*De Justo Sierra: “Entonces comenzó el sueño moral de la gran familia indígena. En donde estaba, al pie del altar, allí quedó, y en nuestros días yace todavía en grandes grupos en el mismo estado, con las mismas costumbres y las mismas supersticiones: tiene que silbar mucho tiempo la locomotora en sus oídos para arrancarla del sueño, tiene la escuela que soplar la verdad en sus almas por dos o tres generaciones todavía para hacerla andar”. Camelot.

EN LA SIERRA DE NECOXTLA

Uno llega y les ve casi viviendo como vivieron hace 500 años, cuando llegó la Conquista. Cuando hombres a caballo y con su Dios crucificado, conocieron de estas malezas y de estas altas montañas. Son indígenas muy nuestros, que hacen su labor diaria para sobrevivir en un mundo tan desigual. Perseguidos por los aztecas, primero, y luego por los Conquistadores, muchos de ellos treparon a estas montañas impenetrables y se vinieron a refugiar y vivir aquí ante el miedo, un poco como hizo Brigham Young, de la Iglesia de los Mormones, de los Santos de los Últimos Días, que cuando no les dejaban ser polígamos y profesar su religión, huyeron al norte de Estados Unidos, a Salt Lake City, donde nevaba horrible casi siete meses del año, hasta allá fueron a parar para no ser perseguidos. De allí proviene Derek, un sobrino mío. Hace no mucho, cuando tomó posesión como alcalde de Ciudad Mendoza, por el PAN-PRD, Melitón Reyes Larios, hombre clerical por ser hermano del Arzobispo Hipólito, me giró invitación, junto al padre Alejandro Melchor, que no es rey mago, para visitar algunas comunidades. Pues temprano nos trepó a Necoxtla, sitio donde trabajan la madera, las sillas, mesas y bancos y lo que se les ocurra. Es un pueblo que huele a madera y campo. Subimos a 2200 metros sobre el nivel del mar, altura que se nota cuando comienzan a zumbar los oídos. El alcalde puso su camioneta, una viejita, usa la suya, no quiere echar mano del erario ni de esas Suburbans que ofenden a la gente. Ahí iba ese carrito pujando, quemando balatas y el chofer sonreía. ¿Llegaremos sanos y salvos?, le pregunté cuando bajábamos empinados. De entrada el presidente me dijo que el gobernador Yunes Linares ya le había autorizado cementar la salida de la autopista, la que va a Mendoza, un tramo muy amolado, hasta parece de Capufe. Logró meterle la faca al gobernador y aquel no se vio marro y soltó la lana. Comenzarán pronto. Trae grandes proyectos y mientras veíamos la sierra y las indígenas que visten con su blusa y su balleta y el cinturón que les amarra la misma, algunas aun con huaraches, pocas, normalmente ya usan sus zapatos de hule, pero guardan y cuidan sus usos y costumbres. Vi todo, los paisajes, los centros de salud del estado, las iglesias y parroquias, las escuelas, todos hablan Nahuátl, no dejan la lengua, y hay maestros bilingües. Visité las iglesias y me comí una memela al pie, hecha de manos indígenas, para que vean que no nadamás desayuno en Ihop los famosísimos hot cakes. Había un lavadero comunal, al pie de un manantial, el moderno WhatsApp de comunicación. Sus escuelas, desde preescolar hasta Telebachillerato. El alcalde, a sus 73 años, como buen maestro que lo fue por mucho tiempo, explicaba lo explicable. Tiene grandes proyectos: habrá para el pueblo un Centro de espectáculos y un nuevo Palacio. Habrá una Universidad Náhuatl, un gran proyecto cultural, luego bajamos y llegamos a un puente de piedra de hace 300 años, como los de los romanos en la zona de la Cantabria, en España, retraté los famosos Ahuehuetes, mil árboles centenarios plantados viendo pasar el tiempo, en sus 17 kilómetros al pie del Rio Blanco. Nos acompañaron, de Veracruz, el abogado Juan Manuel Muñiz, el Agente Municipal, Anselmo Ortega Hernández, Argentina de Rosas, relaciones públicas y Jesús Bárcenas, gente colaboradora del Municipio. Una buena gira de cuatro horas por la sierra, que también es de Zongolica y Soledad Atzompa, en un pueblo llamado Necoxtla, que comercializa la madera, y crean artesanalmente sillas y bancas y lo que se pueda y no se dejan doblegar por la pobreza y las carencias económicas.

LAS 7 FRASES DE GARCIA MARQUEZ

El Gabo, así le llamaban sus cuates, cumple 4 años de su muerte. El diario El Mundo de España, entrevera las frases más afamadas de este Nobel muy nuestro, colombiano y mexicano hasta las cachas. Van:

*Del amor y otros demonios: “Hace un siglo me cagaron la vida con ese pobre hombre porque éramos demasiado jóvenes, y ahora nos lo quieren repetir porque somos demasiado viejos”.

*El Otoño del patriarca: “Si yo hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente de la república, lo hubiera mandado a la escuela”.

*Cien años de soledad: “Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un cólico miserere”.

*“Siempre he dicho que uno envejece más rápido en los retratos que en la vida real”.

*El Coronel no tiene quien le escriba: “Se necesita tener esa capacidad de buey que tú tienes para esperar una carta durante quince años”.

*Del amor y otros demonios: “Siento que la conozco menos cuanto más la conozco”.

Y la más genial de todas: “Ahora se está muriendo gente que antes no se moría”.

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