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El Financiero

Vino en una de esas semanas en las que todo lo relevante está a punto de ocurrir. México se queda sin gobernador de su banco central y ya le buscan sustituto, incluso entre quienes también tienen aspiraciones al más importante cargo político de México.

Es lunes 13 de noviembre y Jamie Dimon, presidente y jefe del consejo de administración del banco más importante de Estados Unidos, JP Morgan, enfatiza que su institución se la ha jugado con el país durante 132 años.

Eso pasa por el desarrollo estabilizador de Adolfo Ruiz Cortines, y también por la desafortunada defensa del peso de José López Portillo.

La relación con México seguirá, promete. Pero vino precisamente en la semana en la cual los tres países norteamericanos se sentarán otra vez en la mesa a negociar en una quinta ronda los cambios al TLCAN que Estados Unidos solicita.

Él presidirá una de las mesas de negociación. Vino y platicó con Bloomberg Businessweek México. Luego con el actual presidente, Enrique Peña Nieto.

¿Qué espera de la reunión con el presidente?

Quiero manifestar nuestro apoyo, nuestro fuerte apoyo a México. Creo que como país tenemos suerte de tener a México como vecino. Y quería que los mexicanos lo supieran. Apoyamos con firmeza el comercio, queremos ver la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

¿Cree que el TLCAN será renegociado o cancelado?

Espero que sea renegociado. No preveo que se cancele. Sé que las negociaciones han sido difíciles. La mayoría de los que hablamos con el gobierno le decimos que no queremos su terminación. Si hay quejas legítimas, resuélvanlas.

¿Y en el caso de que fuera cancelado, tienen algún panorama de lo que ocurriría, por ejemplo, con la industria automotriz?

Creo que el TLCAN ha sido muy bueno para el continente.
México es un gran vecino. Estados Unidos es afortunado. China tiene como vecinos a Corea del Norte, Afganistán. Es una parte difícil del mundo… y nosotros tenemos a Canadá y México. México ha mostrado un tremendo progreso en los últimos treinta, cuarenta años con políticas muy constructivas.

Usted ha dicho que le gustaría ayudar al piloto que dirige Estados Unidos, al presidente. ¿En qué casos lo ha ayudado y cómo le gustaría hacerlo en el futuro?

Recuerda, no es la persona. Lo que es importante son las políticas. No comparto todo lo que dice nuestro presidente, hemos sido muy claros al respecto, incluidos ciertos comentarios sobre inmigración y comercio. Apoyo una reforma tributaria integral. Los empresarios y toda la comunidad empresarial quieren impuestos competitivos. Nuestro propio sistema fiscal no es competitivo. No es culpa de México, ni de Canadá, es culpa nuestra. Y podemos corregirlo. Un sistema tributario más competitivo iguala el terreno. También apoyamos fuertemente las inversiones en infraestructura. Estados Unidos no ha hecho un buen trabajo en términos de construir puentes, túneles, carreteras, infraestructura aeronáutica.

Necesitamos una reforma regulatoria prudente, no solo financiera sino más amplia. La superposición y excesiva regulación ha entorpecido la formación de pequeñas empresas y el crecimiento. El sistema educativo también debe reformarse.

Nosotros apoyamos todas estas cosas de las que habla la administración.

¿Cree que la reforma tributaria va por buen camino?

Es absolutamente necesaria. El sistema fiscal está dañando mucho al país. Cinco mil empresas que tenían su matriz en Estados Unidos ahora están afincadas en el extranjero, sobre todo a través de adquisiciones. Estados Unidos debería haber puesto atención a la posición ventajosa que dimos a otros países, donde para ellos es más fácil que para los estadounidenses comprar empresas estadounidenses. Eso movió empleos y capital al extranjero. Nos damos de bruces con el hecho de que las compañías estadounidenses tienen dos billones de dólares en el extranjero. Y en mi opinión, la razón por la que ese dinero está allá es el sistema fiscal. Todo ese dinero pudo haberse reinvertido aquí. Es vital, y espero que la reforma salga adelante. No sé qué probabilidades hay, pero debemos hacer todo lo posible para que se haga.

¿El objetivo es que el impuesto corporativo baje de 35 a 20 por ciento?

Totalmente. Veinte por ciento es el nivel óptimo en términos de beneficios, no solo para las empresas, pero para todos los estadounidenses. Si lo dejaran en 30 o 28 por ciento, podría considerarse un fracaso.

China fomenta el comercio entre países a través del nuevo proyecto “One belt, one road” ¿cómo ve a China dentro de diez, veinte años, en comparación con Estados Unidos?

China ha hecho un gran trabajo. Era un país pobre con una población de millones, que se incorporó al mundo. Ese ascenso pacífico ha sido bueno para el mundo. La población china debería estar orgullosa de su país. Aún tiene serios problemas: 500 millones de personas viven en la pobreza, sin suficiente alimento o acceso a electricidad. No tienen las instituciones financieras, o los sistemas de justicia corporativa, de bancarrota, que nosotros tenemos; tienen empresas ineficientes de propiedad estatal, pero van bien encaminados. Creo que lograrán sus objetivos. Lo harán de una manera distinta a Estados Unidos, o a México, pero serán una nación desarrollada en 30 o 40 años. Aunque el camino no sea fácil. Tal vez tengan una economía mayor que la nuestra, pero ten en cuenta que en Estados Unidos hay una gran iniciativa empresarial, libertad de expresión, de religión, libertad para innovar, así como grandes instituciones. Esas cosas son cruciales para el crecimiento de un país. Queda por ver cómo se desarrollará China. No les considero competencia. Quiero que les vaya bien.

Muchos hablan de la cuarta revolución industrial, ¿qué países serían los líderes de esa revolución y cuáles serán los cambios que veremos?

¿A qué revolución te refieres?

La integración de las personas y la tecnología, la conectividad. La nueva economía.

No creo que sea la cuarta revolución. La tecnología lleva cambiando el mundo toda la vida. Si retrocedes 10 años, 20, 30, 100 o 200 años, antes fue la imprenta, la máquina de vapor, el carbón, así camina el mundo. Ahora bien, si hablas de lo nuevo, tenemos big data, internet. Solemos ver lo nuevo y no nos fijamos en el camino que nos condujo hasta aquí. Creo que todos saldrán beneficiados. Es algo bueno. La tecnología hace que la humanidad esté cada vez mejor. Trabajamos cinco días a la semana en vez de siete, vivimos por más tiempo… Todo eso puede causar disrupción, pero también genera oportunidades. Si causa disrupción, los gobiernos pueden intervenir y moderarla, apoyando la relocalización de ingresos y el readiestramiento profesional. Y cualquier país que adopte esos cambios estará mejor que los que los rechazan. Creo que Estados Unidos será de los más beneficiados. Sigue siendo el país de la innovación.

¿Es más difícil ahora crear empleo que hace dos o tres décadas?

No, ¿por qué sería más difícil?

Las empresas más grandes, las que componen el Dow Jones, por ejemplo, no están contratando tanto como antes. ¿De dónde provendrán los trabajos en la nueva economía?

La economía es un organismo muy dinámico y complejo. Es cierto que si miras las grandes empresas, como Google y Apple, tienen menos empleados, pero Apple probablemente crea millones de empleos directos e indirectos en el mundo. El hecho de que no tengan muchos empleos no significa que no se estén creando. La economía del futuro será sana y generadora de empleos, aunque tal vez esos empleos sean diferentes.

¿Qué destrezas considera las más importantes en esta generación?

Una larga lista: en la industria automotriz, la aviación, la construcción, la programación, el sector eléctrico, médico, la radiología, y podría seguir y seguir. Todos esos empleos pueden crearse. La programación será algo universal. Y siempre estarán las ventas, el marketing, las finanzas, el sector servicios, siempre habrá eso. No desaparecerá. Te recomiendo el libro de Steven Pinker, “The Better Angels of our Nature”, analiza la humanidad por varios milenios. Es antropólogo e historiador de Harvard, y en este libro estudia minuciosamente los datos de la violencia, ¿cuántas personas murieron en manos de otras personas en los últimos siglos? Incluso la Primera y la Segunda Guerra Mundial fueron mejores en esos términos que los siglos anteriores, y este siglo es mejor que el pasado, a pesar de lo que leemos todos los días. Las personas viven más, trabajan cinco días a la semana, la atención médica llega a miles de millones de personas que viven en la pobreza. Yo soy un gran optimista acerca del futuro, dicen que la inteligencia artificial, los autos sin conductor, pueden destruir empleos. Tal vez dentro de diez, veinte años, la humanidad trabaje tres días y medio a la semana. Y tus hijos tal vez vivan 200 años. No veo por qué hay que verlo como algo negativo, pero tenemos que asegurarnos de que todos participen de eso.

¿Por qué en lugar de ver a personas encarnando esta idea, vemos a tantos demagogos?

Creo que es cierto que la desigualdad ha aumentado sin parar en el último par de décadas. Y tuvimos una crisis financiera. En una crisis todos culpan a la élite y generalmente llevan razón. Hubo personas que quedaron relegadas, por las drogas, por la falta de educación, la falta de oportunidades, trabajos poco cualificados que no ofrecían salarios dignos. Todo eso es cierto. Algunos apelan a esas personas, que están molestas y que desearían tener más beneficios sociales. Siempre digo, ¿cuál es la solución? Hay que ser muy cuidadosos con esas soluciones porque las políticas pueden generar consecuencias no deseadas y acabar con lo opuesto de lo que esperas. Creo que hay que buscar soluciones, y estas son mejor crecimiento, mejores empleos, mejor capacitación, mejor educación, mejores escuelas e infraestructura. En Estados Unidos tenemos algo llamado “crédito fiscal por ingreso del trabajo”, destinado sobre todo a los progenitores solteros, pero creo que debería ampliarse, para que se aplique casi un impuesto negativo sobre la renta a las personas de bajos salarios con hijos.

Tras el ‘Mexican Moment’ ahora encara una historia diferente: la difícil relación con el nuevo gobierno estadounidense. Y el año próximo tendremos elecciones. ¿Ve a México como un lugar de oportunidades de inversión?

México es un gran lugar de oportunidades. Creo que este presidente tomó decisiones muy difíciles, pero eran las correctas. La reforma laboral, la energética… desde que es una democracia, México intenta hacer bien las cosas. No siempre lo logra, ninguna nación lo logra siempre, pero quiere hacerlas, y no es fácil. La gente no siempre lo valora, pero hacer más eficiente su economía es bueno para todos. Piensa en lo opuesto, ¿una economía mala es buena para la gente? No puede serlo. Piensa en Cuba, Corea del Norte o Venezuela.

¿Qué atributos le gustaría ver en el próximo presidente de México, el que llegará en 2018?

Que continúe con las reformas, industriales, laborales, pero procurando ayudar a todos, no solo a las grandes empresas. Tienen temas pendientes en educación, enormes recursos naturales por explotar, y la tarea de vencer la delincuencia. Espero que el gobierno estadounidense y el mexicano trabajen estrechamente en estos ámbitos.

¿Cree que las instituciones mexicanas son lo bastante sólidas para resistir cualquier cambio en las políticas futuras?

La población vota y los políticos deciden la política que seguirán. Siempre espero que sea buena y que se haga en colaboración con las empresas y la sociedad civil. Espero que se enfoquen en metas y objetivos. Cuando veo los países, para mí siempre están mejorando de a poco. En la historia de Estados Unidos han pasado cosas terribles, pero siempre está mejorando.

¿Cree que las empresas mexicanas son diferentes de lo que eran antes del TLCAN?

En estos 24 años del tratado, México se ha triplicado, tienen varias compañías Fortune 500, tienen una base mucho más sofisticada, una base manufacturera que ni siquiera existía hace 25 años. Hay una gran diferencia, claro.

¿Cuánto depende del TLCAN la región entera, no solo México?

Si no hubiera TLCAN, ¿qué cabe esperar? Probablemente un regreso a la OMC. Si yo dirigiera México, preferiría el TLCAN, pero si no tuvieran el TLC, y emprendieran otras políticas comerciales y tratados de libre comercio, estarán bien. Será un revés por un periodo de tiempo, pero no tiene que cambiar necesariamente la trayectoria de México por los próximos 50 años. Creo que tanto para México, como para Estados Unidos, es mejor tener el TLCAN, pero pueden hacer otras cosas.

¿Le interesaría participar, a título personal, en la política?

No.

En vista de la actual situación geopolítica del mundo, ¿deberíamos temer perder este periodo de paz de las últimas décadas?

La geopolítica es siempre un tema muy complicado. Pienso que lo que realmente preocupa a la humanidad es la proliferación de armas nucleares. Eso es lo que puede cambiar todo. Las pequeñas guerras territoriales, esas guerras no suelen cambiar nada, pero la proliferación nuclear es otra cosa. Y ese es el verdadero problema con Corea del Norte. Si tienes cincuenta países con armas nucleares, sucederá un accidente. Ese es el mayor problema. Por supuesto, las guerras que vemos son terribles para la población de esos países, pero no cambiarán la trayectoria del mundo. Si miras los problemas geopolíticos, en conjunto, en los últimos 75 años, muy pocos afectaron la economía, si bien son terribles para las personas que viven en esos territorios.

En relación con la crisis de Corea del Norte, el mercado no se ha movido en el sentido que esperaríamos. ¿No está consciente del verdadero riesgo?

Claro que no, ni deberíamos esperar que así sea. Corea del Norte fue un problema antes y es un problema ahora. En términos de la economía global, era un problema infinitesimal antes, y ahora es dos veces infinitesimal.

Entre las dos soluciones que hay sobre la mesa. ¿Cuál sería mejor? Rusia dice que hay que negociar, y otros, que hay que detenerlos mediante la fuerza.

Creo que Estados Unidos habla en nombre del mundo cuando dice que Corea del Norte no debe tener un arma nuclear. Me resulta difícil creer que haya una persona racional que piense que eso es algo bueno. Es muy peligroso, no me refiero a su arma apuntando a Los Ángeles, sino a la proliferación de armas nucleares. Eso sería malo también para México. Ese es el problema, y el mundo debería unirse y formular una solución, que involucre a Japón, Corea del Sur, China, y si Rusia quiere participar, que participe. Pero China es obviamente crítica. Si fueras China, ¿qué te preocuparía?, que esa arma nuclear pueda alcanzar a Pekín y Shanghái, aunque no creo que ocurra. ¿Pero qué pasaría si tiene un arma nuclear que amenazara a Corea del Sur, Filipinas y Japón? Que ellos también desarrollarían armas nucleares. ¿Y qué es lo último que quiere China? Tener a todos sus vecinos con armas nucleares. Por eso también China tiene interés en hacer algo al respecto. La pregunta es cómo hacerlo. Gente como Henry Kissinger han escrito sobre ese posible acuerdo, donde China y Estados Unidos garantizan la supervivencia de Corea del Norte siempre y cuando comience a eliminar sus armas nucleares.

¿Cree que el Acuerdo Transpacífico funcione bien sin Estados Unidos?

No sé. Lo espero. Creo que es bueno para Asia. También preferiría que fuéramos parte del TTP. Creo que tiene algunas fallas, como también las tiene el TLCAN. Cuando mis amigos canadienses, directivos de empresas, me dicen lo estupendo que es el TLCAN, les respondo “sí, pero es inequitativo”. No, me replican. Es bueno para Canadá, para Estados Unidos y para México. Y les digo, “miren, les daré un ejemplo, lo primero que se me viene a la cabeza: ustedes pueden comprar bancos estadounidenses y yo por ley no puedo comprar un banco canadiense. ¿Es eso justo?”.