El mundo está viviendo una etapa dé transición donde un ciclo evolutivo termina y otro comienza. La transición dé un ciclo a otro trae como consecuencia una confusión social que se manifiesta en todos los campos dé la actividad humana, desde la política hasta la economía, incluyendo la religión, la salud y la educación. México, como parte dé este mundo, no podía sustraerse a esta situación transitoria, que algunos tecnócratas llaman globalización, pero que no es más que la ampliación social dé una etapa regional a otra conocida como integral y que traerá como consecuencia la identificación total dé todos los seres del planeta, en una colectividad plena llamada humanidad consiente.

Actualmente corrientes anárquicas y de derecha, de diversos cuños, nos quieran gobernar con los criterios que les son propios, tratando dé olvidar la historia, que definitivamente les ha sido adversa, desde los tiempos dé la revolución francesa, hasta la independencia de todos los países colonizados por las metrópolis europeas.

En México vivimos una etapa correspondiente a la lucha por el afianzamiento dé la derecha, y de la anarquía sin rumbo, o su derrota total para que vuelvan, precisamente, a los sótanos dé la historia dé donde jamás debieron haber salido.

En esta lucha participan todas las personas que aun conservan los destellos más importantes de nuestra historia, desde la independencia hasta la revolución, pasando por la reforma, quienes tratan de evitar que los adversarios no continúen ganando espacio y terreno político en el país.

Dentro dé este contexto surge la Alianza Liberal Ciudadana, cuyos principios son los mismos que han movido a todos los movimientos sociales, dé todos los tiempos, para lograr plena independencia económica, plena libertad dé pensamiento, plena igualdad social y plena fraternidad humana, y definitivamente, la corriente conservadora mundial y la anárquica sin rumbo, no representan ninguna de estas aspiraciones.

La Alianza Liberal Ciudadana hace suya desde este momento los valores sustanciales dé la internacional liberal que se pronuncia en contra dé la violación dé los derechos humanos, y la excesiva concentración dé poder y riquezas, las ideologías fundamentalistas, totalitarias, xenófobas y racistas dé cualquier signo; la discriminación sexual, religiosa, por razones dé edad, orientación sexual e incapacidad; dé la pobreza e ignorancia, dé la creciente brecha entre ricos y pobres; del uso indebido dé las nuevas tecnologías; del debilitamiento dé los lazos sociales, dé la competencia por los escasos recursos, dé la degradación del medio ambiente en un mundo sobreexplotado en beneficio dé unos cuantos, del crimen organizado y la corrupción política. Nuestra tarea como liberales en el siglo XXI es buscar respuestas capaces dé promover la libertad individual y los derechos humanos, sociedades y economías abiertas, pero sin los abusos dé los mas fuertes sobre los más débiles, y la cooperación mundial.

Reafirmamos nuestro compromiso con los principios liberales establecidos en el Manifiesto dé la Internacional Liberal dé abril dé 1947: creemos que la libertad y la responsabilidad individual son las bases dé una sociedad civilizada ; que el Estado es solo un instrumento al servicio dé los ciudadanos; que cualquier acción del Estado debe estar sujeta al imperio dé la ley; y quienes la ejecutan deben someterse al escrutinio dé la sociedad civil; que la libertad constitucional debe dé estar basada en los principios dé la separación dé poderes; que la justicia exige que en todo enjuiciamiento penal el acusado goce del derecho a un juicio rápido, público y libre dé cualquier influencia política; que tanto el control indiscriminado dé la economía por parte del Estado debe dé estar sujeta al imperio dé la ley, y quienes la ejecutan deben someterse al escrutinio dé la sociedad civil; que la libertad constitucional está basada en los principios dé la separación dé poderes, libre dé cualquier influencia política; que tanto el control indiscriminado dé la economía por parte del estado como los monopolios privados amenazan la libertad política; que los derechos y obligaciones van unidos y que todo ciudadano tiene una responsabilidad moral ante los demás miembros dé una sociedad, y que un mundo en paz solo puede alcanzarse por medio del respeto a estos principios y la cooperación entre sociedades democráticas. Reafirmamos que estos principios son validos en todo el mundo.

La libertad, la responsabilidad, la comprensión, la tolerancia, la justicia social e igualdad dé oportunidades, son los valores centrales del liberalismo histórico y los principios sobre los que debe construirse una sociedad abierta.