con destinatarios múltiples, la conclusión de alguna búsqueda”.
Tons, no hay pretexto para leer buenos libros.
De cinismo y anexas
A veces se nos va el tiempo en la báscula de la reflexión y el recuerdo. Y no sentimos el calor de nuestra mascota muerta hace muchos años, hace un minuto. Ni la breve caricia de la mano que no dimos que para ellos, nuestros seres amores humanos, bien podría ser ahora recuerdo y reflexión. Me lo compartió un gran amigo llamado Williams Deer.
Por cierto, abusando de mis lectores y lectoras -¿está bien dicho?-, les dejo, como siempre, algunas palabras que voy leyendo en mis noches de insomnio:
* “¿Podía ser de otro modo? Erguido es el hombre, él sólo, pero se tumba a descansar para el sueño, el amor, la muerte…” (Hermann Broch).
* “Nada puede el poeta, ningún mal puede evitar; se le escucha únicamente cuando magnifica el mundo, pero no cuando lo representa tal como es.” (Hermann Broch).
Por cierto, les recuerdo que el próximo lunes 13 de noviembre, habrá que estar con Juan Villoro en su Conversatorio: “Diversos mundos son posibles”. La cita es en Casa del Lago UV, a las 11 am.
Y si el viernes 10 de noviembre llevan gusto, les invito al magno recital poético “Éxtasis y riqueza espiritual”, con la participación de excelsos declamadores y sublimes poetas. Convocan la Academia Nacional de Poesía en Veracruz y el H. Ayuntamiento de Coatepec, Ver. La cita es de 17:00 a 19:00 horas, en el Auditorio Benito Juárez del Palacio Municipal.