Hace muchos años, en el Diario del Sur de Acayucan, un error de dedo del “Calaquito”, encargado de capturar los datos de la promoción de una tienda, hizo que los pollos volaran a temprana hora por algunos clientes que con periódico en mano, llegaron a comprarlos por la oferta que se publicaba… no me acuerdo exactamente del error, pero imagine que en lugar de “a 100.00 pesos el kilo”, se publicó “a 10.00 pesos el kilo”.
A la gente no le importó que el gerente explicara que era un yerro del periódico por lo que bajó la cortina ante la presión de los clientes que demandaban mostrando la publicidad, cual si fuera un decreto… sí, hubo pérdidas, aunque la más grave fue la del “Calaquito”, el capturista de datos, quien “pagó” en el amplio sentido de la palabra, ese ligero “error”.
Comento esto por lo que ocurrió en una tienda de Soriana, allá en Chihuahua, donde por un error de puntuación (puntos en lugar de comas), ofertaron pantallas en 10.999 (que para no confundirnos más, lo leeremos en 10 pesos con 99 centavos) en lugar de 10,999 (diez mil 999 pesos).
Un error en los empleados de la tienda pasó a ser un problema legal porque la tienda se negó a vender los productos. La Profeco analiza el caso y hay notas que citaron una posible multa a Soriana que ronda los cuatro millones de pesos. Aunque siendo francos, en medio del error de los empleados y el problema legal, hay un asunto entre lo ético y lo moral…
¿Ver “la oferta” en 10 pesos no nos dice que es posible que haya un error de la empresa? ¡Claro!, pero el cliente sólo ve una oportunidad, una ganga, por encima de un error.
También esto me hizo recordar cuando allá por agosto, fuimos a hacer la despensa a una tienda de Chedraui y nos encontramos una “ofertota”: Nos daban tres yogures por $19.50 con precio unitario ¡a seis pesos!
Junto a nosotros, tres estudiantes de prepa ya estaban más que puestos para aprovechar la oferta y la Mujer y yo les comentamos que se fijaran bien en el anuncio e hicieran cuentas. Al final, uno de los jóvenes entendió y optaron por comprar otro producto. No creemos que haya sido una “publicidad engañosa”, apostamos más bien a un error bajo el criterio de no creer que una empresa como Chedraui se aventara “el tiro” de un fraude de tal naturaleza.
Es cierto, vivimos en una sociedad que se basa en la una Ley de la Selva, del Más fuerte, del Ladino, del Oportunismo; sin importar si se es rico o pobre, funcionario o empleado, periodista o político… se ve la oportunidad ¡y se aprovecha!, como aquél que se encuentra un celular, una cartera, lo que sea… ¡matanga dijo la changa! ¡Cuántos vamos a pensar en regresarlo! ¿De diez, cuántos cree que harían lo posible por devolver lo encontrado?
Es cierto, hay doble yerro por parte de la empresa: Primero, por quien puso los precios; segundo, porque la supervisión antes de abrir la tienda, falló… lo que se complementa con la posición de cada quien a la hora de ver en una pantalla un precio que resulta a todas luces increíble, pero que hace sentirnos imbéciles si no lo aprovechamos…
Profeco tiene un camino bifurcado para atender este caso: Aplicar las disposiciones que por Ley tenga, o interpretar las circunstancias que hay entorno a una oferta que nunca se pretendió.
Al final, lo que resuelva la Profeco, seguro que será como en la mayoría de los casos: el hilo se reventará por lo más delgado, como le pasó a “Calaquito”, quien cada quincena, estuvo pagando su error de dedo.
smcainito@nullgmail.com
Los Políticos
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