*Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada. Camelot.
AQUELLA RADIO
Escribo ahora de la Radio. Porque fue un tema que cayó bien entre los lectores de algunas ciudades: Veracruz, Xalapa, Tierra Blanca, Córdoba y Orizaba, quizá Chacaltianguis. Ser locutor de una cabina es algo que ni la misma tarjeta Master Card puede comprar. Los que ahí anduvimos por años y sacamos licencia de locutores y un tiempo de eso vivimos, en la medianía de nuestro salario, en unos exámenes que pasaban en la SEP de Ciudad de México, entre otras cositas de historia y geografía te pedían nociones de inglés para que, cuando pronunciaras, no sacaras aquello de ‘what su madre whit you’, como buen cuenqueño, llegabas a ese examen apretando aquellito, pues había tres sinodales con caras de Ciro Peraloca, a mi creo que me tocó dos hombres y una mujer, como tema de película, pasar el examen y a regresar a la cabina que todo sublima. Locutores cabineros, así se les llamaba porque no se conocían sus rostros, como ahora que hay teles por doquier y que si uno mismo se anima abres tu espacio de Facebook, como Miguel Ángel Yunes lo hace, y te vuelves famoso, antes no había eso, eran los ídolos sin rostro. Hubo unos muy buenos, yo recuerdo a Marco Aurelio Moncada Krauss, de orígenes orizabeños, que en Radio Mil y Radio Variedades -que eran templos de la radio y uno, cuando pasabas por esas estaciones te persignabas, como cuando pasas la Capilla Sixtina o El Vaticano-, deleitaba a sus oyentes.
LAZARO MURCIA
En el tema de la radio, publicado hace unos días, algunos me corrigieron, como el pariente, Jorge Ramón Galland, que escribió desde Ciudad de México aclarando que el mejor cronista deportivo de béisbol era Pedro Mago Septién, muy cierto, aunque cuando mencioné a Ángel Fernández no recuerdo haber dicho que era el mejor. Eran buenísimos Buck Canel y Toño Andere y Jorge ‘Sony’ Alarcón. Mago decía: ‘solo hay una cosa mejor que ver béisbol y es hablar de béisbol’. Y los de futbol como Paco Malgesto y Fernando Marcos, el de la célebre frase: ‘el último minuto también tiene sesenta segundos’, muchos de ellos que viven en el panteón de los bellos recuerdos. Todo porque Gonzalo Gómez Baham, fiel escudero de Notiver, el que vela por ese diario desde hace 38 años, me comentó que la señora Aurora Gómez Flores, fiel lectora, le había dicho que olvidé a alguien de esa tropa, al gran Lázaro Murcia, que con todos nosotros allí comenzó esa historia de esa radio, doña Aurora por 40 años trabajó en el restaurante La Fogata de esa afamada calle Benjamín Franklin. Aclarado y traído a la memoria el buen Lázaro, lázalo que se te va. Hubo otro olvidado, Paco Villagómez, hijo de un radiodifusor, mismo nombre y mismo apellido, que murió de un infarto siendo joven y que también roló por aquellas cabinas veracruzanas, su padre lo hizo por años en la gerencia de XEVC Radio cordobesa. Historias de aquellos tiempos que no volverán. Aunque sé que los tiempos no vuelven, se recuerdan y se marchitan.
EL INCOMPRENSIBLE AMLO
Cuando lidera las encuestas. Cuando puntea y se ve inalcanzable. Cuando los vientos soplan a su favor y nada parece quitarle la presidencia de la República, salen a la luz sus palomeadas candidaturas al Senado y dos de ellas, bueno una, diría Peña, dejó pasmados al mundo de la política. Sucede que AMLO le otorga la posición número 6 de senadores plurinominales a Napoleón Gómez Urrutia, acusado de desviar 55 millones de dólares a su bolsillo y vive exiliado en Canadá, que si el PRI tiene a Carlos Romero Deschamps como una de sus joyas, este es otro diamante en bruto por lo que pesa en corrupción, como otros corruptos dirigentes sindicales. Tengo contacto con un conspicuo (¿Qué demonios será conspicuo?) alto mando de Morena. Le pregunté su opinión. No supo qué decirme, el poder absoluto corrompe absolutamente, fue su respuesta. O sea, ni entre los cuadros de Morena cayó bien este nombramiento. El otro fue del panista, Germán Martínez. Y una de diputado federal en Córdoba de Hugo Fernández Bernal, antiguo panista y alcalde y diputado por ese pueblo cafetero. Para ganar, se sigue la máxima antigua, hay que aliarse hasta con el diablo. Y sus sucursales. A ratos no se le entiende a Andrés Manuel. Otro amigo me dijo: mira iba a votar por él, pero con esto, me voy con un independiente. Ya vas.
www.gilbertohaazdiez.com