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La tecnología que nos rodea ha facilitado las relaciones con las personas, cada vez es más predictiva. Quien posee un teléfono inteligente notará que en ocasiones el GPS sabe cuando alguien se dirige al trabajo, si va a un destino frecuente o salió de la oficina. De igual forma, al hacer uso de cualquier navegador los resultados serán distintos según los intereses de quien esté buscando.
Quizás a algunos les ha pasado que en cuanto buscan información de un viaje de inmediato pareciera que todo los remite al destino anhelado, las ofertas, los vuelos, sugerencias de nuevas páginas e inclusive en redes sociales llegan las recomendaciones publicitarias que parecen justo hechas a la medida. En realidad así son, perfectamente diseñadas para envolvernos, pensadas para nuestra edad, nuestras preferencias e incluso el género, internet sabe más de nuestros deseos que nosotros mismos.
Pero no sólo es internet, en realidad desperdigamos fragmentos de nuestro ser en todo momento, cuando nos afiliamos a un servicio, cuando entramos y salimos de distintos puntos con el celular en la mano, cuando pagamos con las tarjetas, etc. En cada instante estamos diciendo quiénes somos y qué nos gusta. A simple vista estos datos parecen irrelevantes, pero bien estudiados son armas mortales, con un análisis de preferencias podríamos predecir dónde se reúnen las personas que pueden decidir las próximas elecciones, quiénes participarán más si hombres o mujeres, cuáles son sus mayores miedos y sus preocupaciones, así cada una de las estrategias políticas estarán pensadas para manipular según se requiera.
Pero el problema crece, además de los datos que alguien más puede utilizar sobre nosotros, la información comienza a sesgarse, basta con revisar cuántos amigos tenemos en cada una de nuestras redes sociales, ¿de cuántos nos aparecen publicaciones?…Internet se hizo para conectarnos, para expandir el conocimiento y democratizar la información, pero al parecer está haciendo redes cada vez más especializadas, círculos con intereses muy específicos y aunque no lo percibimos también está sesgando nuestro pensamiento.
Si al navegar en la red doy pistas de que me gusta el rosa, de inmediato las sugerencias que recibo serán sobre este color, las personas de mi entorno tendrán esto en común y si mi gusto es cada vez más especializado pronto olvidaré que el arcoíris tiene más de un tono. Lo mismo ocurre con las opiniones y este patron se expande en cada una de las calles, estamos personalizando todo, de tal manera que en más de una ocasión nos olvidamos de otras realidades, consideramos que únicamente nuestra visión del mundo es la que vale, nos consideramos poseedores de verdades absolutas y hay quien se cierra a modo de fanatismo.
El mundo es mucho más complejo, no se trata de decir si un color es el que nos llevará al cambio o a la perdición, no podemos cerrarnos en puntos de vista sesgados, necesitamos ser más inclusivos, diversos, multiculturales y sobre todo tolerantes, ya bastantes problemas necesitamos resolver como para sumar caos por falta de diálogo. Abramos nuestras mentes, aprovechemos que internet nos brinda mares de información y busquemos conocer más allá de nuestras fronteras mentales y geográficas. México y el mundo necesitan de personas respetuosas con los demás, que se construyan aprendiendo de otros y que dejen de intentar destruirse entre sí, veamos oportunidades de mejora, dejemos de lado supuestas críticas constructivas y ayudemos a realmente construir lo mejor de cada uno de nosotros.
Ahora más que nunca es momento de escucharnos todos, con atención, dispuestos a aportar nuevos argumentos pero siempre sabiendo que hay más de una forma de ver la realidad. Esta temporada es el mejor momento para ser propositivos, generar nuevas ideas en conjunto y aprender de lo que viven los demás. Juntos podemos llegar a metas en común y un objetivo que perseguimos desde tiempo atrás: Un país educado, donde podamos volver a transitar con tranquilidad, donde el género no implique un sesgo y el entorno sea más equitativo y justo sin importar nuestra condición. Todos queremos un país mejor.