Leonardo Boff

Editorial Dabar

México, 20162

pp.192

Leonardo Boff, el téologo brasileño, plantea en la Introducción que después de 50 años “de reflexión teológica continuada e intensiva, me atrevo, como si fuera un canto de cisne, a tratar de expresar el mínimo del mínimo o a identificar el máximo del mínimo del cristianismo para que pueda ser comprendido por aquellas personas que se sientan interesadas y atraídas por el mensaje cristiano”.

Afirma también que “al lado de otros caminos religiosos y espirituales, el cristianismo también participa de la misión común que es mantener viva la llama sagrada de la presencia divina en cada persona, en la historia y en todo el proceso cósmico” y añade que “sin pretender exclusividad, sino comunión con todos los demás, puede presentar un mensaje singular como una propuesta de sentido para las personas, para las comunidades y para el mundo entero …”.

En esta reseña hay notas mías y otras que retomo de la publicada en 2013 por Antonio Piñero, de la
Universidad Complutense de Madrid. La obra se divide en cuatro apartados y una conclusión. En Cristianismo y misterio, la primera parte, Boff explica el “misterio” que no es lo desconocido sino aquello que nos fascina y nos atrae para conocerlo más y “que al mismo tiempo, nos causa extrañeza y reverencia”. El Dios de los cristianos, en ese marco, es ante todo, “comunión” y “perichóresis” que Boff explica como “comunión-retro”. Es la completa y total comunicación entre las personas de la Trinidad. Esta comunión-comunicación debe servir como modelo a los cristianos en su relación con sus hermanos -hombres y mujeres-, con Dios y con el universo.

Boff, presenta una síntesis sobre el origen del universo y la evolución de las especies. En este recorrido, de corte histórico-científico, toma ideas, entre otros, de Richard Darwin, de Stephen Hawking y de Pierre Teilhard de Chardin. El teólogo sostiene que no existe contradicción entre fe y ciencia. Asume que si en algunos momentos de la historia la fe mal entendida ha negado la ciencia ha sido un error de la primera. El cristianismo bien entendido, dice, en la civilización occidental ha sido, por lo general, factor de avance de la ciencia.

En la segunda parte, Cristianismo y las eras de la Santa Trinidad, desarrolla lo que llama: Era del Espíritu-María; era del Hijo-Jesús y era del Padre-José. Entiende “era” no como un proceso temporal sino como un proceso dinámico que afecta a todo el universo en todos los tiempos. El Espíritu, en versión de Boff, posibilita que el ser humano pueda percibir “las dimensiones femeninas de Dios: amor, cuidado, solidaridad, sensibilidad por todo lo que vive”, y también “el sentido de la colaboración con los demás, la participación en el sufrimiento de los otros, la fuerza de engendrar y cuidar la mínima señal de vida, el sentido de la belleza y de la estética, la fascinación, la exaltación, la alegría pura e inocente y su capacidad de captar lo invisible y de sentir a Dios a partir del cuerpo. Todo esto son manifestaciones del Espíritu”.

El Hijo, que se encarna en el Jesús histórico, logra que éste se convierta en un arquetipo fundamental de la condición humana y en la referencia más luminosa de la cultura occidental. El Hijo efectúa una obra que: extiende a todos los humanos la conciencia de que son hijos de Dios; deduce de ello la vital consecuencia de que todos somos hermanos; confiere a la persona una dignidad y sacralidad sin par; proporciona la base para una convivencia regida por la igualdad, la justicia y la fraternidad, y finalmente hace percibir la dimensión cósmica de una fraternidad, no sólo entre humanos, sino universal.

El Padre, que representa con más claridad el misterio de Dios en sí, se corresponde con la vida oculta y misteriosa de san José. Éste representa la paternidad en todas sus facetas, que se extiende por el universo como energía misteriosa y amorosa. El Padre es el prototipo de la acogida del hijo pródigo y del cuidado de los más pequeños. El Padre es el encargado final de llevar a cabo la obra del Hijo: la implantación del reino de Dios. “Este Reino comenzó en la persona de Jesús, y continúa en la realización de la justicia para los pobres y los oprimidos con el coraje y la ‘resiliencia’ que el Espíritu Santo suscita siempre”.

Cristianismo y Jesús, la tercera parte, aborda al Jesús histórico. Boff en este capítulo presenta los elementos centrales de la teología de la liberación. Se muestra al Jesús de la historia como fundamento y sustento de esta propuesta teológica. El autor hace un análisis exegético-teológico del Padrenuestro desde el marco de la teología de la liberación. Pienso es la parte más original de todo el libro. Es una poderosa manera de presentar la radicalidad del mensaje de Jesús, que se contiene en el Evangelio. En la visión de Boff la resurrección, única y personal de Jesús, es la inauguración del Reino de Dios, pero que tarda en hacerse realidad en toda la humanidad. Hoy seguimos en ese proceso que avanza de manera lenta y a veces contradictoria.

En la cuarta parte, Cristianismo e historia, se ofrece un balance de la historia de la iglesia, del papado y de la religión popular. A lo largo de estos XX siglos ha habido luz, pero también obscuridad. Hay que hacer una distinción tajante entre reino de Dios y la Iglesia. Boff sostiene que el cristianismo es encuentro de culturas. Habla del origen común del cristianismo y del surgimiento de la iglesia ortodoxa oriental hacia 1054, y la Reforma protestante en el siglo XVI.

Critica el sometimiento del cristianismo al poder político, tanto sagrado como secular. Reflexiona sobre el futuro del cristianismo en la era de mundialización. Plantea que éste puede tener futuro si se cumplen dos condiciones: Olvidar el excusivismo y aceptar que todas las iglesias deben reconocerse recíprocamente como portadoras del mensaje de Jesús; y si se desmitologiza, se desoccidentaliza, se despatriarcaliza y se organiza en comunidades que dialogan y se encarnen en las culturas locales.

Et tunc erit finis (“todo está consumado”), que es la conclusión, sirve para que Boff haga un reconocimiento a la contribución del cristianismo a la civilización. En su visión ésta se concentra en: su aporte en el ámbito de la dignidad de la persona y los derechos humanos; en la expansión de un humanismo cristiano, que es la base de una futura convivencia entre civilizaciones; en la espiritualidad humana que progresa enormemente; en sus figuras ejemplares, santos y otros, que son como faros de comportamiento ejemplarizante para todos los hombres, en la liturgia, la música, las artes, la literatura, las ciencias del espíritu y la teología y también por la “apertura de un espacio teórico para el proyecto científico de la postmodernidad al secularizar el mundo y hacerlo así objeto de investigación”.

La historia, dice Boff, llegará a su fin, que será feliz, pero siempre en una penosa ascensión hacia la perfección, hasta que esta “explosione” e “implosione” dentro del reino de la Trinidad. Y añade que “con la resurrección habrá solamente amor y fiesta de los liberados, de los pueblos, hechos todos pueblos de Dios (Ap 21,2-3), dentro de una creación finalmente rescatada, transfigurada por las energías de nuevo cielo y tierra nueva, hechos un templo donde nosotros y el Dios-Trinidad habitaremos por los tiempos si fin. Todo será alegría y fiesta, fiesta y celebración, celebración y reinado de la Trinidad”.

El texto de Boff es claro y de fácil lectura. Esto a pesar de los temas, a veces difíciles, a los que hace mención. Hay una propuesta de cómo entender la Trinidad, que resulta interesante y novedosa. Hay también una poderosa lectura-interpretación del Padrenuestro que resulta muy atractiva. Es la síntesis de 50 años de trabajo teológico, de uno de los mayores exponentes de la teología de la liberación, que ofrece su visión de qué es y qué propone el cristianismo. El texto refleja sus convicicones y también su emoción al escribir en lo que cree y ha guiado su vida; el seguimiento de Jésus.

Versión original: Cristinismo O mínimo do mínimo, 2011. Traducción del portugués al español de María José Gavito Milano. Primera redición en español 2012.

Twitter: @RubenAguilar