Nunca los problemas sociales tendrán un fin mientras la humanidad no corrija el rumbo y serán siempre los justos los que seguirán pagando por los pecadores tal y como lo afirmara el Maestro Jesús.
Las hecatombes y los desastres continuarán hasta que lleguemos al punto final donde el comienzo será nuevamente de cero como ya ha sucedido en otras épocas. Son estos los tiempos del crujir de dientes y los ayes de dolor.
En estos días, apocalípticos por aciagos, se escucha el retumbar de los jinetes del mal, pero esos jinetes del mal los alimentamos nosotros no solo contaminando a la Madre Tierra con tóxicos industriales sino también con muchos tóxicos emocionales y mentales, escuchando las tempestades sin hincarnos.
El odio, el rencor y los resentimientos están a la orden del día, emitiéndose millones de venenosas vibraciones a las diversas capas de la atmosfera terrestre para que estas a su vez, en una reacción inmediata nos sean devueltas como furibundas saetas que siempre dan en el blanco sin que tomemos conciencia de la situación.
Existen voces que tratan de alertarnos de lo que ya viene en camino y cuyas señales vemos día a día, sin embargo estas voces son como las de Juan el Bautista clamando en el desierto.
Los Acontecimientos en Siria, Pakistán, México y en muchos otros países del mundo son llamadas de alerta no escuchada y menos acatada.
Personajes han existido en todos los tiempos que se han preocupado de los problemas humanos que han ido más allá de un estudio superficial de los problemas personales para imbuirse en el vasto campo inexplorado del inconsciente colectivo y sus consecuencias pocas veces advertidas. Uno de estos personajes fue Carl Gustav Jung.
Carl Gustav Jung fue un psicólogo y psiquiatra suizo nacido en 1875 y fallecido en 1961. Colaboró con Freud desde 1907 a 1912 y durante esos años, fue su auténtico discípulo pero con una personalidad propia.
Veía la vida psíquica como un conjunto de “complejos” de diversos centros mentales, porque se lo sugerían sus estudios asociativos en su investigación sobre la esquizofrenia.
Para Jung, la mente humana la integra la conciencia, el inconsciente individual y el inconsciente colectivo. Este último representa la superación del nivel organicista del esquema freudiano al añadirle un componente cultural trascendente.
Introduce el concepto de arquetipos al referirse a cada uno de los residuos primarios de la memoria, comunes a todos los individuos o a grupos étnicos particulares y derivados del llamado “inconsciente colectivo”
Jung veía analogías entre la estructura de la psicología individual y los mitos y producciones primitivos, principalmente en los sueños.
Su actitud frente a los sueños está impregnada de religiosidad. Los sueños vuelven a ser mensajeros de lo trascendente, dotados a veces de poder profético. La neurosis se convierte también en “religiosidad reprimida”. Los dioses negados se convierten en fobias, obsesiones, delirios que ahora son enfermedades.
El camino del hombre en la vida se dirige hacia la individuación, que tiene por eje el “si mismo “y para Jung el “si mismo” es el equivalente de “Dios en nosotros”.
La individuación es imprescindible, no sólo como una necesidad terapéutica, sino como un elevado ideal, como una idea de lo mejor que se puede hacer. La idea básica de este ideal es la de que, de un justo modo de pensar sale el modo justo de obrar y que no existe curación ni mejoramiento del mundo que no se haya empezado en el individuo mismo.
Una vez superadas las grandes tareas de la vida (profesión, matrimonio y sociedad) es en plena adultez cuando se pone en marcha el proceso de individuación en sentido estricto. Un nuevo anhelo se despierta en el hombre: el de descubrirse a sí mismo, que es el camino hacia dentro, el de la introversión.
Cada individuo sería por esencia un microcosmos de todo lo humano y poseería simultáneamente, la potencialidad de lo masculino y de lo femenino. Siempre nos muestra Jung la vida psíquica como un movimiento entre contrarios.
Atribuye el origen de muchas neurosis al desarraigo que, por un exceso de racionalidad sufre el hombre moderno respecto de esta capa más profunda de su ser.
Aportaciones importantes dentro de la psicología han sido los conceptos de introversión, extraversión. El hombre es extrovertido en tanto participa de la colectividad social, y es introvertido en tanto participa del inconsciente colectivo.