“Sufrimos un golpe de Estado implacable, que se inició con el proceso de destitución (impeachment) contra mi en el año 2016, continuó con el procesamiento y encarcelamiento de Lula da Silva y que ahora intenta aniquilar nuestro movimiento”, denunció en Madrid Dilma Rousseff, que fue presentada como la “presidenta legítima” de Brasil.
En una conferencia en la Casa de América de Madrid, en la que había centenares de personas y periodistas de todos los rincones de Europa y de América Latina, la lideresa del Partido del Trabajo (PT) lanzó un llamado a la “comunidad internacional” para que reaccione ante un atropello de las fuerzas de “extrema derecha en América Latina y en Brasil.
Dilma Rousseff inició una gira internacional por Europa y Estados Unidos que tiene como objetivo denunciar la situación “terrible”, “difícil” y de “franco retroceso” que vive Brasil, al insistir en que una de las economías más potentes del mundo se encuentra en una encrucijada compleja que podría derivar en violencia y enfrentamiento.
Por eso pretende hacer llamar la atención de los organismos internacionales, de las universidad y foros de debate del mundo y de los medios de comunicación que todo el orbe que en Brasil se ejecutó un “golpe de Estado sin armas”, que “Lula es un preso político” y que en el fondo del atropello que vive el pueblo brasileño está un modelo económico que busca ensanchar más aún las desigualdades y apropiarse de los bienes y empresas públicos, sobre todo de la gigante petrolera Petrobras.
La “presidenta legítima” fue recibida con aplausos y con gritos emocionados de “libertad para Lula”. También reivindicando la figura de Marielle Franco, la concejala de Río de Janeiro que fue asesinado de cuatro tiros en la cabeza en marzo pasado, al parecer por grupos paramilitares tras sus insistentes denuncias sobre la situación de las favelas en la ciudad.
Y de ahí inició Rousseff su explicación pormenorizada de lo que ocurre en Brasil desde que en el año 2016, tras un proceso “plagado de irregularidades” y de “medidas de excepción se me apartó de forma ilegítima, y tras un impeachment”, de la presidencia del país. “En Brasil vivimos un momento terrible, muy difícil, en el que el Estado de derecho está siendo violentado. Estamos frente a un nuevo tipo de golpe de Estado en el que se utiliza el Parlamento, los medios de comunicación, los jueces y las élites brasileñas con intereses comerciales que sólo pretenden mantener sus privilegios”, denunció Rousseff.
La dirigente político recordó que en Brasil se sufrió una de las dictaduras militares más severas de la región y “sabemos lo que es la tortura, el exilio, la persecución; y lo que estamos viviendo ahora mismo es igual o muy parecido en un plan orquestado por fuerzas de extrema derecha para aniquilar nuestra plan de redistribución de la riqueza”. Porque tanto Rousseff, como el propio Lula y los dirigentes del PT están convencidos de que lo único que mueve los hilos para apartarlos del poder después de 13 años de ganar ininterrumpidamente las elecciones es que su proyecto de país busca un mejor equilibrio en la distribución de la riqueza, busca crear instituciones educativas y sanitarias democráticas y para todos.
En este sentido, Rousseff explicó que “un golpe es un proceso” y el que ahora está sufriendo Brasil ha tenido tres grandes fases: la primera fue su destitución por un “fraudulento” proceso de “impeachment” en el año 2016, el segundo es la “destrucción civil y política” de Lula y la tercera es la consolidación de sus reformas desde la presidencia de la República -que es además la que más fondos maneja del Estado-, en la que además el principal objetivo es la privatización de las empresas paraestatales, sobre todo Petrobras.
“El objetivo final de este golpe es destruir, aniquilar a nuestro movimiento porque somos los únicos que tenemos más de un 20 por ciento de las preferencias electorales, pero sobre todo porque somos los únicos que mientras estemos en el poder jamás permitiremos que se privaticen los recursos naturales de todos los brasileños”, denunció Rousseff.