El Papa Francisco dio marcha atrás en su intención de mantener el nombramiento del obispo de Ahiara, en Nigeria, y aceptó hoy la renuncia del clérigo, tras años de polémica étnica.
Jamás pudo tomar verdadera posesión Peter Ebere Okpaleke, nombrado en 2012 por el Papa Benedicto XVI para guiar a los católicos de la diócesis ubicada en el sureste del país, ya que pertenece a una etnia distinta de la predominante en esa zona.
Tras la designación, una buena parte de los sacerdotes y numerosos grupos de laicos ventilaron una airada protesta. La situación siguió adelante pese al paso de los años e incluso Francisco intervino públicamente en junio de 2017, tratando de poner punto final a la cuestión.
Durante una reunión en el Vaticano, convocada con todas las partes en conflicto, el pontífice amonestó a los sacerdotes con dureza y les intimó a presentar cartas individuales garantizando su obediencia al nuevo obispo.
Tras ese encuentro, llegaron hasta la Sanat Sede unas 200 cartas que manifestaron “obediencia y fidelidad”, pero muchas manifestaron las “dificultades psicológicas” a colaborar con Okpaleke tras estos años de conflicto.
El Vaticano estableció que “en consideración del arrepentimiento” demostrado por los firmantes, el Papa no quiso proceder con sanciones canónicas e instruyó que se responda a cada uno de ellos advirtiendo sobre el “grave daño” generado a la Iglesia.
Las misivas pidieron que “jamás en el futuro se repitan acciones tan irracionales de oposición hacia un obispo legítimamente nombrado por el santo padre” y pidieron que el clero “cumpla gestos de perdón y de reconciliación” con el obispo renunciatario.
Para poner punto final a la polémica, el Papa decidió aceptar la renuncia de Okpaleke pero aún no nombró un sucesor estable, mientras tanto designó al obispo de Umuahia, Lucius Iwejuru Ugorji, como administrador apostólico durante el tiempo de la sede vacante.