Con motivo de la presentación de su nuevo libro “Aliados y Adversarios: TLACN 1988-2017” y, a su vez, por la conmemoración de los 24 años de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, escuchaba una de las tantas rondas de entrevistas que concedió el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, específicamente la otorgada a Milenio con Carlos Marín en el espacio ‘El Asalto a la Razón’.

En ella, el entrevistador le cuestiona sobre, según su punto de vista, actualmente qué era más importante para la ciudadanía; el candidato o las propuestas, teniendo en cuenta que estamos en la ante sala de la elección presidencial de 2018.

El ex presidente le respondió que “ambos factores son importantes”. Y se apresuró a complementar: “el electorado es sensato, muy analítico y sabe lo que está en juego. Hay que esperar definiciones, pero lo que México NO necesita son soluciones simples a problemas complejos.”

Y es particularmente esa última frase la que llamó poderosamente mi atención. Aunque puedo estar de acuerdo, en teoría, me pregunto, ¿en verdad la ciudadanía conoce las propuestas de los que que se perfilan como contendientes, o simplemente están casados con una ideología determinada?

Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, en que probablemente algunas de las máximas preocupaciones de las familias mexicanas de cara al futuro del país, y el porvenir de su desarrollo y estabilidad, son la impunidad y el combate a la corrupción.

Y nada resta más certeza e incertidumbre al país que el hecho de que cierta clase política se haya encargado de desilusionar a sus millones de votantes, quienes han creído ciegamente en sus proyectos locales, estatales o nacionales, temporada tras temporada.

Y me explico mejor.

AMLO

Con mucha regularidad suelo decir con quien platico que, muy independientemente de la ideología política que nos acomode (todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias), es inadecuado desprestigiar con simpleza al representante contrario al pensamiento político que albergamos. Como todo en la vida, la única manera de poder argumentar a favor o en contra es conociendo el tema del que se habla.

Antes de emitir juicio alguno, debería considerarse fundamental leer; escuchar y analizar las propuestas, planes, y declaraciones emitidas por todos los actores políticos interesados en entrar al juego de la sucesión presidencial.

En declaraciones recogidas por el diario El Universal el 26 de agosto de 2017, durante un evento llevado a cabo en Tamazula, Durango; Andrés Manuel López Obrador, ante la pregunta de cómo acabará con la inseguridad y la corrupción, de llegar a la presidencia, señaló que: “se acabará de tajo con la corrupción. La honestidad será forma de vida de México.”

El pre candidato de Morena continuó: “la paz se conseguirá mediante la reconciliación. Se podrá llegar a un acuerdo entre todos.” *

Cabe destacar que dichas soluciones las ha pregonado en prácticamente cualquier lugar en el que se ha parado. Sin embargo, a mí me deja insatisfecho, por el simple hecho de que sus buenos deseos se quedan en eso; más que soluciones a problemas reales me da la impresión de que parece un discurso demagógico.

En días anteriores, los usuarios de las diversas redes sociales, han sido testigo de muchos postulados del líder moral de MORENA y de su presunto proyecto de nación.

Hablando del mismo, hubo para quiénes no pasó desapercibido el hecho de que concretamente los autores de dicho documento, señalan a la antigua Ley Federal de Responsabilidades Públicas como un instrumento rácano y perfectible, que debería ser reemplazado por uno que imponga mejores sanciones a funcionarios públicos que cometan actos de corrupción.

No obstante, al parecer los redactores de dicho plan olvidaron mencionar, por conveniencia o por ignorancia, que dicha Ley ya no es vigente en la actualidad. A la misma le sustituyó la Ley General de Responsabilidades Administrativas, promulgada en 2016, como lo señala su artículo tercero transitorio, párrafo séptimo. **

Y también que todo lo que proponen, tal cual como lo proponen ya existe. En la citada ley, ya se prevén varias sanciones e instrumentos de transparencia y rendición de cuentas con el fin de evitar que los funcionarios públicos que sirvan en la administración pública federal actúen al margen de la legalidad, (¡véase la tan criticada por ellos mismos #LEY3DE3!).

En mi humilde opinión, como esas, muchas otras ocurrencias más se perciben; como la atribución de designar libremente al Fiscal General por parte del Ejecutivo, sin la ratificación del Senado de la República; la absurda descentralización de la administración pública federal, o el fin de los exámenes de admisión para acceder a educación superior.

Es por ello que considero que no se debe encasillar particularmente a López Obrador. Él mismo lo hace por uno.

* Enlace a la página web de El Universal:
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/politica/ofrece-amlo-acabar-de-tajo-con-la-corrupcion-0
** Enlace a la Ley General de Responsabilidades Administrativas:
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGRA.pdf

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