“Muchos profesionales creen que obtener un título o grado académico les mantendrá vigentes toda la vida. En la práctica este paradigma es una falacia”.

El comentario está dirigido a una competencia que es esencial para el buen desempeño de las diversas capacidades que poseen los líderes del mañana, ya que ésta opera transversalmente, fortaleciendo las habilidades directivas y a la vez, desarrollando un estilo de liderazgo con capacidad de adaptación. Con la capacidad de adaptación me refiero a la facultad de “Aprender y desaprender a lo largo de la vida”.

Actualizar los conocimientos y las habilidades continuamente, es un hábito de vital importancia para el nuevo contexto del tercer milenio, ya que sin éste, el líder corre el riesgo de ser un adalid disfuncional, provocando que su desempeño sea deficiente y tenga un impacto negativo en la organización.

Sorprendentemente, un importante porcentaje de los dirigentes de las organizaciones, sin importar el nivel que posean en la estructura jerárquica, dedican poco tiempo a su actualización y al desarrollo de sus habilidades directivas, sólo basta observar en las instituciones de educación superior o en los centros especializados de entrenamiento, las pocas horas de educación continúa que le dedican los líderes a la actualización y al desarrollo de sus diversas habilidades directivas.

Asimismo, muchos profesionistas creen que obtener un título o grado académico les mantendrá vigentes toda la vida. En la práctica este paradigma es una falacia, ya que, el título o grado académico no garantiza la pertinencia de los conocimientos, ni de las habilidades necesarias para desarrollar una función productiva en el mercado laboral, mucho menos, que estos se mantengan actualizados a través del tiempo.

En este sentido, la aptitud de los líderes para aprender y desaprender a través del tiempo es una necesidad real en el contexto del siglo XXI, donde permanentemente el avance de la ciencia lo ha venido transformando todo: la forma de comunicarnos, la gestión de los servicios y los procesos, así como el dirigir capital humano con nuevas aptitudes. Y por si fuera poco, año con año se publican miles de artículos y libros, asociado a que, la aldea global comparte información a la velocidad de la luz a través de la red digital, disponible las veinticuatro horas del día, y que además facilita decenas y decenas de teorías para hacer las cosas de forma diferente, por lo que es urgente desarrollar la competencia de la inteligencia colectiva, es decir, las habilidades para buscar, analizar, interpretar y agregar valor a la información.

Esta vorágine de información obliga que los directivos en primer lugar, tengan la disposición y el valor de aceptar nuevas ideas, nuevos esquemas o formas de hacer las cosas de manera diferente, inclusive desaprender viejos paradigmas que en el pasado pudieron haber sido exitosos pero que en los albores del tercer milenio, ya no lo son.

Sin duda alguna, uno de los retos de los directivos del siglo XXI, es desarrollar con gran rapidez la capacidad para aprender y desaprender, adoptando nuevos estios de liderazgo y renovando continuamente sus habilidades directivas con el propósito de adaptarse oportunamente a las exigencias del entorno; de lo contrario, serán superados por los líderes del mañana, por la generación de jóvenes que actualmente están ingresando a las organizaciones con sed de triunfo y de éxito, ya que ellos por naturaleza son más inquietos, creativos, e innovadores, pero sobretodo, ellos sí disfrutan romper esquemas.